La Inmaculada Concepción: el dogma español

Este 8 de diciembre celebramos, de nuevo, la solemnidad de la Inmaculada Concepción. Una festividad religiosa especialmente sentida en España, ya que fue en nuestro país donde más arraigó la creencia de que María fue preservada de todo pecado original al instante de su concepción. A  continuación, repasaremos la historia de esta creencia hasta su proclamación como dogma en 1854.

Ya en los primeros siglos del cristianismo, los padres de la Iglesia trazaron una analogía entre Eva y María, pues habiendo escrito San Pablo que Cristo es el nuevo Adán, completaron sin esfuerzo el paralelismo, contraponiendo la obediencia de María a la desobediencia de Eva. Apenas podrá hallarse un Santo Padre que no eche mano de este recurso al hablar de la Redención. Y, es tan constante la doctrina, tan universal el principio, que no es posible no admitir que arranque de la misma tradición apostólica.

Los Santos Padres no se proponen la pregunta sobre la Inmaculada Concepción, pero son tales las alabanzas que dirigen a la pureza de María que, en caso de plantearse la cuestión, hubieran llegado a la verdad por el mismo camino que seguían. Y desde luego, lo que les impulsa a la alabanza tan unánime y fervorosa de la pureza de María es la existencia de una tradición que puede calificarse de apostólica, derivada de las enseñanzas de los Apóstoles.

Ya en la Alta Edad Media, San Agustín de Hipona, en sus reflexiones acerca del pecado original, concluyó que la madre de Jesús nació sin mancha de culpa alguna, al contrario que el resto del género humano. Sin embargo, y pese a que la solemnidad de la Inmaculada Concepción se empezaba a celebrar en Europa, la creencia de la Concepción Inmaculada de María no estaba teológicamente fijada, dando lugar a planteamientos teológicos diferentes respecto a esta cuestión.

Durante la Baja Edad Media, en pleno auge de la escolástica, surgen diferentes criterios respecto a este tema. Algunos, como San Alberto Magno o Santo Tomás de Aquino, consideraban que María nació con el pecado original y que fue después de su concepción cuando fue purificada.

Contra esta teología mariana se encontraba el teólogo inglés Juan Duns Escoto, cuya doctrina sobre la exención de María de todo pecado chocó con el ambiente reinante en ámbitos universitarios. Además, según el estilo de la época, tuvo que defender su opinión en una disputa pública con los doctores en teología.

A la pregunta, pues, de si María fue concebida en pecado, responde: No. Y el motivo que da es la perfectísima redención de su Hijo y la honra y honor del mismo. Frente a la postura que negaba la Inmaculada Concepción en base a la afirmación de que “en Adán todos pecaron y que en Cristo y por Cristo todos fueron redimidos. Y que si todos, también Ella”, Escoto  responde que sí, Ella también, pero Ella de modo diferente. Como hija y descendiente de Adán, María debía contraer el pecado de origen, pero redimida perfectísimamente por Cristo, no incurrió en él.

Para explicarlo, Escoto ponía este ejemplo: ¿Quién actúa más eximiamente, el médico que cura la herida del hijo que ha caído, o el que, sabiendo que su hijo ha de pasar por determinado lugar, se adelanta y quita la piedra que provocaría el traspié? Sin duda que el segundo. Cristo no sería perfectísimo redentor, si por lo menos en un caso no redimiera de la manera más perfecta posible. Ahora bien, es posible prevenir la caída de alguno en el pecado original. Y si debía hacerlo en un caso, lo hizo en su Madre.

Las tesis de Escoto fueron ampliamente aceptadas por órdenes como la Franciscana, que se enfrentó a la Orden Dominica, reacia a aceptar esta creencia mariana.

El Concilio de Trento, celebrado en el siglo XVI, fue favorable a la teología inmaculacionista, que terminó aceptándose como universal.

Nuestra nación fue clave en la defensa de la creencia de la Concepción Inmaculada de la Madre de Cristo. Ya en el siglo VII, durante el XI Concilio de Toledo celebrado en el año 675, se le reconoce con el título de “Defensor de la Purísima Concepción de María” al rey hispanogodo Wamba.

España, y en particular nuestra tierra Andalucía, fue siempre favorable a que se promulgara la creencia de la Inmaculada Concepción como dogma de fe. De esta forma, y antes incluso de dicha proclamación en el siglo XIX, distintas cofradías de Andalucía a lo largo del siglo XVII juraron defender la Inmaculada Concepción de María.

En la batalla de Embel en 1585, que enfrentaba a los españoles contra los rebeldes de los Países Bajos, se atribuyó a la Virgen, en su advocación de Inmaculada Concepción, el milagro de helar el agua y poder cruzar un río que fue decisivo para obtener la victoria.

Por todo ello, cuando se proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción en 1854 por el Papa Pío IX, se le denomino el “dogma español” y se le permitió a España utilizar el color celeste en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, así como realizar la celebración de la solemnidad cuando cayera en domingo, en lugar de celebrarla el segundo domingo de Adviento.

La bula  Inefabilis deus, promulgada el 8 de diciembre de 1854 por Pío IX, afirma que: “Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia católica, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra: Definimos, afirmamos y pronunciamos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles.”

En Málaga, las cofradías que celebran la efectividad de sus titulares Marianas en esta solemnidad son la Archicofradía del Huerto, que rinde culto a Nuestra Señora de la Concepción; las Reales Cofradías Fusionadas, que celebran en este día la festividad de María Santísima de Lágrimas y Favores; la Hermandad Sacramental de Viñeros, que rinde culto a Nuestra Señora del Traspaso y Soledad; la Cofradía del Rico, que rinde culto a María Santísima del Amor; y la Cofradía de los Dolores del Puente, que en este día celebra la festividad de la Virgen de la Encarnación.

Por su parte, la Archicofradía de los Dolores de San Juan celebra desde hace 40 años el pregón de la Pura y Limpia Concepción de María, además de hacer el voto concepcionista desde 1688 (jurar defender la creencia de la Inmaculada Concepción). De reciente creación es el Grupo Parroquial de la Purísima, con sede canónica en la iglesia del mismo nombre en el barrio de Gamarra, que este año realizará por segunda vez su procesión por la feligresía con la imagen de la Inmaculada Concepción, obra de José Navas Parejo, que preside el templo.

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