Nuestro Padre Jesús de la Soledad. Agrupación Musical Dulce Nombre de Jesús. Año 2016.

[Crónica Musical]: «Domingo de Dios»

Amanece un nuevo día y, casi sin darnos cuenta, nos encontramos cobijados bajo los rayos del sol, rayos que aguardan en la Calle Parras la salida de Nuestro Padre Jesús a su Entrada en Jerusalén. Voy caminando, escuchando sones de tambor que terminan de afinar en las calles colindantes. Empiezan a oírse murmurar, la gente está impaciente. La emoción en los rostros, un sinfín de palmas recorren la calle y es entonces cuando, entre los capirotes de damasco morado, comienza a vislumbrarse una palmera. Ahora sí, suena “Entrando en Jerusalén” (2017) de José Manuel Mena Hervás y el Señor de la ‘Pollinica’ da los primeros pasos. Es Domingo de Ramos, domingo de palmas y de ilusión, domingo de juventud y alegría, es domingo, pero no un domingo cualquiera, es el inicio más ansiado a la semana más esperada.

Avanza el cortejo a golpe de tambor, suena la Agrupación Musical Dulce Nombre de Jesús de Granada tras Nuestro Padre Jesús a su Entrada en Jerusalén. Cierren los ojos, háganme caso, porque es momento de dejarse llevar por los acordes de la marcha que compusiese Mena Hervás  y que, sin duda, se han convertido en himno, un claro símbolo de que las palmas ya recorren las calles de Málaga, un claro síntoma de que, ahora sí, y para todos, es Semana Santa. La Pollinica está en la calle.

Toques de campana, atentos todos. Se alza un palio de malla en la ciudad. Frente a la Tribuna de los Pobres y ante la atenta mirada de los presentes, avanza María Santísima del Amparo, flor del Domingo de Ramos. Los rayos de ese radiante sol traspasan su techo de palio y alumbran el rostro de la bella y dulce niña de San Agustín. ¿Lo escuchan?, ya redoblan los tambores, acompañados por la fuerza de los bajos y las melodías de las flautas. Paso ‘pollinico’ y dulce mecida. Suena “María Santísima del Amparo”, (1999) de José Antonio Molero Luque, marcha que nos trae a la mente una misma imagen, la de la Virgen del Amparo siendo dulcemente mecida por sus hombres de trono.

Corre una leve brisa que, con la caída del medio día, se acentúa. En un abrir y cerrar de ojos nos transportamos al Barrio de la Unión, donde el Santísimo Cristo de Humildad y Paciencia, ya desnudo de sus vestiduras y provisto de corona de espinas, aguarda pensativo mientras que concluyen los preparativos de la crucifixión. Esta larga y agoniosa espera ocurre “En el Gólgota” (2014) y lo hace a sones de la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Carmen. Jesús se acerca al corazón de la ciudad, aguardando realizar su Estación de Penitencia a los sones de la marcha de Fernando Jiménez.

Tintineo del palio y, como no podía ser de otra forma, María Santísima de Dolores y Esperanza avanza tras su hijo. Paso firme, siempre de frente, repartiendo Esperanza a todos los presentes. Suena “Dolores y Esperanza”, (2005) de Sergio Bueno, el público aguarda en silencio en calle Ancha del Carmen. El cielo, resplandeciente, muestra una intensa columna de humo que deja entrever el rostro de la dolorosa. Es Domingo de Ramos y, aunque no lo creamos, un año más volvemos a plantarnos ante la Virgen de Dolores y Esperanza y le rezamos, acercando devociones al corazón de la ciudad.

Santísimo Cristo de Humildad y Paciencia y Banda de Cornetas y Tambores Ntra. Sra. del Carmen. Año 2019.

