Ilusión por diciembre (II): Spes Nostra Salve

Diciembre cambia sus matices, el celeste inicial se convierte en intenso verde Esperanza por la expectación del parto de María, y Málaga se posa ante la mirada de la Virgen más pura

La vida se hace presente, la espera llegaba a su fin. Las flores brotaron alrededor de la Virgen María, ancladas siempre a la Esperanza. Alfombra de devoción extendida por el Perchel, la Trinidad y el Molinillo. Sentimiento esperancista en Miraflores, la Victoria y Nueva Málaga. Dolores consolados por la misma Madre en Cruz del Humilladero y peticiones recogidas con fervor desde el mismo centro histórico de la ciudad marinera.

Salve Regina, Mater misericordiae

Esperanza Coronada de azucenas. Intenso olor a romero en el interior de la Basílica perchelera. María Santísima de la Esperanza pisó suelo malacitano ante el Dulce Nombre de Jesús Nazareno del Paso. Nadie puede sostenerte la mirada, Madre. Ella provocó un año más ese escalofrío de todos los que se postraron a sus plantas en diciembre más, un diciembre en el que sus manos son más necesarias que nunca.

La grandiosidad del altar instalado por la Archicofradía del Paso y la Esperanza no restó protagonismo a la Dolorosa. Fajín rojo a juego con las inmensas cortinas, dosel dorado rematado con piezas de orfebrería brillaban como su corona y sus bordados del manto y la saya. Joyas verdes sobre su pecho, muestra de inconmensurable devoción.

Ante Ella estuvo Pedro Duarte, no es fácil. La Esperanza clavó su mirada directamente en su corazón. La Esperanza ya sabía lo que el joven iba a contarle, suplicarle y agradecerle. La Esperanza iluminó un diciembre más apesadumbrado de lo habitual. La Esperanza le recordó un año más que no hay que perderla nunca de vista, porque Ella no abandona jamás a sus malagueños. La Esperanza perdura, siempre la Esperanza.

Veneración a María Santísima de la Esperanza Coronada.
Fotografía: Pedro Duarte.

Vita, dulcedo, et spes nostra, salve

Cinco lágrimas que derraman vida en el centro MIES. Cinco mariquillas que tintinean en su pecho cuando respira la Virgen de la Esperanza Macarena. Advocación de fervor incontestable. Una pequeña, pero hermosa imagen. Nuestra Madre lleva en su rosario de la mano izquierda las cuentas de todos aquellos que le rezan.

Sencillez efectista. Dos centros de flores blancas y otro a los pies de la Virgen con exóticos tonos verdes, junto a cuatro velas, constituían un pequeño altar. Ancla dorado en su fajín, rostrillo plisado, larga toca de sobremanto y un pañuelo de encaje, pero daba igual, sus ojos y su boca entreabierta poco más necesitaban.

A Fran Gil le invadió un profundo sentimiento de ternura ante la Esperanza Macarena. Es como esa Madre que todo el año cuida sin alzar la voz, y con pequeñas acciones a sus hijos, pero a los que nunca deja solos. Embajadora de los Misioneros de la Esperanza, epicentro devocional de tantas y tantas familias necesitadas.

Veneración a la Esperanza Macarena de MIES.
Fotografía: Francisco Gil.

Ad te clamamus, exsules filii Hevae

María sostenía una alegoría de la Esperanza en la Parroquia Virgen Milagrosa y San Dámaso Papa. Llena de Amor se presentó en cercana veneración de fieles otra joya que atesora la ciudad de Málaga en sus rincones más recónditos. El barrio del Molinillo se acercó a su templo para contemplar a María Santísima del Amor y Esperanza.

Salud, Amor y Esperanza, las advocaciones de las sagradas imágenes que allí reciben culto lo dicen todo. Su rostro iluminaba la oscuridad, contrapunto en su media luna dorada y peana de plata para sostener su imponente figura. Lugar silencioso y tranquilo ante tanta algarabía navideña en el centro histórico. Lugar de encuentro y oración.

