Entrega II. La Entrada Triunfal en Jerusalén
Jesús llega a Jerusalén el primer día de la semana de la pascua judía, probablemente la del año 33, es decir el domingo 29 de marzo. Será la tercera y última pascua que Jesús pase en Jerusalén, durante esta decisiva semana se precipitará la sentencia y muerte de Jesús.
Ese domingo 29 de marzo, Jesús entró en la ciudad santa a lomos de un pollino, ejemplar joven de asno. Este episodio se conoce como ‘Entrada triunfal en Jerusalén’ y es recogida por los cuatro evangelios. El texto más antiguo sobre la entrada de Jesús en Jerusalén lo encontramos en el Evangelio de Marcos, el más antiguo.
Mc 11, 1-11
11 Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos,
2 y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo.
3 Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá.
4 Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron.
5 Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino?
6 Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron.
7 Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él.
8 También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino.
9 Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: !!Hosanna! !!Bendito el que viene en el nombre del Señor!
10 !!Bendito el reino de nuestro padre David que viene! !!Hosanna en las alturas!
11 Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce.
La segunda narración más antigua la encontramos en Mateo, es un texto similar pero ligeramente modificado.
Mt 21, 1-11
1 Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos,
2 diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos.
3 Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará.
4 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:
5 Decid a la hija de Sion:
He aquí, tu Rey viene a ti,
Manso, y sentado sobre una asna,
Sobre un pollino, hijo de animal de carga.
6 Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó;
7 y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima.
8 Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino.
9 Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: !!Hosanna al Hijo de David! !!Bendito el que viene en el nombre del Señor! !!Hosanna en las alturas!
10 Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste?
11 Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.
Como se observa, Mateo incluye la profecía del profeta Zacarías (Za 9:9). Cabe resaltar que Mateo enfatiza siempre que puede la conexión de Jesús con el Antiguo Testamento insertando citas que legitimen a Jesús como mesías. A su vez Mateo nos ofrece el dato de que la ciudad se sobrecogió ¿Qué pensarían los vecinos de Jerusalén de aquel acto?
Lucas nos ofrece el tercer relato de la entrada triunfal en Jerusalén.
Lc 19 28-40
28Dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo hacia Jerusalén. 29 Cuando se acercó a Betfagué y a Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos con este encargo: 30 «Vayan a la aldea que está enfrente y, al entrar en ella, encontrarán atado un pollino en el que nadie se ha montado. Desátenlo y tráiganlo acá. 31 Y, si alguien les pregunta: “¿Por qué lo desatan?”, díganle: “El Señor lo necesita”».
32 Fueron y lo encontraron tal como él les había dicho. 33 Cuando estaban desatando el burrito, los dueños les preguntaron:
—¿Por qué desatan el pollino ?
34 —El Señor lo necesita —contestaron.
35 Se lo llevaron, pues, a Jesús. Luego pusieron sus mantos encima del burrito y ayudaron a Jesús a montarse. 36 A medida que avanzaba, la gente tendía sus mantos sobre el camino.
37 Al acercarse él a la bajada del monte de los Olivos, todos los discípulos se entusiasmaron y comenzaron a alabar a Dios por tantos milagros que habían visto. Gritaban:
38 —¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor![a]
—¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!
39 Algunos de los fariseos que estaban entre la gente le reclamaron a Jesús:
—¡Maestro, reprende a tus discípulos!
40 Pero él respondió:
—Les aseguro que, si ellos se callan, gritarán las piedras.
Como novedad Lucas nos proporciona información desde dónde accedió a Jerusalén: el monte de los olivos. Se aprecia una diferencia también entre el relato de Lucas y el de Marcos y Mateo: según Lucas son los discípulos los que profieren las alabanzas, para Marcos y Mateo es la gente que acude a su encuentro. En Lucas observamos también como novedad, un reproche por parte de un fariseo hacia la actitud de los discípulos.
Juan es el último evangelista que escribe sobre la Entrada Triunfal en Jerusalén. Como es sabido, es el único evangelista que no forma parte de los llamados sinópticos.
Jn 12, 12- 19
12 El siguiente día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén,
13 tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: !!Hosanna! !!Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!
14 Y halló Jesús un asnillo, y montó sobre él, como está escrito:
15 No temas, hija de Sion;
He aquí tu Rey viene,
Montado sobre un pollino de asna.
16 Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de que se las habían hecho.
