Ser de luz
María Santísima del Amparo hizo que, por octubre, la palabra ‘extraordinaria’ tomara todo su sentido
Luz, simplemente luz. Algo tan sencillo, tan complejo, tan necesario y tan humano. Ser luz. La que ilumina el camino de la vida y la hace más bonita. La que irradiaba el interior de la Iglesia de San Agustín en la noche del viernes 28 de octubre. Aún era tiempo de extraordinarias vísperas, aún quedaba mucho por decirle y que rezarle. Pero cuánta luz tiene la mirada de María Santísima del Amparo. En los hoyuelos de sus mejillas se concentra la ilusión de Málaga cada Domingo de Ramos. No era primavera, pero lo parecía, porque con su verde y el anagrama del Ave María a su espalda, abandonó su sede canónica para poner rumbo a su casa hermandad. Una hora bastó para anunciar que Ella estaba a tu vera, tú que vas a pedirle y agradecerle en esa capilla que se esconde a la izquierda del templo y que tanta luz desprende.
‘Pescador de Hombres’, interpretado por la Capilla Musical Caeli, provocó ese escalofrío propio de la ilusión de saber que ahí está Pollinica, y que a su paso es difícil no sonreír. Era Ella, la Virgen del Amparo, era de noche, la rosa dorada de su pecho brillaba por la luz que desprendían las velas dispuestas en el trono de traslado de la Virgen de Consolación y Lágrimas de la Archicofradía de la Sangre. Estampa inédita, para la historia, y ya se contaban las horas para que el reloj marcase al día siguiente el momento de la Virgen.
Flores de papel y banderolas sobrevolaban la ciudad, los pétalos estaban a resguardo en grandes cajas a la espera de desparramarse sobre su sobretecho de palio y su manto. La sonrisa ya era contagiosa, y el calendario corroboraba que no era un sueño, que había llegado el sábado 29 de octubre de 2022, y que María Santísima del Amparo iba a derrochar toda su magia en una tarde noche inolvidable. Porque Ella volvió a iluminar lo que estaba oscuro con su mirada confortadora.
Una extraordinaria extraordinaria
La cruz alzada partió desde la Iglesia de San Felipe Neri puntual a las 17:30 horas de la tarde, y todos los hermanos pollinicos pasaron por delante de su Madre. La de la rosa amarilla. La de la eterna sonrisa. La que atesora la inocencia y la ilusión infantil pasen los años que pasen. Y como si de un ascua de luz se tratase, los rostros se iban iluminando a su paso por los portones de la casa hermandad. Ya quedaba poco, la campana ordenó levantar el trono y la ‘Reina de San Agustín’ adormeció a Málaga en el más bello de los sueños que pudo crear por su 75 aniversario. La Banda de Música Nuestra Señora de la Paz comenzó a componer toda una perfecta melodía sinfónica que arrancó con ‘Reina de San Agustín’.
Pero calle Parras siempre es más. Las lágrimas derramadas cuando María Santísima del Amparo pisa su bendita calle son de alegría, de puro desahogo, de felicidad. Porque con María, como Madre que es, también se llora de felicidad al sentirse tan cerca de Ella. Los primeros acordes no engañaban, era su insigne marcha: ‘María Santísima del Amparo’. Y con ella llegó el paso pollinico que hace cimbrear su palio de malla de forma única. No se distinguía bien si la luz irradiaba sobre su manto, o si era su divino rostro el que alumbraba con su luz extraordinaria el alma de todos los presentes en el histórico instante.
Con alegría y compás, la Virgen del Amparo buscaba las calles del Molinillo. La luz estallaba, y quiso salirse hasta de las tulipas de los arbotantes. Con marchas triunfales se alejaba el manto verde que se mecía para acunar todas las plegarias de sus hermanos, y que se calmó a su paso por la Capilla de Nuestra Señora de la Piedad. Principio y fin. Barrio unido en el dolor y la gloria misma recreada en forma de corazón alado en el pecho de la Virgen y en una corona fruto del trabajo, del amor y de la propia historia de la corporación del Domingo de Ramos. María Santísima del Amparo puso en apenas unos minutos en la calle los corazones a punto para dejarse llevar.
