Septiembre mariano malacitano (I): Admiración

Málaga rinde culto a la Virgen María. Comienza un curso cofrade muy distinto al que conocíamos hasta ahora, pero Ella ha estado, y estará, más cerca que nunca

Es tiempo de oración. Es tiempo de silencio. Volverán las cornetas a clamar al cielo tras el manto de una devoción mariana. Pero ahora es tiempo de admiración contenida. Septiembre nos ha dejado un sinfín de estampas en los templos malagueños en las que María, siempre Virgen, fue la protagonista indiscutible.

Con motivo de su festividad, el Grupo Parroquial de Nuestro Padre Jesús de la Coronación y María Santísima de Guadalupe celebró solemne triduo en honor a su sagrada titular. En la Parroquia de San Joaquín y Santa Ana se dispuso un altar extraordinario sobre el que la Virgen de Guadalupe lucía poderosa con su fajín rojo y esa toca de sobremanto, que estrenaba en su primera fase, diseñada por Juanjo Galiano.

Noelia García quedó prendada de la majestuosidad que presentaba la talla de la Dolorosa, custodiada por dos espejos que al recibir la luz artificial brillaban y despedían destellos por el interior del templo. Un personal y variado exorno floral con variedad de tonos remataba el conjunto arreglado con un dosel rojo de fondo.

Triduo a María Santísima de Guadalupe.
Fotografía: Noelia Garcia.

La Iglesia de San Felipe Neri se teñía de color malva durante los primeros días del pasado mes. María Santísima de Consolación y Lágrimas reinaba en su solemne celebración litúrgica. Con el escudo corporativo a modo de pecherín colocado sobre el rostrillo de la imagen. En un efímero altar simple sobre una alfombra, la Archicofradía de la Sangre colocó a su Virgen de Consolación y Lágrimas, compuesto por cuatro velas y un centro de flores blancas y moradas. Sobre el fajín lucía el escudo de la Banda de Música Nuestra Señora de la Paz, que la propia formación musical le entregó en enero.

Su mirada se fundía con la de Fran Gil, como en esa sincera conversación entre una Madre y un hijo. La cercanía de la imagen era absoluta, incalculable su belleza y desprendía una dulzura más que palpable. Tras la celebración de la solemne celebración litúrgica en su honor, el hermano Adrián Ariza presentó la nueva ráfaga, bajo diseño de Francisco Naranjo y ejecución de José Ismael Moya, y agradeció a la familia donante por el bello gesto.

Veneración María Santísima de Consolación y Lágrimas.
Fotografía: Francisco Gil.

En Capuchinos, la actividad en la Hermandad del Dulce Nombre ha sido frenética. La corporación que reside en la Iglesia de la Divina Pastora comenzó el mes con la presentación de los niños a la Virgen del Dulce Nombre, suprimiendo el paso de los mismos por su manto. En el día de su festividad, la Señora permaneció expuesta en devota veneración de fieles.

Bajo su hijo de la Soledad, en un altar en el que predominaban los tonos dorados, un tocado plisado enmarcaba el divino rostro de la Virgen del Dulce Nombre. Noelia no reparó en muchos detalles, a pesar de todo, el centro de toda su atención eran los ojos de la hermosa Virgen capuchinera. El fajín azul aportaba el contraste cromático justo y necesario al altar propuesto por la corporación. Posteriormente, la hermandad celebró el solemne triduo en honor a la Virgen capuchinera.

Veneración a María Santísima del Dulce Nombre.
Fotografía: Noelia García.

Pero la ciudad se rindió un año más ante Santa María de la Victoria, patrona de la ciudad y de su diócesis. La Catedral de Málaga fue el escenario idóneo para albergar a la Virgen de la Victoria en sus días gloriosos. Una vez celebrada su novena y función principal, la Virgen permaneció en veneración en la Capilla de Santa Bárbara. Cientos de personas esperaban el 8 de septiembre en largas filas por las calles aledañas al primer templo malacitano para ver, rezar y pedir a su Virgen chiquita.

Más de 3.000 nardos inundaron de intenso aroma la Catedral de Málaga. Pedro Duarte se detuvo ante Ella y se santiguó. La arquitectura del templo y las flores rebosando por toda la capilla realzaban aún más su presencia. Bajo su templete estaba Ella, Coronada, con la medalla colgada de la Agrupación de Cofradías de la Semana Santa de Málaga.

Veneración a Santa María de la Victoria.
Fotografía: Pedro Duarte.

Y ante tanta devoción, llegaba la admiración, la contemplación a lo sencillo y austero. La cera ya era color tiniebla. De la Santa Cruz colgaba el sudario. Nuestra Señora de la Piedad lloraba, por unos días abandonó su capilla del Molinillo para recibir culto en la Parroquia Virgen Milagrosa y San Dámaso Papa. Durante la celebración del triduo, la Hermandad de la Piedad nombró a Jorge Rando como el pintor del Cartel de la Semana Santa 2021, y a Manuel Molina como el presentador del mismo.

Noelia casi contenía su respiración durante su visita. El silencio era más frío y cortante, pero pronto se fijó en el gesto de la Madre hacia su Hijo, y pensó en la suya, en ese abrazo que tanto le reconfortaría al llegar a casa. Porque la Virgen, aun estando al pie de la cruz y con el sollozo más profundo, siempre estuvo ahí, como lo está incondicionalmente una madre. Al abandonar el templo, un escalofrío le recorrió el cuerpo.

Triduo en honor a Nuestra Señora de la Piedad.
Fotografía: Noelia García.

