Martes Santo. 16:57 horas. Volver
Leonardo Boff los llamó «Sacramentos de la vida». Se refería, llevándolo al terreno más llano, a todo aquello que nos hacía volver al pasado de nuestra esencia para recuperar sensaciones y sentimientos guardados en la memoria. Como hizo aquella calle en la tarde del Martes Santo el Nazareno de los Pasos.
Era una Carretería distinta. Aún con aceras distinguidas de la calzada, un buzón amarillo alertando de la esquina con Biedmas y un luminoso con un angelillo que portaba en sus manos un cojín con unos zapatos. Las sillas, humildes pero cuidadas. Atadas por la cadena que Agustina conservaba en el cajón bajo la tele.
Y allí, en medio de la alta noche, un niño que cansado esperaba ver aparecer a la Novia de Málaga por la curva perfecta. La que permite ver cómo un trono aparece y se hace grande. Rodeado y enseñado por su familia.
Años más tarde, y tras mucho tiempo de ausencia, el niño volvió. Y el Nazareno también. Carretería ya no era la misma y no estaban los de siempre, ni siquiera existía Calzados El Ángel. Pero volvieron a encontrarse los dos, su Señor y él. En esa indescriptible sensación que remite a un sacramento de la familia que nunca dejará de repetirse.
Texto y fotografía: José Luis Pérez