«Sombra que siempre me asombra»

La Semana Santa de Málaga ya tiene Cartel. Málaga tiene su Cartel.

Tan rompedor como reconciliador.

Con la virtuosa destreza del pincel, aparece -casi a punto de irse- el perfil orante de la Dolorosa, no cualquiera, sino de la que espera al otro lado del Puente.

Ella, su sola figura enlutada, su solo perfil sin alhajas, no necesita presentaciones, tan solo que le abran paso. José Antonio se lo ha dado, y aunque Ella ya tiene a Málaga prendida bajo sus amores, a Málaga se la ha entregado. Pura, libre, limpia. Colmada de amparo.

Su dulce perfil deja al paso de todas las miradas esa sombra prostada, como divinidad del alma.

La fulgurante corona sobre su testa recuerda que es Madre sobre madres de un pueblo que la corona con Fe manifiesta, en toda su Gloria. Su manto cobija, hasta el final que alcanza la vista, las plegarias que de sus entrelazadas manos escapan. Paz. Ella es lucero en la noche. Luz del final al cruzar.

Y parece que se va. La contemplo; serena, inmóvil; pero parezca que quiera marchar. Avanza por las callejuelas del barrio que le haya el tiempo regalado. Él le ha visto a Ella permanecer como vivo faro; Ella le ha viso a él morir deshojado. Las paredes que en pie se han mantenido son hoy arañazos y gritos. Lienzos en blanco. Diarios.

Capilla de los Dolores del Puente y su entorno. Fotografía: Genoveva Gallardo.

Me gusta pensar en lo subjetivo del arte. ¿Y qué es arte? Su cara lo es. Y eso nadie lo discute. Ella es el sollozo fervoroso y hasta el arte callejero que sorprende también a quien no cree, ni si quiera en las propias artes. Ella no es arte que busques, Ella es arte que te descubre.

Cruce entre los dos lados del río: el ayer, y el hoy. El ayer como signo inquebrantable de la devoción, envuelto en la evolución del hoy.

Ella continúa avanzando; corazón atravesado y rosario en mano. Se intuyen mecidas desde callejones insospechados. Y entre la amarillenta penumbra de viejas luces y rotos muros, de entre el murmullo de la madrugada y la luna dorada; encuentras entre el humo y las voces pasadas, la templanza de su Imagen; y acaricia las calles, y rompe la noche.

Dolores del Puente de regreso a Santo Domingo. Lunes Santo. Fotografía: web de la Cofradía.

Victoria. Entre esas paredes de desconchados recuerdos olvidados, Tú irrumpes. Y ya no hay barrio, hay Dolores. Y entonces todos lo comprenden. Pequeños y mayores. Niños y ancianos. Cofrade que espera y viandante que pasea. Todos se detienen y alzan a mirarte. Esa es la magia. Ese el arte.

Todos lo contemplan.

Enhorabuena, José Antonio. Un cartel acaparador de miradas. Pero lo más importante: con alma.

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