Todavía resuenan en la memoria campanas de Coronación Canónica. Cinco años que han pasado como cinco suspiros al alba. Y como un sueño se presentó María Santísima del Rocío Coronada en la victoriana Iglesia de San Lázaro. Los bordados en oro y el blanco pureza de su mantilla cubrían la talla de la Virgen coronada por su halo de 12 estrellas que tanto recuerdan a ese mágico 12 de septiembre. El cielo debe ser muy parecido a ese altar que con tanto gusto montó la Cofradía del Rocío.

La Virgen, con sus manos extendidas, casi invitaba a que Pedro las tocase con las suyas propias, pero se contuvo. La bendita sombra de su espalda en el dosel le hizo rememorar ese momento en el que la Virgen le dio la espalda para saludar a su pueblo que la esperaba en la Tribuna de los Pobres en su procesión gloriosa. Su mente tarareaba ‘Ros Coeli Regina Mundi’, y entonces supo que la Señora del Rocío siempre estuvo con él, y que en ese glorioso encuentro le sonreía a él, porque Ella se encargaría de aliviar su desamparo en los momentos más difíciles.

Veneración a María Santísima del Rocío por el V aniversario de su Coronación.
Fotografía: Pedro Duarte.

Y un poquito más arriba, en el Real Santuario de la Victoria, la Virgen de la Caridad celebró sus cultos anuales. Suprema elegancia en un altar, con la Santísima Virgen como epicentro del cuidado conjunto, en el que predominaba la cera blanca y un colorido exorno floral. Nunca el sufrimiento de María fue tan hermoso, la Caridad frente al Amor. Durante sus cultos, dos hermanos ofrecieron un puñal, realizado por Orfebrería Montenegro, con motivo de su próximo matrimonio. De igual forma, Carlos Jiménez Lerma entregó la marcha ‘María, Madre de Caridad’, obra de Carlos A. Soto.

‘Hoy mi corazón está en tus manos
ruega por nosotros, ¡ay! señora y madre celestial.
Salve, tu victoria es la de todos’.
Palabras precisas que escribiera el coro de Julio Pardo para la jornada del Mater Dei y que en aquel momento Pedro las tomó como suyas. Corazón el que brillaba en el pecho de la Virgen de la Caridad y en el que el joven visualizó a todos los devotos de la sagrada titular, cruz pectoral como broche en su distinguido atavío rematado con un manto negro bordado.

Triduo en honor a Nuestra Señora de la Caridad.
Fotografía: Pedro Duarte.

Pero Málaga siempre le reserva un hueco a Él. En este caso, en la recién remodelada Iglesia de San Pablo, se erguía poderoso el Santísimo Cristo de la Esperanza en su Gran Amor para celebrar la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz. Cirios tiniebla al fondo, tonos azulados y morados potenciados por la vidriera que recibía la luz del sol y se proyectaba sobre la imagen del imponente crucificado de la Hermandad de la Salud.

‘Ego Sum, Lux Mundi’ rezaba en el efímero altar sobre el que Fran contemplaba la figura del Cristo de la Esperanza en su Gran Amor como si de un estudio anatómico se tratase, perdiéndose en los dedos de sus manos, sus rodillas amoratadas y doloridas y en su rostro ligeramente inclinado hacia la derecha. Qué pequeño se sentía ante tal escena.

Cultos en honor al Santísimo Cristo de la Esperanza en su Gran Amor.
Fotografía: Francisco Gil.

Y llegó la conmemoración de los Dolores Gloriosos de María en las cofradías de vísperas, nada que envidiar al resto de corporaciones nazarenas. El gusto y la exquisitez se hicieron más que presentes en Churriana. Un fabuloso altar repleto de velas cobijaba a una Virgen de los Dolores que mostraba su pelo descubierto, sus manos entrelazadas sujetando los tres clavos y el corazón de plata traspasado por un puñal.

La Parroquia de San Antonio Abad esconde entre sus joyas a esta Dolorosa de estética sinigual. Con su mirada baja, parecía que quería encontrarse con Francisco Hinojosa, que buscando su rostro se embelesó con los innumerables detalles que poseía la Virgen, desde la media luna a sus pies hasta su imperial nimbo. Un pequeño paraíso para la Dolorosa de este distrito malagueño.

Triduo en honor a Nuestra Señora de los Dolores de Churriana.
Fotografía: Francisco Hinojosa.

Dolores de un barrio. Dolores del Puerto de la Torre, ejemplo de Hermandad y Caridad durante los 365 días del año. Llegaba septiembre, y la corporación ofreció lo mejor para amparar a su Madre. Sobre una peana dorada, Nuestra Señora de los Dolores dejaba mudo a todo el que se acercaba a admirarla. Los tonos dorados de su tocado conjuntaban con la corona y los bordados del terno y el manto negro.

La Santísima Virgen portó una flor en su mano derecha elaborada y donada por Pablo Ruiz. Fran Gil sintió que lo simple, trabajado con gusto y corazón, es suficiente. La Virgen de los Dolores resplandecía en su Parroquia. Cuando los vecinos llegaban muchos soltaban lágrimas de emoción, de gratitud, de fe, de devoción. Es parte de esa unión inexplicable y especial que tienen en el Puerto de la Torre con su Madre y Protectora. En la festividad de la Exaltación de la Cruz, el Santísimo Cristo de Hermandad y Caridad se presentó también en un altar efímero para su solemne veneración cercana a los fieles.

Veneración a Nuestra Señora de los Dolores del Puerto de la Torre.
Fotografía: Francisco Gil.

Este artículo es la primera parte de la trilogía ‘Septiembre mariano malacitano’.
Septiembre mariano malacitano (II): Devoción
Septiembre mariano malacitano (III): Veneración

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