[Crónica Musical]: «Martes Santo en la Victoria»
Suena el despertador. Soy atraído, como si estuviese en una nube, por la combinación de diferentes aromas que entran por mi ventana. La suave brisa acompañada por los rayos del sol y el reconocible perfume del incienso me acarician. Desde mi balcón, veo a una gran cantidad de gente desplazándose de un lado a otro de la calle, todos luciendo sus mejores galas. Es el momento, y las iglesias hacen repicar sus campanas anunciando la llegada de un nuevo día. Hoy, en nuestra ciudad, es Martes Santo.
Hoy no me dirijo al centro de nuestra ciudad, hoy no busco el corazón malagueño, sino que comienzo mi discurrir en sentido contrario. Mi jornada se inicia en el Barrio de Nueva Málaga, donde el sentimiento gira entorno a una misma devoción y donde sus vecinos se vuelcan, día tras día, en la oración a sus titulares. La primera Hermandad en inaugurar la jornada procesional ya está dispuesta y las filas nazarenas van formándose por la prolongada calle que deja a sus espaldas la Parroquia de Santa Ana y San Joaquín. Málaga espera con los brazos abiertos la llegada de la fe entera de un barrio.
Se abren las puertas de la Casa Hermandad. Mis ojos aprecian la bella estampa que deja ver a Jesús Nazareno del Perdón junto a su madre, la Virgen de Nueva Esperanza. Suele ser tradición ver el encendido de velas de ambos titulares días previos a la Semana Santa por lo que la estampa que se me presenta es cotidiana, pero, esta vez y ante la luz del sol, sus rostros lucen como nunca. Suena el “Himno Nacional” y el trono del Nazareno del Perdón echa a andar. Luce franqueado por cuatro arbotantes de madera, aún en proceso de finalización, que alumbrarán todo su discurrir mientras cumple su misión de dar perdón a los presentes. Él es el “Nazareno del Barrio” (2015) y así tratan de transmitirlo las notas escritas por Manuel Jesús González Hernández. Suena la Agrupación Musical Ecce-Mater de Cádiz y el barrio entero recibe entre vítores y aplausos al que es su Nazareno, el Señor del Perdón de Nueva Málaga.
Verdes nazarenos recorren las calles del barrio, antecediendo a la que es nuestra Nueva Esperanza. El reconocible palio de la señora destella más que nunca ante los rayos de un sol de mediodía que lo iluminan todo y es que, pese a estar encendida la candelería, la propia luz que desprende la dolorosa es suficiente para llenar todo a su paso. Suena “La Vecina Insigne” (2019) de José Miguel Moreno y el palio deja atrás su barrio para acercarse al centro de la ciudad. Se inicia aquí un recorrido en el que, acompasado por el dulce sonido del crujir del cajillo y el movimiento de las bambalinas, acompañaré a la Hermandad hasta que se produzca su tradicional encuentro con la Rosa del Jueves Santo, la Virgen de la Amargura, donde todos los presentes encuentran a las devociones de dos barrios fundidas en un mismo son. Es Martes Santo, y los malagueños lo sabemos.
El calor acecha y los rayos del sol provocan sudores. Los cofrades aguardan un día más en la Tribuna de los Pobres y, pese a ser temprano, ya se dejan sentir las vibraciones de los tambores que retumban a lo lejos. Una marea morada y blanca invade Calle Carretería. Para muchos, quizás perdida, para mí, plena de sentido, más aún ante tal despliegue procesional. A lo lejos se presume la silueta de un Nazareno caído sobre un monte de flores. Tras él, una multitud de músicos no lo dudan dos veces, rezando a los sones de “Señor… seguimos tus pasos” (2015), marcha de Jesús Salvador Jiménez Piñero. Me acerco a contemplar tal escena y, ante mí sin esperarlo, el trono de Jesús Nazareno de los Pasos en el Monte Calvario comienza a acompasar la marcha. Las palabras desaparecen en un suspiro y el público atónito aplaude mientras el Señor de San Lázaro prosigue su caminar. ¡Qué bonito te llevan Señor! – presume una señora. Es Martes Santo en Calle Carretería, y los presentes dan testimonio de ello.
El cortejo avanza, colores nupciales invaden las calles malacitanas. Llega la novia, la que está coronada por un halo de estrellas, la que porta un rosario entre sus manos que, abiertas, reciben a todos los devotos. Ella, de impoluto blanco, recibe la luz de la tarde de Martes Santo y avanza mientras sus bambalinas de malla resuenan a su paso. A tus plantas, señora, me siento como ante la mismísima “Puerta del Cielo” (2014). Sones de Francisco Javier Criado para la Coronada, María Santísima del Rocío tiene hoy una cita con su ciudad y, sin mayor dilación, ya recorre los últimos metros hasta llegar a la Tribuna de los Pobres donde, de cara al pueblo, se alzará a pulso y se mecerá con honor y gloria.
Transitar por la ciudad es, cuanto menos, complejo. Callejear por Arco de la Cabeza me regala estampas preciosas como la de los distintos grupos de madres y padres que acompañan y preparan a sus hijos quienes, con hábito nazareno, llegan ya al Oratorio de las Penas, donde la siguiente Hermandad de la tarde tiene prevista su salida. El silencio se apodera de toda la plaza, sonando exclusivamente el crujir de la puerta durante su apertura. Los nazarenos, luciendo túnica de sarna negra y capirote burdeos preceden al Santísimo Cristo de la Agonía. Los allí congregados mostramos nuestra admiración. El crucificado, hundido en su trono procesional, inicia la salida en sumo respeto. De repente, y una vez efectuada la maniobra, las cornetas nos regalan las melodías de “A Jesús de la Agonía” (2009) de Pedro Pacheco porque, afortunadamente, el Señor está con nosotros.