El detalle que portaba María en su vientre con la figura del Niño Dios recordaba a los presentes lo que estaba por venir. Pedro Duarte no dudó en fotografiar tan significativa y original joya. Dolor dulcificado en el rostro de la Virgen. Sine Labe Concepta, Spes Nostra Salve.

Triduo y Veneración a María Santísima de Amor y Esperanza.
Fotografía: Pedro Duarte.

Ad te suspiramus, gementes et flentes. In hac lacrimarum valle

La Esperanza es el Refugio y el Asilo de los mayores, su eterna Protectora. En el punto más alto del barrio de Miraflores, Nuestra Señora de la Esperanza y Refugio recibió culto con motivo de su festividad. Espectacular fue su altar y maravillosa la impronta de la Dolorosa, ataviada con exquisito gusto.

La virgen contó con varios estrenos para esta celebración, como el manto de terciopelo verde de grandes dimensiones, la saya de tisú de plata bordada en oro entrefino, un juego de puñetas, el pañuelo a juego con blonda para el rostrillo y un fajín en seda verde con borlones bordados y flecos de oro.

Fran Gil se quedó mudo, no tenía palabras. Frisos de flores rosas y blancas decoraban el altar iluminado por una multitud de velas dispuestas a los lados del trono que simbolizaba la realeza de María, posada delante de todos los elementos. Con la mirada muy baja, siempre humilde, María de la Esperanza y Refugio rogó por todos nosotros.

Veneración a Nuestra Señora de la Esperanza y Refugio de los Ancianos.
Fotografía: Francisco Gil.

Eia, ergo, advocata nostra, illos tuos

La originalidad de los hermanos del Grupo Parroquial del Sol es envidiable. Los salones parroquiales de la Iglesia de San Lázaro acogieron a Nuestra Señora del Sol ataviada de negro, con telas de fondo del mismo color. Tremendo contraste con el resto de altares y veneraciones dispuestas a lo largo y ancho de la ciudad de Málaga en diciembre.

Para la ocasión la Virgen volvió a estar con un rostrillo como en el pasado mes de noviembre ejecutado por Juan Manuel Sanchez Quiñones que enmarcaba por completo su rostro con una pieza de orfebrería en plata que enlazaba directamente a su pecho. Pero el verde seguía estando presente, en sus ojos, con una mirada más penetrante que nunca, y en su rosario.

Cámara en mano, como a Pedro Duarte le gusta definirse, el pollinico captó cada detalle que portaba la Dolorosa victoriana del Sol. Negro enlutado, fiel reflejo de estos tiempos tan complicados que estamos viviendo por la pandemia del coronavirus y sus consecuencias.

Veneración a Nuestra Señora del Sol.
Fotografía: Pedro Duarte.

Misericordes oculos ad nos converte

Santa María, ruega por nosotros. La Parroquia de San Joaquín y Santa Ana acogió una estampa añeja y sorprendente. En recuerdo de las primeras estampas de Peñarrubia, María Santísima de Nueva Esperanza lució en su primer día de triduo las manos unidas y una vestimenta oscura. Además estrenó una ráfaga en metal dorado donada por el grupo Niña de Santa Ana, compuesto por hermanos de la cofradía y devotos de la Virgen. La pieza es obra de orfebrería Castilleja en metal dorado. La Virgen portó en su pecho una estrella en plata sobredorada con una esmeralda, realizada por Manuel Fenoll.

Noelia García, sobrecogida por el despejado rostro de la Virgen de Nueva Esperanza por su tocado abierto, encontró la solemnidad y el recogimiento en una Dolorosa que es la alegría del barrio de Nueva Málaga, pero que en actitud orante siempre vela por sus vecinos. Nueva Esperanza implorante y expectante.

Triduo en honor a María Santísima de Nueva Esperanza.
Fotografía: Noelia García.

