La crónica del Viernes Santo

Por primera vez en lo que llevamos de Semana Santa, realmente en lo climatológico ha llegado la primavera. Tarde soleada y noche no muy fría han invitado a miles de malagueños a echarse a la calle a acompañar a los titulares de las ochos corporaciones nazarenas que han realizado estación de penitencia.

VIERNES SANTO del rezo del Credo al Cristo de la Redención y canto a la Virgen de los Dolores de San Juan por las Hermanas de la Cruz del Convento de la plaza de Arriola; de la marcha fúnebre de Chopin para girar el trono del Cristo Yacente en la Paz y la Unidad en el Patio de los Naranjos (no sólo es exclusiva esta composición para el Sepulcro); de un nutrido número de nazarenos para la sección de Santa María del Monte Calvario, uno de ellos con guión al hombro, y de un adorno floral de rosas rosas, cuanto menos atrevido para el trono de la Señora porque las piñas de las ánforas se quedaron algo escasas; de un discurrir alegre para la Cofradía del Amor y la Caridad por la plaza de la Merced, con una enorme chiquillería perfectamente ordenada y sin gran cantidad de personal externo de protocolo para su cuidado, ya que disponían de mayordomos para tal efecto. Buen ejemplo. Suena la marcha de Consolación y Lágrimas para la entrada del Cristo del Amor a calle Álamos, perfectamente interpretada por la Banda de Cornetas y Tambores de la Esperanza. La Caridad le acompaña  a escasos metros en una procesión compacta desde el inicio de manera majestuosa; noche ya de espera soporífera al paso del Sepulcro. Demasiado lento el discurrir de la procesión en el inicio de su recorrido, con nazarenos descolgados en la Sección de la Virgen en la misma plaza de la Merced. Lógicamente en Carretería habían corregido ese pequeño desequilibrio. También han corregido el que la Virgen de la Soledad ocupe el centro del trono. Gran acierto y la Virgen luce plenamente en su nueva ocupación, más cerca de la candelería, dando luminosidad a su belleza; de reconocimiento a la Cofradía del Santo Traslado porque año a año va ganando enteros dentro del Viernes Santo, tanto en desfile, como en señas de identidad. Este año han querido recordar a las víctimas de los atentados del pasado martes en Bruselas colocando lazos de los colores de la bandera belga en el arco de campana del Cristo (tal y como ya hiciera la Cofradía del Rocío el pasado martes). Otro aspecto a destacar es la incorporación del color morado a la ornamentación floral del trono de la Soledad de San Pablo. Ya no sólo tenemos el tradicional rosa como acompañamiento a la plata del trono. Creo que aciertan; de una cofradía del Descendimiento con un claro problema para completar los varales, donde las fuerzas llegan muy, muy justas a la entrada a la catedral; de una Piedad que con religiosa puntualidad y a los toques del alcalde de la ciudad ha salido a la calle para saludar a sus vecinos del barrio del Molinillo; y por último es VIERNES SANTO de Servitas, de callejones apagados, de rezos que interrumpen el silencio, de silencios en los espectadores que agolpan de forma respetuosa las aceras, de la Dolorosa de Fernando Ortiz en andas de chaqué, de respeto por una madre de luto.

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