Málaga no perdió su Esperanza.
El Jueves Santo fue el segundo día con más afluencia de nazarenos en las calles malagueñas, pudiendo realizar estación de penitencia seis de las ocho corporaciones que lo tenían previsto.
Después de uno de los peores Miércoles Santo que se recuerdan, por no decir el peor, los cofrades que se desplazaron a la capital malacitana depositaron en la jornada del jueves sus últimas esperanzas de poder disfrutar viendo tronos en las calles. Las predicciones meteorológicas eran favorables, salvo en un tramo de la madrugada que, con el paso de las horas, también mostró mejoría en dicha franja.
La hermandad de la Cena y Santa Cruz fueron las primeras en sacar sus filas de nazarenos a la calle, en sus horarios previamente previstos pero con un ritmo un poco más rápido de lo habitual y, en el caso de la Cena, con itinerarios de vuelta modificados para asegurarse una estación de penitencia tranquila. Dichos factores no impidieron que la gente congregada en el centro pudiera disfrutar y admirar de la sobriedad tan admirable de la hermandad de Santa Cruz en su caminar, y del colorido de la cofradía de la Sagrada Cena en su alegre caminar.
Sobre las 17:30 de la tarde, se divisaba al señor de Viñeros por su calle Carretería, seguido por su bendita madre, bajo el palio de una tarde que cada vez era más soleada. Ambos tronos realizaron su itinerario previsto con un saber estar inigualable.
Como inigualable fue la atmósfera que rodeó durante todo su discurrir al Santísimo Cristo de la Vera+Cruz y Sangre. A todos los que tuvimos la suerte de verlo, nos transportó a otro tiempo, al pasado. Cada vez que tengo la oportunidad de disfrutar de su cortejo, me doy cuenta de la falta que hacen en Málaga cofradías de este corte tan sobrio.
Sin embargo, tanto calle en Mármoles como en la parte sur del barrio de El Perchel, volvimos a ver lágrimas en las caras de los cofrades malagueños al recibir la noticia de la suspensión de la procesión de la Zamarrilla y de la Misericordia. Ambas corporaciones fueron cautas y prefirieron no adentrarse por las calles de Málaga por temor a la lluvia. Unas ausencias sensibles para la jornada, que sin duda quedó un poco huérfana sin la presencia del Señor de los Milagros, la Rosa del Jueves Santo, «El Chiquito´´ y la Virgen del Gran Poder.
Aunque hubo momentos de duda, y muchos no confiaban en que pudiera salir, la congregación de Mena realizó su estación de penitencia. La Congregación de Mena contó, como es costumbre desde 1930, con la presencia de la Legión. El Cristo de la Buena Muerte y Ánimas caminó de forma imponente por el centro de la ciudad, dejando esa estampa propia tan tradicional. Fue seguido de la Virgen de la Soledad Coronada, con una belleza inmaculada, custodiando ese navío espectacular que es su trono. Dejando claro a los que querían presenciar lo que da sentido realmente a la Semana Santa, y no a los que fueron por ver únicamente a la legión, que es una de las mayores joyas del Jueves Santo malagueño.
La Archicofradía de la Esperanza con la categoría de su extenso cortejo se encargaría de cerrar la jornada. El nazareno del Paso bendijo a todo el pueblo malagueño impartiendo la propia bendición en la Plaza de la Constitución, y con un caminar que derrochaba una clase perfecta en cada mecida. Tras EL y arropada por toda Málaga, que necesitaba del cobijo de su amor, llegó María Santísima de la Esperanza a su basílica.