A la espera de un nuevo Martes Santo bajo palio, la Virgen lució un manto de María Santísima de las Penas, en honor a las otras corporaciones del tercer día de la Semana Santa. María Santísima de Nueva Esperanza portó una corona de flores en talco y hortensias donada por la familia Villalba Senciales y saya color guinda bordada en oro entrefino con motivos vegetales, obra de su vestidor Bernardo Espejo. Su rostrillo en tonos dorados dio calidez a su tez angustiada.

Enjoyada, la Virgen de Nueva Esperanza ya ofrecía las manos abiertas a su ciudad. Dani Astorga se perdió en su inmenso pañuelo que recogió todas sus dudas e incertidumbres y lo llenó de una renovada Esperanza. Desde la cercanía, la Dolorosa presentaba a su espalda un gran altar de velas y flores blancas. ‘Spes Nostra’ y ‘Mater Dolorosa’ rezaban las leyendas que custodiaban al crucificado que ofrecía la verticalidad necesaria al cuidado altar.

Triduo en honor a María Santísima de Nueva Esperanza.
Fotografía: Dani Astorga.

Antes del ansiado momento, la Virgen hizo gala de los colores corporativos verde y morado, en recuerdo a la Esperanza y la Piedad, y estrenó una cruz pectoral en plata sobredorada y piedras preciosas realizada por Manuel Fenoll, un proyecto llevado a cabo por el grupo de camarín de la Virgen, devotos y hermanos.

La unión entre las cofradías malacitanas se hizo presente en este acto tan especial para los hermanos de Nueva Esperanza. La Virgen brilló con especial intensidad con el manto de camarín de María Santísima de la Trinidad. El color blanco se apoderó de la Madre de Nueva Málaga para ya portar la gran corona ejecutada por Joaquín Ossorio y diseñada por Antonio Rodríguez.

Qué cierto es cuando afirman que la fe no conoce límites ni fronteras. Que se lo digan a los hermanos de Nueva Esperanza, ejemplo de hermandad única y genuina. Virgen de Nueva Esperanza que ofrece el Perdón sin condición a todos sus devotos. Fran Gil se sentó en un banco y guardó unos minutos su cámara de fotos. Quiso contemplar a la Dolorosa cara a cara, sin lentes de por medio. La Niña de Santa Ana ya posee sobre su sien el amor eterno de todos sus hermanos perpetuado para la eternidad.

Triduo en honor a María Santísima de Nueva Esperanza.
Fotografía: Fran Gil.

Et Jesum, benedictum fructum ventris tui

La Esperanza está presente en todos los rincones de Málaga, incluso para aliviar los propios Dolores de la Virgen María. El barrio de Cruz del Humilladero veneró a María Santísima de los Dolores y Esperanza entre pascueros en la Iglesia de San Vicente de Paúl. La Virgen tuvo muy presente a sus vecinos portando el escudo corporativo de la peña San Vicente de Paúl, tras la reciente pérdida de su presidente y estrenó un broche de orfebrería, donado por un hermano, sobre la Expectación del parto de María con óleo de Francisco Navarro, vestidor de Nuestra Madre.

La solidaridad no pudo faltar en el culto a la Virgen de los Dolores y Esperanza en forma de ofrendas de alimentos a los pies de la Dolorosa. Los productos fueron aportados a Cáritas Parroquial, que los repartieron entre los más necesitados del barrio. La Virgen tendió su mano izquierda, porque a Ella no le importa el motivo de la visita de los fieles que se acercaron a contemplarla. Su palma siempre está presta para sujetarte con fuerza, nada mejor que curar los Dolores con la Esperanza.

Fran Gil, maravillado en el templo ante la Dolorosa, retrató ese altar en el que el estandarte de la Virgen ocupó su lugar en el retablo de la Parroquia junto al Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia. María Santísima de los Dolores y Esperanza estuvo ataviada de color verde con todas las joyas del mismo color. Su ceño fruncido fue suavizado con ese suave y delicado tocado en tono crudo. Auténtica belleza suprema elevada a su máximo exponente.

