Alberto García Reyes pregonó a las Esperanzas de Sevilla en la Macarena
El periodista pronunció un pregón con sevillanía y aires flamencos acompañado de la voz de Manuel Lombo.
La Basílica de la Macarena fue el escenario de la cuadragésimo primera edición del Pregón de la Esperanza, que organiza cada año una de las hermandades que acogen a esta advocación en los días previos al 18 de diciembre. La Hermandad de la Macarena designó para la edición de 2015 al periodista y director adjunto del diario ABC de Sevilla, Alberto García Reyes, que comenzó su andadura periodística en la sección de cultura con una gran vinculación con el flamenco.
Minutos antes de la hora fijada se abrieron las puertas de la Basílica para la entrada del arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, que fue recibido con el aforo completo del templo en pie. La presidencia estaba compuesta por los siete hermanos mayores de las cofradías que celebran sus cultos por la expectación de la Virgen, el pregonero y el arzobispo de Sevilla.
Coronación de la Macarena, interpretada por la Sociedad Filarmónica Nuestra Señora del Carmen de Salteras fue la marcha que anunciaba el inicio de la presentación del pregonero, que comenzó con la siguiente cita: “La esperanza nace siempre de las palabras”, seguida de los datos biográficos de García Reyes. Tras esto, la banda interpretó Pasa la Virgen Macarena, de Pedro Gámez Laserna para que, acto seguido, comenzara el pregón.
“Esto va por la Virgen bonita del azulejo, tan lejana como próxima a este universo de la esperanza de la resurrección” eran las palabras seleccionadas por el periodista para dirigirse a una Basílica llena de gente. “Sevilla es la expectación perfecta, 7 esperanzas”, continuó haciendo referencia a todas las imágenes que celebraban esta advocación en la ciudad. Esto le sirvió al pregonero para establecer una comparación con las sagradas escrituras en las que el 7 es el número perfecto.
Minutos más tarde, el mundo del toreo tuvo protagonismo cuando García Reyes habló sobre el Domingo de Resurrección. “La mejor demostración de nuestra manera de entender la esperanza es la que dio un currista, en uno de esos domingos de almohadillas ,cuando al haberse consumado el via Crucis de Romero el hombre se levantó y exclamó :“Curro, el año que viene va a venir tu madre! Y yo.”
Con tono lento y pausado Alberto García Reyes exaltó la intervención de la esperanza a través de la historia de un seminarista puertorriqueño, que rezaba todos los días a una virgen de la que no conocía el nombre. Este relato lo enlazó con unos versos a la Esperanza de la Trinidad, que levantó el aplauso de todo el público.
A continuación, el pregonero reivindicó la acción social de la Hermandad de la O a las madres más necesitadas, a la que le dedicó unos versos con aires de villancico para emocionar, nuevamente, al público.
Mencionando al personajes como el maestro del baile Enrique el Cojo o El múo de Triana, el periodista continuó exaltando a la esperanza a través de la imaginación de un diálogo entre el múo y un sordo. “Me quitan de que le hable pero me han dejado libre los ojos para rezarle” puso García reyes en boca del uno de los personajes más queridos del arrabal trianero, mientras sonaba un ole en la Basílica.
“Esperanza es que aparezca Marta, que es el castillo de nuestra peor frustración”, puntuó con una gran sensibilidad, provocando el aplauso de todo el público. También tuvo presencia una mención a los atentados de París: “A esos bárbaros con la cabeza llena de demonios les digo que Dios les proteja y les condene a padecer su amor infinito, eso es esperanza”.
Cuando el pregonero hablaba sobre la figura del aguaor de Sevilla, irrumpió la voz de Manuel Lombo desde el coro de la Basílica para interpretar unos versos cargados de sentimiento que, de nuevo, emocionaron a los presentes.
Llegando al final del evento, Alberto García Reyes quiso cerrar el círculo del pregón volviendo a mencionar al número 7 como la perfección según las sagradas escrituras, en mención a las 7 esperanzas de Sevilla. Desde este momento, no desaparecieron los versos de las palabras del pregonero, que estableció símiles flamencos y artísticos relacionando la esperanza con los grandes personajes de la cultura sevillana a lo largo de la historia.
“A las mujeres que son guapas por condena no les decimos bonita, les llamamos Macarena”. De esta manera terminaba el pregón de las Esperanzas en su cuadragésimo primera edición, seguido del Himno Nacional de España.