El blanco del cielo iba apagando su intensidad. Ni la luz del firmamento podía competir con las velas de la candelería que provocaban destellos en las morilleras de las bambalinas. La Plaza de San Francisco esperaba, los aleluyas volaban desde la Capilla de la Paloma, y poco a poco se acercaba con dulzura la Rosa temprana del Amparo, que quiso entrar hasta encarar a la Guardiana de ojos verdes de este enclave malagueño. Y de malagueñas maneras retomó su itinerario procesional bajo una lluvia de pétalos y la atenta mirada de mayores y pequeños. Un niño se alzaba en brazos de su padre. Mientras el pequeño contemplaba asombrado a la Señora, el padre sonreía viendo los hoyuelos de sus mejillas. Ella fue capaz de transmitir su tímida sonrisa, ese fue su bienaventurado mensaje durante su procesión extraordinaria. Ojalá perdure en todos este sentimiento hasta un nuevo Domingo de Ramos.
Entonces ocurrió. La noche se hizo y la ‘Alegría de la Mañana’ resonó con fuerza en la calle Nosquera. El estreno musical de Francisco Javier Criado pudo decirlo todo a través de partituras y sonidos celestiales. Y es que muchas veces, cuando las palabras no bastan, la música es un recurso idóneo para dejar estallar las emociones. Triunfal, dulce y gozosa, así podría resumirse una marcha que suena y rezuma Amparo desde su primer segundo hasta el último redoble de tambores. La Virgen del Amparo, cetro en mano, recibía después de 25 años sobre su trono procesional, la luz de una luna que se asomaba con recelo, siendo una espectadora de lujo más.
Fue ya en Casapalma donde las estrellas refulgían, porque ahí estaban. Ahí estaban todos esos históricos pollinicos que hicieron posible llegar hasta ese enclave. Sin ellos, no habría sido lo mismo, ni tampoco se habría realizado de la misma manera, ni en forma, ni en contenido. Querían estar con los pollinicos del presente y del futuro. Todos juntos para ver a su Madre del Amparo comenzar la subida hasta su retablo cerámico al son de ‘¡Amparo!’, de Alfonso López Cortés. Una composición musical que promete arrancar aplausos entre los devotos que contemplen cómo cada año la Virgen del Amparo sigue los pasos del Señor que siempre nos bendice.
Y hasta esas mismas estrellas llegó el canto del coro de José Manuel Pedrosa y David Fernández en la marcha ‘Reina y Madre del Amparo’. Compases de ‘Nazareno y Gitano’ entremezclados con la fuerte cornetería hicieron que esas lágrimas de plenitud brotaran desde lo más profundo y sincero del alma. Esas voces tuvieron el poder de conectar el resplandor de esas estrellas con las pupilas que miraban fijas a la Virgen. Y tras el hermoso estallido de emociones, no hubo tiempo de recuperarse, volvió a entonarse la marcha de Molero, ‘María Santísima del Amparo’. No era un sueño ni era Domingo de Ramos. La noche fue la pista inequívoca de que se trataba de algo sumamente extraordinario.
La emoción no rebajó su intensidad en la calle Madre de Dios con la petalada del grupo joven de la Cofradía de Pollinica, que se encargó de engalanar cada rincón de una ciudad que respiró Amparo por los cuatro costados. Parte de la luz especial que irradiaba la Virgen era por ellos. Para devolverles el calor y el afecto con el que han mimado cada detalle en las extraordinarias vísperas de la gloriosa noche del 29 de octubre. Y en la Plaza de la Merced, el relevo. Nuevas túnicas verdes apoyaron sus hombros sobre los varales, mientras que algunos abandonaban las entrañas de su manto entre abrazos, palabras de cariño y más lágrimas de felicidad.
‘Eres nuestro Amparo’ se hizo música gracias a José Bazalo y José Daniel Vela. Otra nueva marcha dedicada a la Virgen que sirvió para que bajara por calle Alcazabilla de forma resplandeciente. A su llegada a calle Císter, ya con el cortejo reducido exclusivamente a los hermanos que portaban la luz de la ilusión, una ofrenda de rosas amarillas se dispuso a los pies de María Santísima del Amparo para continuar su jubiloso camino bajo otra petalada con balcones engalanados para la ocasión. La torre de la Catedral estaba iluminada mientras soñaba con ver de nuevo a esa Virgen, que por octubre quiso pasear por la noche, entrar y salir en las naves del primer templo catedralicio. Ella siempre es la primera, con la Virgen del Amparo todo comienza cada Semana Santa y por el caprichoso destino quiso cerrar el círculo de las extraordinarias de este curso.