Avanza la tarde, y avanzan con ella los cortejos procesionales. En la Parroquia de San Juan, “los malacitanos juntos como hermanos bajos los varales” quedan embelesados ante la atenta mirada de María Santísima de Lágrimas y Favores. Toques de campana, se levanta el trono ante una repleta Parroquia cuando brotan “Lágrimas en San Juan” (2014) al compás de las dulces melodías de Abel Moreno. Los cofrades fusionados entonan su canto y, al instante, se abren las puertas del templo. ¿No eran conscientes? Es Domingo de Ramos y Lágrimas y Favores, con sus nazarenos luciendo cinturón de esparto, avanza por el centro de nuestra ciudad con dulce mecida de palio y rodeada de fieles.

Ha vuelto a suceder. Sin prácticamente tiempo para interiorizar lo sucedido, los barrios de Capuchinos, la Trinidad y la Victoria se encuentran congregados. Se inicia “El Camino de la Fe” (2016), descrito a través de dulces melodías por Felipe Cañizares, cuando, por medio de toques de campana, Nuestro Padre Jesús de la Soledad abandona su tinglao’ y se comienza a alejar de su plaza ante la Parroquia de la Divina Pastora. Toques de campana una vez más pues Jesús no camina solo. La Banda de Música Trinidad Sinfónica interpreta “Dulce Madre de Dios” (2017) de Manuel Miguel López.  María Santísima del Dulce Nombre va al encuentro de su hijo y es entonces cuando, entre la luz del sol y el claro reflejo de su manto, de color tan peculiar y llamativo, nos sentimos invitados a seguir sus pasos y, una vez más, somos conscientes de la realidad.

Sigo caminando, sin perder ni un segundo. El tiempo apremia, y mi ilusión está desbordada. ¡Oigan! Suenan cornetas y tambores, las de la Esperanza. El Santísimo Cristo de la Humildad abandona el Santuario de la Victoria e inicia su dulce caminar hasta el centro de la ciudad. Luce su clámide, dejando el cuerpo al desnudo. Pilatos lo presenta ante una Málaga que le reza y que se rinde ante tanta “Humildad” (2016), perfecta definición transmitida en forma de acordes por Alfonso López.

Los servitas blancos avanzan. Independientemente del momento en que acompañes a la hermandad, el amplio cortejo de nazarenos mercedarios te invitará a rezar. Se ven los ciriales a lo lejos, avanza el trono de Nuestra Madre y Señora de la Merced. San Juan Evangelista consuela a la Virgen en su llanto y, como si de una nana se tratase, las dulces melodías de “Para ti, Merced” (2011) de Francisco Jesús Flores Matute lo inundan todo. La primera dolorosa en subirse cada año a su trono procesional ya recorre las calles de Málaga y, ante la mirada de los cofrades, demuestra la llegada del Domingo de Ramos.

Santísimo Cristo de la Humildad. Banda de Cornetas y Tambores de la Esperanza. Año 2018

Recorro la magnífica Calle Carretería, que rebosa de fieles y devotos esperando las distintas corporaciones que realizan su paso en esta espléndida tarde de Domingo de Ramos. A escasos metros, tras cruzar el río, Nuestro Padre Jesús Orando en el Huerto se arrodilla ante el inmenso olivo que lo cobija. Es Domingo de Ramos, y se oye el llanto de una señora que, ante el discurrir de Cristo susurra: «Padre Mío de la Oración», (2014) – no me abandones-. Son sones de Agrupación Musical los que acompasan el dulce discurrir del Señor del Huerto que inicia su Salida Procesional desde su Casa Hermandad acompañado a los sones compuestos por José María Sánchez Martín.

No hay que esperar demasiado, prosigue el cortejo de nazarenos y en un instante se alzará el inmenso altar que acoge a Nuestra Señora de la Concepción por las calles de Málaga. “Concepción”, (1989) que bonito nombre tienes. Ya se encuentra la Santísima Virgen acompañando a su Hijo por las calles de Málaga a los sones de Perfecto Artola. No importa donde, si en la Salida o a su paso por Calle Nueva, si próximo al barrio o adentrándose en el Recorrido Oficial, lo que está claro es que la Archicofradía del Huerto es sinónimo de Domingo de Ramos.