Veneración a María Santísima de Dolores y Esperanza.
Fotografía: Francisco Gil.

Nobis post hoc exilium ostende

La Virgen, llena de Gracia y Esperanza, apareció espléndida en la Iglesia del Santo Cristo con motivo de los cultos por su festividad. La Dolorosa del Lunes Santo malagueño sobre una peana y bajo la bambalina de su palio de morilleras largas mandaba en el céntrico templo. Su toca de sobremanto blanca daba paso al manto verde que cubría la saya roja bordada.

Dos piñas en tonos rosas y blancos exornaron un altar que tenía de fondo un dosel rojo y oro encuadrado por dos barras de palio. Las velas iluminaban el digno altar que acogió a Nuestra Señora de Gracia y Esperanza de la Cofradía de los Estudiantes. Su dulce rostro exento de lágrimas y su mirada baja conectaba directamente con los fieles que veneraron con fervor a la Sagrada Titular Mariana.

Dani Astorga estaba con su Madre, a solas, en silencio. Él no tuvo que explicarle nada, y Ella supo lo que necesitaba. La portentosa Virgen de Gracia y Esperanza anunciaba la buena nueva, la cruz pectoral sobre su cinturilla indicaba que el nacimiento del Niño Jesús estaba ya muy próximo. Virgen de Gracia y Esperanza, primer sagrario de la humanidad.

Veneración a Nuestra Señora de Gracia y Esperanza.
Fotografía: Dani Astorga.

O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria

La Iglesia de San Juan Bautista vivió las antífonas de María Santísima de la O. Virgen de la O delicada, Virgen de la O con tocado de encaje. Su nueva pena y media luna a sus plantas resplandecían a la luz de las velas, su cara y sus manos morenas brillaban al igual que los ojos de aquellos que se acercaban a la reja de la capilla. La saya rosa bordada destacaba sobre el rostrillo de encaje y el manto rojo de camarín.

La Cofradía de los Gitanos dispuso a María de la O centrada con el Señor de la Columna a su derecha. Dani Astorga se fijó en la espalda de la Señora reflejada en la pared, en su cabeza ligeramente adelantada como para acercarse aún más a sus hermanos. Esa boca entreabierta refleja el dolor de una Madre que solloza, y en cada una de sus cinco lágrimas van recogidas multitud de promesas y agradecimientos del pueblo calé.

Celebración de antífonas de María Santísima de la O.
Fotografía: Dani Astorga.

Y bajó desde los cielos al mismo altar mayor de la Iglesia de San Juan junto al Evangelista. Ahí sí, el día que se celebró la función principal en su honor María Santísima de la O se mostró con todo su esplendor, poderosa. Ella sola llenaba el templo, simplemente unos grandes centros de flores multicolores y unas velas con la cruz de malta escoltaban a la Virgen que dejaba caer su manto rojo por las escaleras que subían al altar mayor.

O Coronada, O gitana por excelencia, O Coronada y con el escudo mercedario protegiendo su pecho. Dani Astorga, ensimismado, contemplaba el rostro de una Mujer de tez morena y guapa a rabiar. La Virgen lució una nueva saya, con motivo de la conmemoración del 50 aniversario de su bendición, diseñada por Eloy Téllez y realizada por los talleres de bordado de Juan Rosén.

San Juan actuó de ese intermediario perfecto entre la Virgen y los malagueños. Él con su túnica verde y su mantolín rojo, ambos bordados, miraba la figura de María Santísima, fijándose en su vientre, esperando con suma expectación el nacimiento de aquel que luego sería crucificado.

Función principal a María Santísima de la O.
Fotografía: Dani Astorga.

Este artículo es la segunda parte de la trilogía ‘Ilusión por diciembre’:
Ilusión por diciembre (I): Sine Labe Concepta
Ilusión por diciembre (III): Stella Maris

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