La crónica del Domingo de Ramos

Entre las dos y media y las cuatro de la tarde se cumplieron los peores presagios meteorológicos. La lluvia hizo acto de presencia afectando de lleno a las procesiones del Domingo de Ramos de forma muy dispar: mientras Lágrimas y Favores sufre un verdadero aguacero en el recorrido oficial y deciden acortar el final de su itinerario, no por ello deben dejar de sentirse orgullosos del gran desfile procesional que realizaron; otras hermandades como Dulce Nombre, Ecce Homo y Humildad y Paciencia acuerdan retornar a sus sedes. El resto de hermandades de la tarde, retrasan su salida treinta minutos permitiendo con ello que el frente lluvioso terminase de pasar, esperando la tarde noche limpia y estrellada que quedó.

Hasta ese momento, la mayordomía de Lágrimas y Favores volvían a demostrar otro año más su buen hacer en la calle. A las doce del mediodía cientos de nazarenos de crema y verde daban colorido a calle Nueva. Tras ellos el majestuoso trono de la Niña de San Juan, mecido como siempre con una elegancia sin igual. Un poco más tarde, Nuestros Padre Jesús en su entrada en Jerusalén enlazaba tres marchas para hacer la rotonda del inicio de la Alameda, terminando con Saeta para cuadrar el trono en el centro de la misma. Majestuoso el paso de sus hombres de trono sin perder el paso en ningún momento. La Agrupación de Cofradías tendría que hacerse mirar la colocación de las gradas y el inicio de las sillas porque año a año pone más difícil el paso de las hermandades.

Con un retraso considerable, más de una hora con respecto al horario oficial, la hermandad del Prendimiento comenzaba a discurrir por las calles del barrio de capuchinos. La majestuosidad de los tronos en paralelo por calle San Millán se repetía otro año más. La lluvia había dado definitivamente un respiro.

Uno de los momentos más emotivos de la noche lo protagonizó la Archicofradía del Huerto. Sonaba la marcha Al tercer día y se encontraban las imágenes de Jesús Orando en el Huerto y Nuestra Señora de la Concepción en la rampa de la Aurora. El trono del Señor en la propia rampa y el de la Virgen en el pasillo de Santa Isabel. Con mecida suave avanzaban ambas imágenes, a escasos metros una de otra, en sentido contrario. Al finalizar la marcha ambos tronos se levantaron a pulso. Los tronos de la Archicofradía no se levantaban a pulso en un lugar distinto del encierro desde hace más de veinte años, en el último año de hermano mayor de Paco Toledo, quien quiso retirarse levantando a pulso al Señor del Huerto en la Alameda, haciendo lo propio el trono de la Virgen quién salía de calle Torregorda. Ayer el Huerto hizo historia cambiando parte de su recorrido, y este momento pasará también al anecdotario de sus hermanos.

Cerca de las cuatro de la madrugada sonaba Encarnación Coronada para que la Virgen de la Salud enfilara la Avenida de Fátima camino de su encierro. Momentos antes el Cristo de la Esperanza en su Gran Amor hacia su encierro con una puesta en escena bellísima, entrando sin querer entrar en su casa hermandad.

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