[Crónica Musical]: «Suspiros de la Tribuna de los Pobres»
Juegan las golondrinas en el cielo azul mientras aún resuenen en mi cabeza las últimas melodías de la tarde-noche de ayer. Repongo fuerzas, saboreando la esencia que me deja esa torrija de azúcar que no puede faltar sobre mi mesa esta semana. Oigo a la gente inquieta, preguntándose acerca del tiempo que hará durante la jornada de hoy. Yo, ajeno a ello, me dejo llevar por la claridad que puedo ver entrar por mi ventana y la colorida luz que se refleja en el entorno de las calles. No importa nada, hoy es Miércoles Santo.
¡No se hable más! Ya es medio día, ya camina el “Redentor” (2017) desde Calle Ayala. Primeros toques de tambor, ese paso tan característico que mece al Señor del Ave María ya es percibido por todos. Es Miércoles Santo y, aunque asoman algunas nubes, Nuestro Padre Jesús Redentor del Mundo ya está en la calle. Su madre, Nuestra Señora Mediadora de la Salvación, aguarda en su trono esperando caminar tras él.
No es un momento cualquiera, se alcanza el meridiano de nuestra Semana Santa. El Nazareno Redentor del Mundo avanza a los sones de la marcha compuesta por Carlos y Alberto Aragüez. Aún es temprano, el cofrade de a pie de calle no se ha desplazado hasta este punto, sino que, por lo general, aguarda la llegada al centro, pero, sin dudas, ver a la Hermandad iniciar su camino deja bellas estampas. Ahora sí, suenan tres toques de campana. La “Mediadora Nuestra” (2018), como describe Narciso Pérez Espinosa, abandona su tinglao y se dirige hacia Calle Cuarteles.
Delicia para los sentidos, sabor añejo y esencia sobria. Prosigue la Estación de Penitencia y yo, contemplando, acompaño a los titulares hasta su paso por Calle Prim. Ya en la lejanía, el retumbar del tambor y el resoplar de la corneta siguen llegando hasta mis oídos, empujados por la leve brisa de tarde primaveral. La Hermandad se adentra en el centro.
¿Por dónde va Salesianos, sabe usted decírmelo? – Por Tejón y Rodríguez. El tiempo no corre, vuela. Desde el corazón de capuchinos, la Hermandad Salesiana iniciaba su discurrir con la entrada de la tarde y, en estos momentos, ya está en el centro. Calle Santa Lucía-Parroquia de los Santos Mártires, allí me dirijo, este es mi destino.
Melodías trinitarias se apoderan del entorno. El Señor, crucificado y contemplado por su madre, se aprecia a lo lejos de la calle. La Banda de Cornetas y Tambores del Cautivo interpreta la marcha de Javier Anaya, “Inde Gloria Mea” (2015). A escasos metros de la Tribuna Oficial, el Santo Cristo de las Penas sigue repartiendo Auxilio a todos los allí presentes. El crujir del trono de caoba resuena en los estrechos callejones de la feligresía de los Mártires donde los asistentes admiran la ejemplaridad con la que el trono es portado. Es Miércoles Santo y Jesús entrega a su Madre al discípulo amado, Juan.
Iniciando su salida procesional en estos momentos, los nazarenos fusionados se apoderan de las calles del centro desde Calderón de la Barca hasta Calle Nueva. Si hay algo característico el Miércoles Santo es esperar y contemplar el largo despliegue procesional pleno en amalgama de colores, cuyos cuatro titulares que procesionan en la jornada de hoy aportan una esencia única y especial que es digna de admirar.
Nuestro Padre Jesús de Azotes y Columna en el primero de los tronos. “Azotado en San Juan” (2017) y en Málaga entera. Sayones y romano lo escoltan. La inmensa calle se queda pequeña para el discurrir de las Reales Cofradías. Jesús de Azotes y Columna acompasa la marcha lentamente, meciendo tras cada izquierdo. Una característica pompa de humo se apodera del entorno, dejando entrever la escena de la pasión como si de una película se tratase, acompañada por sones inspiradores de Manuel Alejandro González.
El Señor avanza ante mí, dejándome atrás. Mi cabeza va al compás del trono, se mece con él. Trato de no perder detalle pues lo que aquí ocurre es algo extraordinario. Finaliza la marcha y arranca a caminar a un ritmo de tambor mucho más elevado mientras, a mediación de la calle, ya se contempla al Santísimo Cristo de la Exaltación precedido por su cortejo nazareno y el conjunto de cuatro ciriales que realizan un pasillo ante él. Cambio de tercio y es que, cuando decía que las Reales Cofradías Fusionadas aportan una esencia única, hablo entre otras de contrastes. Sones clásicos, Cornetas y Tambores puras interpretando “Cristo de la Exaltación” (1997) de José Fernando Jurado Heredia. Lejos de la realidad vivida anteriormente, el Señor camina de frente, a paso firme y lento, y es entonces cuando, en la más pura muestra de realidad, es Exaltado en Málaga.
Elegancia y solemnidad, acompañados de la esencia clásica en la primera parte del cortejo. ¿Qué me deparará ahora el destino? Sin duda, mucha fuerza y contundencia. En el cielo se alza un crucificado de tez blanca, luciendo sobre cruz negra y lisa. La Brigada Paracaidista lo acompaña interpretando el que es un himno tras el Señor y avanza de frente. Hoy no brilla tanto el sol, y parecen ser ciertos los comentarios de los allí presentes, pero no debemos perder detalle, Fusionadas está en la calle.
