Entrega V. Jesús en Getsemaní
El Monte de los olivos
Jerusalén, probablemente noche del jueves 2 de abril del año 33. Jesús de Nazaret abandona el lugar donde ha cenado con sus doce apóstoles. Once de ellos le acompañan a orar a un huerto llamado Getsemaní, al otro lado del torrente Cedrón. Judas, que abandonó la cena antes de tiempo, se dirige a las autoridades judías: va a delatar a su maestro.
El monte de los olivos es un lugar que podemos visitar hoy día, está situado en el este de Jerusalén, y separado de esta ciudad por el Valle del Cedrón. Como curiosidad, se ha comprobado que aún hay olivos en pie de la época de Jesús.
Era un lugar que Jesús ya conocía, y dónde anteriormente había estado enseñando a los apóstoles. El nombre Getsemaní es la traducción griega del original arameo Gath-Šmânê, que traducido significa “prensa de aceite”.
Agonía en el Huerto de los Olivos
Jesús se dispone a orar al Padre y manifiesta a sus discípulos que está sintiendo angustias mortales. Según los Evangelios sinópticos, se retira en intimidad con Pedro y con los hermanos Santiago y Juan, hijos de Zebedeo. Los mismos que presenciaron la resurrección de la hija de Jairo o su transfiguración en el monte Tabor.
Mt 26, 38
Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.
Jesús se aparta de ellos y pronuncia su celebre oración ante el Padre:
Mc 14: 35-46
Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora. Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.
Mucho se ha comentado de esta petición al padre. Desde un punto de vista teológico, se concluyó que Jesús mantuvo en su persona dos naturalezas, humana y divina, lo que comportaba que Jesús, tuviera dos voluntades, una humana y otra divina. Si bien estas voluntades no colisionaron nunca, como consecuencia, en este texto podemos observar que Jesús habría manifestado en, primer lugar, un deseo nacido de su voluntad humana pase de mi este cáliz, pero que es “vencida” por su voluntad divina hágase lo que tú quieras.
Esta oración es recogida en los tres evangelios sinópticos, no así en Juan.
Otro elemento a resaltar es el uso de Abba, expresión del arameo que quiere decir “querido padre” y que en español podría ser equivalente a “papá”. Esta forma de dirigirse a Dios era inaudita, y refleja la íntima relación que Jesús y Dios padre mantienen, fuera de convencionalismos.
Jesús oró, según los evangelios de Marcos y Mateo, dos veces más. Cuando terminaba cada oración se dirigía a los apóstoles y los encontraba dormidos. Así lo refleja el Evangelio de Mateo.
Mt 26, 40-45
Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí este cáliz sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño.
Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras.
Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.
El Evangelio de Lucas nos relata un momento de extrema tensión y angustia psicológica, por la cual Jesús podría haber sufrido hematidrosis.
Lc 22, 43-44
Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.
El episodio de la aparición de un ángel para fortalecer a Jesús, sólo está incluida en Lucas, y en muchos manuscritos primigenios de este evangelio no se encuentra. Puede pensarse que fue un versículo añadido con posterioridad o que algunos decidieran omitirlo por encontrarlo negativo a la imagen divina de Jesús. Lo cierto es que el pavor que se describe, vivió Jesús, ha sido explicado desde un punto de vista teológico y médico.
Desde el punto de vista teológico, se considera que, el momento de extrema angustia y tristeza que vive Jesús, no es tanto por un miedo al dolor físico, sino al abandono que experimentará en la cruz por parte del Padre y que se sustancia cuando Jesús citando las escrituras dice Padre ¿Por qué me has abandonado? También se ha propuesto que la angustia que padece Jesús se debe a una última tentación de Satanás, que intentaría que Jesús rompiera su unidad de acción con Dios Padre.
Desde el punto de vista médico Jesús, debió sufrir un estrés psicológico que se habría somatizado al cuerpo. El sudor que emana Jesús como gotas de sangre puede entenderse como un símil, es decir, una comparación, o sin embargo que, verdaderamente Jesús sudara sangre. Este fenómeno clínico existe, se trata de la hematidrosis y se da cuando a causa de un estrés muy fuerte los vasos arteriales se rompen y la sangre se mezcla con el sudor.