Vuelve a repetirse la escena. Al igual que ocurriera esta mañana desde mi ventana, los distintos aromas allí mezclados vuelven a apoderarse de mí. Es primavera, las flores ya han brotado y la ciudad se muestra colorida. De igual modo que el Señor de la Agonía lucía sobre un monte de claveles rojos, María Santísima de las Penas luce un perfecto manto procesional realizado con flores que, colocadas una a una en muestra de amor, serán el rastro que la dolorosa dejará durante esta tarde-noche. La “Flor de San Julián” (1999), como rezan las notas de Miguel Pérez, inicia su Estación de Penitencia tras su hijo que, crucificado, agoniza ante una Málaga que se rinde a sus pies.
No existen palabras y es que, como bien sabemos, hay que ver para creer. La Hermandad de las Penas se adentra en el Recorrido Oficial, que queda a escasos metros de su sede. En estos momentos, la Hermandad de la Estrella debe estar atravesando calle Mármoles, que vuelve a ser una vez más mi destino. ¡Qué tendrá esta calle que, independientemente de la época del año, atravesar su puente hace que me transporte a la Semana de Pasión!
La cruz guía ya se encuentra en Cisneros. Nuestro Padre Jesús de la Humillación y Perdón atraviesa el Puente de la Aurora en estos momentos. Puedo oír y disfrutar de los sones de Bomberos, madre y maestra que abre el cortejo procesional. Al instante los tres toques de campana hacen que el Señor se eleve y comience a caminar mientras su túnica, movida por el viento, realiza diversas siluetas en el aire. El maravilloso altar de caoba y plata se alza ante mí. Es ahora, en este bendito momento, cuanto me rindo “A tus pies, Humillado” (2008) y rezo ante tu presencia bajo sones de José Fernando Jurado Heredia. Tras él, el “Lucero de Santo Domingo” (2015), la Estrella que más brilla en el cielo cuando, tras una soleada tarde, comienza a anochecer en nuestra bella ciudad. María Santísima de la Estrella camina con paso firme, ya se dirige a tribuna y abandona su barrio, pero, en esta clara y luminosa noche, tengamos claro que jamás nos faltará quién nos arroje luz pues ella, la Madre de Dios, será quien nos cobije a todos.
La noche se apodera de todos nosotros y es ahora cuando, en suma, oscuridad, brillan más que nunca esos cirios de los nazarenos, esa candelería de las vírgenes y esas tulipas que rematan los arbotantes. Es noche de Martes Santo y la Sentencia ya está de vuelta.
Cierro los ojos, suspiro fuerte y prosigo. Ya estoy en Calle Calderería, Nuestro Padre Jesús de la Sentencia avanza acompañado por la Banda de Música de Torredonjimeno a los benditos sones del Maestro Artola. Puedo escuchar los acordes de “Jesús de la Sentencia” (1989) tras el señor que, tras bendecir las calles, va de regreso a su Casa Hermandad. El cortejo se mantiene nutrido, las velas iluminan el camino y, tras los ciriales, el Señor avanza a un ritmo acelerado en su elevado retablo callejero.
María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos va tras él, si bien, a un ritmo mucho más calmado. Suena una ‘saeta’, sonido que me eriza todos y cada uno de los vellos de mi piel. Crujen las macollas y el cajillo del trono parece cobrar vida. Los hombres de trono suspiran, ellos entregan su corazón, alma y fuerza para ser quienes porten a la madre de Dios. El silencio vuelve a inundarlo todo. Inmediatamente tras arrancar el aplauso motivado por la saeta, los sones de “Reina del Santo Rosario” (2013) de Sergio Bueno comienzan a distinguirse. Arranca con paso fuerte y se mece mientras, desde el cielo, una lluvia de pétalos cubre el bendito palio de la Virgen del Rosario.
Concluye mi día y, como no podía ser de otra forma, lo hace tras el “Getsemaní Victoriano” (2014). Se aprecia entonces la dulce marcha de Salvador Quero Morales. Los rostros de los hombres de trono reflejan cansancio, lágrimas de emoción y a la vez de sufrimiento. El sonido de la Agrupación Musical se fusiona con los quejidos fruto del esfuerzo incansable de todas las almas que portan a Nuestro Padre Jesús del Rescate. La Hermandad está de regreso, pero, ¡madre mía, qué manera de llevar al Señor! Aunque sea impensable, el Señor del Rescate llega más arriba que nunca pues todos los que trabajan bajo él andan de puntillas, pese el cansancio de todo el recorrido. Es Martes Santo, y el Rescate llega a Calle Agua.
María Santísima de Gracia, cobijada por su gótico palio, ya encara la recta final. Su hijo, tras realizar las pertinentes maniobras, ya espera recibirla de frente. Jesús, Tú eres la Vida y es Al Compás de Calle Agua donde yo me pierdo “En tu mirada, Virgen de Gracia” (2014). Rezan las melodías de la marcha de Ignacio Fortis, ambos tronos se funden en una única campana, se mecen al son de la marcha y regalan una estampa única a los allí presentes ante la Capilla de Calle Agua en la que, cada día, rezo ante vosotros.
Bendita pasión la mía, bendita pasión la nuestra. El Martes Santo se iniciaba en Nueva Málaga que, aún a estas horas, sigue acompañando a sus titulares en su camino de regreso y concluía ante Calle Agua, viviendo un encierro de los que erizan la piel y llegan al corazón, ante los titulares de la Hermandad del Rescate. La ciudad, un día más, volvió a volcarse con Jesús y la Virgen María, volvió a rezar y volvió a ser partícipe de la conmemoración cristiana de la Pasión de Cristo, quién mañana bendecirá las calles de la ciudad y, minutos más tarde, será expirado en el Perchel. Bendita realidad.