Entrega IV. La última Cena de Jesús
Abordar la última cena de Jesús de Nazaret en Jerusalén, la noche en la que fue prendido, no es tarea sencilla, pues sobre este acontecimiento se derivan importantes consecuencias históricas y teológicas: ¿Fue esta cena una cena de Pascua? ¿Instituyó Jesús una nueva alianza? Estas son dos preguntas clave que abordaremos, entre otros aspectos importantes de esta última cena de Jesús.
¿Fue una cena pascual?
Los judíos celebraban anualmente la fiesta de la Pascua que rememoraba la liberación del pueblo hebreo en Egipto, acontecimiento recogido en el libro del Éxodo, en el Pentateuco. Esta tradición está recogida en Ex 12, 1-8; 11-24:
‘En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: «Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: «El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor. Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto. Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta al Señor, ley perpetua para todas las generaciones’.
El día pues, que Jesús debió comer el cordero y tomar los panes sin levadura debió ser el 14 del mes de Nissan, el primer mes del calendario judío fijado por cálculos lunares. El problema en este punto es que en el Evangelio de Juan se narra que fue el día de la muerte de Jesús, el viernes, el día “solemne”. Así está reflejado en Jn 18, 28:
«Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer la pascua».
Según leemos en Juan, el viernes por la mañana los judíos aún no habían comido la Pascua. ¿Cómo pues, Jesús la tomó la noche antes?
Para esta contradicción entre los evangelios sinópticos y Juan se han propuesto varias soluciones: algunos consideran que la cena de Jesús el jueves por la noche no fue una cena pascual sino de despedida. Esto encajaría con el relato del evangelista Juan, quien omite la cena en sí, y dedica tres capítulos en mensajes de despedida y consuelo para los apóstoles. Otros, por el contrario, creen que se trata de un error en el texto de Juan y dan más fiabilidad a lo recogido en los evangelios sinópticos, de los que se afirma que se trata de la cena de Pascua y arguyen que Jesús se ajustó a un viejo calendario que difería del lunar para tomar la Pascua.
Por otra parte, téngase en cuenta que de haber sido la pascua un viernes, se tornaría difícil de casar que, en un día tan solemne, se hubieran llevado a cabo ejecuciones. Son muchas las posibilidades planteadas, pues, para resolver este punto aparentemente confuso en el seno de los evangelios.
¿Estableció Jesús en esa cena una nueva alianza?
El texto más antiguo que narra la última cena, no lo encontramos curiosamente en los evangelios sino en la primera carta de Pablo a los corintios, escrita antes de la redacción de los evangelios. El texto dice:
1 Cor 11, 23-25
Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan;
y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.
Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.
Jesús alude a un nuevo pacto que será sellado por su sangre. Algunos historiadores dudan de que Jesús “instituyera” una nueva alianza, por el quebranto que ello podría suponer al judaísmo que Jesús mismo practicaba. No obstante, está nueva alianza debe comprenderse dentro del espíritu con que Jesús aborda las cuestiones de la “Ley», anterior a sí mismo, entendiendo que la figura de Jesús y su obra dan plenitud -y no ruptura- a la escritura.
Jesús lava los pies a sus discípulos
El evangelio de Juan no narra la cena en sí, sino lo que acontece antes y después de la misma. Juan nos narra que antes de sentarse a la mesa, lavó los pies a sus discípulos, en clara señal de humildad y servicio, con la motivación didáctica de darles ejemplo.
Jn 13, 1-15
Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase,
sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba,
se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó.
Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.
Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?
Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.
Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.
Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza.
Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.
Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos.
Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho?
Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy.
Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.
Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.
La institución de la Eucaristía
De forma parecido a la que vimos en la epístola paulina a los corintios, los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas narran la bendición del pan y el vino tras la cena. El primer texto evangélico nos lo ofrece Marcos:
Mc 14, 22- 25
Y mientras comían, Jesús tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo.
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos.
Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada.
De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios.
En Mateo se incluye un matiz importante al decir Jesús que lo que anuncia sucederá por la remisión de los pecados.
Mt 26, 26-29
Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;
porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.
Lucas añade una cierta modificación del orden del “ritual”:
Lc 22, 14- 20
Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles.
Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!
Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios.
Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros;
porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga.
Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.
De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.
Puede observarse que en esta narración Jesús reparte primero la copa de vino, aunque al igual que en Marcos y Mateo, la toma al final para declarar la Nueva Alianza. Este memorial es el que los cristianos llevamos a cabo en los cultos para recordar la pasión y muerte de Jesús.