Quien a hierro mata a hierro muere
Es ya la madrugada del viernes. Judas Iscariote guía a los captores de Jesús a Getsemaní. Sabe bien donde ir, pues es el lugar donde Jesús se retiraba esos días tras sus predicaciones en Jerusalén. Judas conocía el itinerario que Jesús y sus compañeros recorrerán tras abandonar el cenáculo. Los cuatro evangelios narran el Prendimiento de Jesús, aunque lo hacen de modo diferente. En una cosa coinciden, la señal que Judas les ha dado para identificar a Jesús es certero: a aquel a quien yo bese.
Mc 14, 42-44
Levantaos, vamos; he aquí, se acerca el que me entrega.
Luego, hablando él aún, vino Judas, que era uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los escribas y de los ancianos.
Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: al que yo besare, ése es; prendedle, y llevadle con seguridad.
Del Evangelio de Juan, podría deducirse también que participaron soldados romanos, pues menciona que a Judas le acompañaba soldados de la cohorte, que es una unidad militar romana. Sin embargo, esto parece contradecirse con el hecho de que el proceso civil romano comenzara más tarde.
Jn 18, 2-9
Judas, el que había de traicionarle, conocía el sitio, porque muchas veces concurría allí Jesús con sus discípulos.
Judas, pues, tomando la cohorte y los alguaciles de los pontífices y fariseos, vino allí con linternas, y hachas, y armas. Conociendo Jesús todo lo que iba a sucederle, salió y les dijo: ¿A quién buscáis? Respondiéronle: A Jesús Nazareno. El les dijo: Yo soy. Judas, el traidor, estaba con ellos. Así que les dijo: Yo soy, retrocedieron y cayeron en tierra. Otra vez les preguntó: ¿A quién buscáis? Ellos dijeron: A Jesús Nazareno. Respondió Jesús: Ya os dije que Yo soy; si, pues, me buscáis a mí, dejad ir a éstos.’
Para que se cumpliese la palabra que había dicho: De los que me diste no se perdió ninguno.
¿Por qué era necesario tanta gente armada para capturar a un hombre rodeado de otros once?
Jesús nunca protagonizó ningún acto de violencia –exclúyase la expulsión de los mercaderes- en la que emplearse armas. Cabe señalar que el Monte de los Olivos era un lugar de acampada de los peregrinos que acudían a la Pascua, por lo que el llevar armas tendría una motivación disuasoria para evitar tumultos.
Por otro lado ¿Por qué era necesario que Judas identificase a Jesús con un beso? ¿Es que no lo conocían?
Jesús había mantenido enfrentamientos dialécticos con las autoridades religiosas, por lo que podría suponerse que su rostro era conocido, sin embargo, parece que para evitar cualquier tipo de confusión Judas optó por saludar con un beso a Jesús, como señal, un gesto común para saludar a los maestros.
Mt 26, 49-50
Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó. Y Jesús le dijo: Amigo, ¿A qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron.
Otra respuesta que Jesús dio a Judas fue:
Lc 22, 18
Viendo los que estaban con él lo que había de acontecer, le dijeron: Señor, ¿heriremos a espada?
Los evangelios sinópticos no señalan cual apóstol usó la espada, es Juan quien nos ofrece su identidad, es Pedro:
Jn 18, 10
Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.
La respuesta que Jesús da en el Evangelio de Mateo a esta acción es clara:
Mt 26, 52
Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán.
En el evangelio de Lucas se recoge además que Jesús, sanó la oreja del criado.
Lc 22, 51
Entonces respondiendo Jesús, dijo: Basta ya; dejad. Y tocando su oreja, le sanó.
Jesús no opone resistencia, y no acepta ningún acto violento para detener el destino que sabe tendrá que afrontar para cumplir con lo que la escritura ya había dicho de Él. No obstante tras reprender a Pedro, tiene palabras de reproche para sus captores:
Mt 26 53-56
¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?
¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?
En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo,(I) y no me prendisteis.
Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.
Los apóstoles tras este conato en defensa de Jesús huyen. Nos narra el Evangelio de Marcos que un joven cubierto con una manta siguió a Jesús de cerca y fue prendido, escabuyéndose desnudo sin la manta. La identidad de este joven no es especificada. Algunos han especulado con que pudiera ser el propio evangelista Marcos o Lázaro, el joven a quien resucitó Jesús.
Tras arrestar a Jesús, es conducido en dirección oeste hasta Jerusalén, cruzan el Valle del Cedrón y su torrente homónimo y es llevado ante los sumos sacerdotes Anás y Caifás. Comienza el proceso judicial más relevante de la historia.