En ese punto, justo antes de entrar a calle Echegaray, muchos miraron hacia su derecha. San Agustín estaba en calma y en paz. Por unos minutos, la Madre casi se reencontraba con el Señor. Quizás por eso la magia volvió a suceder, sin matices y casi sin explicación. La ‘Reina y Madre del Amparo’ rogó por nosotros una vez más. El centro también se impregnó de alegría. Y qué bonito es cuando los cofrades se unen para sumar, para construir, para compartir sin más pretensión que eso, compartir. Emociones compartidas en la oración en la Plaza de los Santos Mártires y en el encuentro de la Virgen con el retablo cerámico del Señor en la calle Carretería.
Entonces llegó nuestro particular momento de agradecer. La Asociación Cultural Palio de Plata aguardaba desde el cielo de la calle Dos Aceras. La Archicofradía de la Sangre nos tendió la mano para vivir juntos otro gran momento en los primeros minutos de la madrugada del 30 de octubre. Los aleluyas volvieron a tomar otras imágenes y otros mensajes, pero con la intención de honrar a la Madre de los pollinicos. Ella fue nuestro ‘Consuelo eterno’.
Aparecía ya, con el techo recubierto de color, con ‘Siempre la Esperanza’, con su cálida mirada, con su siempre abierta entrecalle de la candelería para contemplar a la perfección cómo su saya blanca se ceñía sobre su figura. Cuan excelsa es María Santísima del Amparo, que todo malagueño guarda un trocito verde en su corazón reservado para ese sentimiento que siempre despierta la Madre sonriente.
Y el color volvió a caer rendido sobre Ella. Pétalos morados de pasión, blancos por la pureza de María, rojos por la emoción del reencuentro por las calles, y amarillo por la Virgen del Amparo. Se cierra un ciclo que comenzara hace ya casi un año. María Santísima del Amparo quedará por siempre ligada a la historia de esta Asociación Cultural, ilustrando el cartel de la Semana Santa de la vuelta, de la alegría, del renacer. Con Amparo todo vuelve a ser como en la infancia. Todo se vuelve a vivir con la intensidad de los niños hebreos. Y que sea así siempre, por los siglos de los siglos.
Ya faltaba poco, la Parroquia de la Santa Cruz y San Felipe Neri fue testigo del momento de recogimiento de la noche y del abrazo de la eterna gratitud. Con ‘La Madrugá’, las bambalinas casi no se mecían y los rosarios que pendían de sus manos movían sus cuentas como si tuviesen vida propia al sentir el contacto de la Virgen.
Calle Parras volvió a estallar con las marchas dedicadas a María Santísima del Amparo, que avanzaba valiente y retrocedía sin querer dejar atrás a nadie hasta su último suspiro extraordinario. Más de siete horas de procesión, y la luz que irradiaba la Virgen seguía aumentando a cada segundo. Luz que al alba se fundió con el resplandor del sol a su vuelta a la Iglesia de San Agustín.
Porque a veces necesitamos ser simplemente luz, que no es poco. Luz que tintó de verde una ciudad que desprendió de sus balcones el amarillo puro de la ilusión por octubre. Luz que fue la sonrisa de María Santísima del Amparo por octubre. Porque sí, te sonreía, por ser su luz y brillar siempre con tu propia luz. Y Ella quiso regresar ya en los primeros minutos del 30 de octubre para recordarnos la fecha en la que justo un año antes, su bendito Hijo nos devolvió la vida en esa misma calle. Sí. Con Pollinica la vida es un Camino de la Gloria sumamente extraordinario, y mientras palpiten todos esos corazones pollinicos al unísono, siempre habrá motivos para la ilusión y la alegría. Es la luz que tiene la extraordinaria fe. Gracias por tu luz, Virgen del Amparo. A por otros resplandecientes 75 años.
Y dejo una posdata muy personal, pero estoy firmemente convencido. Las personas que aman y sienten a la Virgen del Amparo están hechos de otra pasta. Y tú. Sí, tú. Ahí estabas iluminando a tu Madre para sonreír y respirar la fragancia de un dulce incienso que perfumaba su camino. Y tú. Sí, tú. Ahí estabas llevando sobre tus hombros ese cirio de ‘Lágrimas de vida’, por todo lo luchado, por todo lo superado, y por todo lo que aún te queda por vivir junto a tu Virgen del Amparo. Qué suerte tiene Pollinica por contar con tantos seres de luz.
Fotografías: Salva Fernández y Pedro Duarte.