Por último, y bajo palio, Nuestra Señora del Mayor Dolor entra con contundencia en la calle. El palio se mece, el palio camina y acompaña a Jesús a lo largo de su pasión desde que fue azotado hasta que lo crucificaron. Llega el momento, la “Virgen del Mayor Dolor” (1983) de Perfecto Artola brilla más que nunca bajo palio. Abandona su capilla de San Juan, junto al Santísimo Cristo de la Exaltación, para mostrar su dolor a todos los malacitanos bajo el consuelo de San Juan. Es Miércoles Santo y, pese al extenso cortejo, un abrir y cerrar de ojos ha bastado para que fusionadas se comience a alejar.
Suena Banda de Música, se aleja Mayor Dolor y al mismo tiempo suenan Cornetas, Jesús de la Puente debe estar en la Tribuna. La Hermandad de la Paloma sale hoy, Miércoles Santo malacitano. En la Tribuna de los Pobres, un puente se alza a sones carmeleros que rezan los acordes de Fernando Jiménez, y es entonces cuando Nuestro Padre Jesús de la Puente del Cedrón se dirige “Camino a tu Condena” (2017). El popular sayón, ‘Berruguita’, tira de la cuerda del Señor. Paso al frente y elegante discurrir.
En Calle Carretería ya se alza un inmenso edificio. El trono de María Santísima de la Paloma, de considerables dimensiones, se encuentra en la calle. Los más pequeños se encuentran embelesados admirando como, alrededor del manto y palio de la virgen, distintas palomas revolotean, llegando incluso a posarse sobre la sien de la mismísima imagen. Es Miércoles Santo, cae la noche y el cielo se llena de palomas que tienen a bien representar al espíritu santo. El Miércoles Santo y todos los cofrades allí presentes lanzan palomas hacia la Virgen, a modo de ofrenda ante su discurrir. Rezamos ante la “Paloma Malacitana” (2010), perfectos acordes de Manuel Bonilla, y ese retablo callejero brilla como nunca, mientras las bambalinas se mueven con contundencia durante el discurrir.
A escasos metros de este idílico enclave transita otro cortejo procesional. Me desplazo para vivir como, tras la liberación del preso, Jesús entra en la Plaza de la Constitución. ¡Ahí viene, ya llega Nuestro Padre Jesús Nazareno ‘El Rico’! Se adentra en una de las plazas más emblemáticas de nuestra ciudad. “Tu Bendición” (2009) ha sido esperanza y suspiro de vida para una persona que, tras cumplir su condena, rebosa felicidad y se adentra en una nueva oportunidad. Así rezan las melodías de José Ramón Valiño. Jesús ‘El Rico’ avanza y deja atrás largas filas nazarenas que acompañan a su madre, a María Santísima del Amor. ¡Qué dulce semblante tienes, madre, que pese a que tu hijo sufre mientras carga con el peso de la cruz, tú haces que todo cobre sentido, haces que nosotros, tus fieles, demos “Todo por tu amor” (2016)! Rezan las melodías de Pablo Cortés por la Banda de Música de Mena. Es Miércoles Santo y Jesús libera al preso, haciendo entrega de todo su amor, en acto revelador de esperanza.
La noche ya ha caído. La ciudad oscurece y lo hace con un cielo que, ahora más que nunca, permite que la candelería brille, que esos cirios que escoltan a los titulares iluminen todo a su paso y que, por supuesto, el incienso lo inunde todo. Cristo ya ha muerto en la cruz y se encuentra sujeto al madero por tres clavos que atraviesan las palmas de las manos. La Sagrada Lanzada se adentra en Fajardo.
El Santísimo Cristo de la Sangre, “Mercedario de San Felipe” (2016) refuerza su presencia en las calles. Sangre en sus clavos, pero su sangre derramada nunca fue en vano. Los acordes de Sergio Larrinaga estremecen a cualquiera. Se hace el silencio, Longinos a caballo apunta hacia el Señor. Es Miércoles Santo en Málaga y parte de la esencia de San Felipe Neri se desprende en los alrededores. Tras de ti, Señor, camina la hermosura del malva, María Santísima de Consolación y Lágrimas, en su trono procesional. Virgencita mía, “Mi Consuelo son tus Lágrimas” (2005), pues en una noche como la de hoy tu llanto nos hace sentir reconfortados. Hoy, es Miércoles Santo, y la Sangre realiza su Salida Procesional para repartir Consuelo a los necesitados.
Cae la media noche, y es en este momento cuando, para mí, el día cobra un nuevo sentido. La cercanía de la muerte y el ofrecimiento de una vida hechos persona. Tambores roncos se apoderan del silencio, el ambiente es tan sobrecogedor que la misma solemnidad hace que sienta escalofríos. Un monumento funerario se aproxima, «Y en Málaga Expiró» (2012) el Santísimo Cristo de la Expiración a sones de José Manuel Pastrana. No existen palabras ante la talla de Benlliure, pues nunca la muerte tuvo una expresión tan bella.
Jesús no camina solo, le sigue María Santísima de los Dolores. La Banda de Música de la Expiración interpreta “Música para una Madre” (2012) del Maestro Eloy García. La Señora luce imperial en su trono, conjunto de plata y oro que reparte devoción perchelera en la madrugada del Miércoles Santo. Señora, seguiré tus pasos hasta que llegue el bendito momento en que os encerréis, un año más.
Un día más, y ya van cuatro, llego al punto y final, aunque realmente no se trate de un punto y final, sino de un punto y seguido. He visto a Jesús portar la cruz, y de igual modo ser crucificado. Lo he visto sufrir, lo he acompañado en su llanto y, pese a la crueldad y dureza de la escena, lo he visto morir. Junto a él, he rezado mi ‘Padre Nuestro’ y he pedido por todos los míos. Pronto terminará la madrugada y amanecerá un nuevo día, por lo que veré el amanecer de camino a casa, mientras vivo en este bendito sueño hecho realidad.