Caminando lentamente entre las transitadas calles de la ciudad hago un alto en el camino. El torreón de la S.I.C.B me deja embelesado. Cae la noche sobre la ciudad y suenan tambores a las puertas del primer templo de la ciudad. Un Divino Nazareno camina lentamente atravesando nuestro bendito patio de los naranjos. La Mujer Verónica porta la Santa Faz de Cristo en sus manos. A escasos metros, los tronos de la Hermandad de la Salutación se adentran en Calle San Agustín. María Santísima del Patrocinio, Reina de los Cielos, se eleva entre un mar de cirios. Su llanto nos estremece, suena “Nazareno de la Salutación” (1991) del Maestro Artola y, en ese suspiro, el tiempo se detiene. La oscuridad se apodera del entorno, siendo testigos del dulce y doloroso semblante. “Pasa la Virgen del Patrocinio” (2011), como bien transmitiese Gustavo Adolfo Soto Hurtado en su marcha y, a su paso, mi emoción y sentimiento se desborda.

Es Domingo de Ramos en nuestra ciudad, punto de inicio de la Semana de Pasión y aunque sigamos queriendo ser incrédulos, está sucediendo ante nuestra mirada. No perdáis detalle pues, todo es cuestión de minutos y, cuando queramos volver a mirar, todo habrá pasado. Vuelvo a oír tambores, clara brújula de mi dirección, El Santísimo Cristo de la Esperanza en su Gran Amor ya cruza el Puente de la Aurora de regreso a su barrio. «Y te crucificaron en la Trinidad» (2006), ante la mirada de tus devotos, aquellos que acuden cada día a tu capilla de San Pablo y te imploran de rodillas y, de igual modo, así lo reflejaba Enrique Jesús Cruz en su composición. El Amor y la Salud, dos grandes tesoros que aguardan día tras día en la Parroquia de San Pablo y que, hoy, Domingo de Ramos, salen para estar junto a los más necesitados.

Una vez atravesado el puente, se aprecia la torre de San Pablo. María Santísima de la Salud se adentra en su barrio, ya está de regreso, y la añoranza comienza a apoderarse de nosotros pese a no haber concluido su Estación de Penitencia aún. Suena “Salud de los enfermos” (2016) marcha de Jose Luis Perez Zambrana, y la Virgen se pierde en una inmensa petalá que obsequian sus devotos por su regreso a las entrañas de su barrio.

Concluye mi recorrido de hoy. Me adentro de nuevo en el Barrio de Capuchinos, donde voy siguiendo a Jesús del Prendimiento. El “Dueño y Señor de Capuchinos” (2016), descrito así por su compositor José María Muñoz, ya está de regreso sobre su monte de flores y su plateado trono. Tras su paso por Calle Frailes, se adentra en la reconocida Cuesta de Carrión. Puede sonar a tópico y sí, quizás lo sea, pero hasta que no se vive no se puede hablar con propiedad acerca de los sentimientos que en ese momento se desprenden. Inicia su intensa subida y, tras aproximadamente 30 minutos, el Capuchinero llega a la recta final. Aguarda al final de la calle María Santísima del Gran Perdón, quien discurre por las calles de Málaga en un inmenso navío de plata. Vítores a su paso, último esfuerzo de los que entregan su corazón y cuerpo para portar a la Madre de Dios. Suena “Gran Perdón” (2007) de Gabriel Robles y, sin darnos cuenta, nos encontramos en el punto final donde ambos titulares se mecen.

Ahora sí, es una realidad que venía advirtiendo desde primera hora cuando, entre palmas, aún sonaban los repiques del tambor de la Banda de Cornetas Santa María de la Victoria anunciando el inicio del Domingo de Ramos. Todo un año esperando, como no podía ser de otro modo, pero la jornada ha llegado a su fin. Recuerdos imborrables quedarán en nuestra memoria y, por supuesto, sones musicales diversos se enmarcarán en nuestro corazón de forma que siempre que los escuchemos nos transportaremos de inmediato. Acabó el Domingo de Ramos y mi corazón se queda con cada uno de los sones musicales y rincones descubiertos. Ahora es momento de espera ante la llegada del Lunes Santo…

 

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