En la Iglesia Católica, se afirma que el pan y el vino consagrados durante la misa son la misma carne y sangre de Jesús, no de forma figurativa, sino real, a lo que se conoce como transubstanciación. (Para saber más puedes leer la Cartela “Este es mi cuerpo, esta es mi sangre”)
Jesús anuncia la traición de Judas y la negación de Pedro
La última cena también trae anuncios amargos: Jesús conoce ya su destino y sabe que rol jugará cada cual en él. Judas, será quién lo venda por treinta monedas, Pedro, se avergonzará de él cuando Jesús es llevado ante Caifás.
En los cuatro evangelios canónicos se refleja este anuncio. Respecto a la traición de Judas, en Marcos y Mateo, Jesús da a conocer que será traicionado antes de la bendición del pan y el vino, en Lucas después, y en Juan al no narrar tal bendición cuesta ubicarlo.
El relato de Mateo narra:
Mt 26 21-25
Y mientras comían, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar.
Y entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor?
Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar.
A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas !!Ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido
Entonces respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho.
El discípulo amado pregunta a Jesús quien es el traidor.
En Juan, la escena se narra de forma diferente:
Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar.
Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba.
Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús.
A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquel de quien hablaba.
El entonces, recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es?
Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado, aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón.
Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto.
Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo esto.
Porque algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres.
En este relato se subraya que Judas abandonó el lugar cuando Jesús lo descubre, sin embargo, los apóstoles parecen no darse por enterados al pensar que Jesús le encarga una acción económica. También se alude a “comprar algo para la fiesta”, lo que supone para muchos que esa cena, no se trata de la Cena pascual, como ya se comento anteriormente.
Jesús anuncia la negación de Pedro
Hay diferencias entre los evangelistas respecto el lugar donde Jesús anuncia la negación de Pedro: Marcos y Mateo ya en Getsemaní; Lucas y Juan aún en el cenáculo.
Mc 14, 27-31
Entonces Jesús les dijo: Todos os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas serán dispersadas.
Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.
Entonces Pedro le dijo: Aunque todos se escandalicen, yo no.
Y le dijo Jesús: De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces.
Mas él con mayor insistencia decía: Si me fuere necesario morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo
Lc 22 31-34
Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo;
pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.
El le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte.
Y él le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces.
Jn 13, 36- 38
Le dijo Simón Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; mas me seguirás después.
Le dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti.
Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces.
Como se puede observar los relatos dejen a la luz matices importantes. En el texto de Marcos, Pedro insiste en no escandalizarse por Jesús, en Lucas y en Juan, Pedro va más lejos y asegura que está dispuesto a morir.
El nuevo mandamiento
Si algo puede destacarse de esta última reunión de Jesús con sus apóstoles y amigos es el amor que les demuestra tener y que se refleja en el llamado Mandamiento del amor.
Jn 13, 34-35
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.
En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
Jesús quiere manifestarles a sus discípulos el amor que siente por quienes han sido sus seguidores durante tres años y a quienes corresponderá llevar su mensaje hasta los confines de la tierra.
Jesús se despide
Se va acercando la hora y Jesús no deja de mostrar amor y consuelo a los suyos. Es el evangelio de Juan el que más nos narra sobre las últimas reflexiones de Jesús antes de partir para el Huerto de los Olivos.
- Jesús traslada mensajes de fortaleza:
Jn 14, 1-7
No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.
Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.
- Jesús les habla sobre su relación con el Padre:
Jn 14, 8-10
Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.
Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?
¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.
- Jesús les consuela anunciándoles la venida del Espíritu Santo:
Jn 14, 15-17
Si me amáis, guardad mis mandamientos.
Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:
el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
- Jesús les concede paz:
Jn 14, 27
La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
- Jesús les anticipa su persecución:
Jn 15, 19
Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.
- Jesús les anuncia su marcha :
Jn 16, 5-6
Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas?
Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón.
- Jesús pide al padre por sus discípulos:
Jn 17, 11-12
Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el ohijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.
¿Cómo fue la última cena de Jesús?
A través de cuadros e imágenes iconográficas nos ha llegado una imagen de la Última Cena de Jesús algo distorsionada: no se usaron sillas sino que los comensales se sentarían sobre cojines en el suelo y permitiría posturas como las que según el Evangelio de Juan, el discípulo amado mantenía sobre Jesús: estar recostado sobre él.
¿Cenaron mujeres con los apóstoles? En ninguna narración evangélica se las menciona, es posible que estuvieran cenando en otra mesa o sala.
Jesús cenó presumiblemente cordero, aunque no se menciona en el texto, así como los panes sin levadura.
No hay descripción del lugar donde Jesús cenó, se le conoce como cenáculo y es posible que fuera una estancia propiedad de algún seguidor de Jesús en Jerusalén.
Fotografía de portada: Julio Salcedo (@HdadSgaradaCena)