17 Y daba testimonio la gente que estaba con él cuando llamó a Lázaro del sepulcro, y le resucitó de los muertos.
18 Por lo cual también había venido la gente a recibirle, porque había oído que él había hecho esta señal.
19 Pero los fariseos dijeron entre sí: Ya veis que no conseguís nada. Mirad, el mundo se va tras él.
Juan, recoge al igual que Mateo la profecía de Zacarías, no obstante en Juan da la sensación que primero se produce la ovación del gentío a Jesús, cuando va a recibirlo, y es en este punto cuando se sube a un pollino para entrar en la ciudad.
Se repite en el relato las hostilidades por parte de los fariseos que Lucas ya indica y cabe destacar que según Juan la gran muchedumbre que lo recibe lo hace a causa de uno de sus últimos milagros: la resurrección de Lázaro, que tuvo lugar en la cercana Betania unas semanas antes. Según recoge este evangelio este milagro fue uno de los detonantes para que las autoridades judías decidiesen eliminar a Jesús.
¿Tuvo connotaciones políticas esta forma de entrar en Jerusalén días antes de la pascua?
A priori podría pensarse que un individuo que entra en una Jerusalén llena de peregrinos por la pascua a lomos de un asno a gritos de ¡Hosanna el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del señor! – con claras connotaciones mesiánicas – podría entenderse como una provocación. Los fariseos muestran su hostilidad ante la situación, y puede que este hecho, junto con la expulsión de los mercaderes del templo al día siguiente, acelerara su arresto.
El asno, en cualquier caso, simbolizaba la paz, al contrario de un rey montado a caballo que se entendía en actitud belicosa, un rey montado en asno representa una señal de mansedumbre y paz. Si bien, las autoridades judías no temían -sólo- a Jesús por la fuerza que pudiera en un momento dado acumular. El mayor daño para las élites judías eran las palabras de Jesús y su acusación contra ellas, subrayando la hipocresía de las mismas.
Jesús llora por Jerusalén
El Evangelio de Lucas nos narra de esta forma que tras llegar a la ciudad y contemplarla, lloró por Jerusalén.
Lc 19, 41-44
41Y cuando se acercó, vio la ciudad y lloró sobre ella,
42 diciendo: Si hubieras sabido en este día, tú también, las cosas que pertenecen a la paz. pero ahora están ocultos a tus ojos.
43 Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con terraplenes, y te rodearán, y te guardarán por todas partes,
44 y te arrojará por tierra, y tus hijos dentro de ti; y no dejarán en ti piedra sobre piedra; porque no conociste el tiempo de tu visitación.
Muchos han visto en este llanto una premonición de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.c por las trompas romanas. Puede deducirse, no obstante, que Jesús llora por Jerusalén como representación de todos los que no le han oído ni creído lo cual conlleva una destrucción interior.
Jesús y los griegos
En tiempos de Jesús, existían comunidades judías fuera de Palestina, en Grecia, Asia Menor o Alejandría. Para la pascua Jerusalén se reunían miles de judíos venidos de todas partes. Según el Evangelio de Juan, tras haber entrado Jesús en la ciudad, un grupo de griegos desea hablar con Él.
Jn 12 20-36
20Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta.
21 Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús.
22 Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús.
23 Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado.
24 De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.
25 El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
26 Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.
Jesús parece, según el relato de Juan, que no atiende la petición respecto al encuentro con los griegos y contesta a los discípulos otra cosa que parece no tener relación. En cualquier caso ¿Sabía Jesús griego como para poder podido interactuar con ellos?
No tenemos datos de cuentas lenguas hablaba Jesús, solo se puede asegurar que su lengua materna fue el arameo una lengua semítica que se popularizó entre los judíos y el hebreo, idioma en el que estaba escrita la escritura, y de la cual tenemos constancia que Jesús leía. Respeto al griego, es muy probable que, pues en Galilea vivía un gran número de población extranjera que hablaba está lengua, y es muy probable que Jesús tuviera que desenvolverse en ella en su trabajo de carpintero al recibir encargos de estos extranjeros.
La voz de trueno
También Juan narra cómo desde el cielo una voz da testimonio sobre Jesús, similar al episodio del bautismo en el Jordán.
Jn 12, 27-30
27 Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora.
28 Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.
29 Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado.
30 Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros.
Jesús se siente turbado pero manifiesta su intención de consumar su misión trascendente. El pueblo, narra el evangelista Juan, no creía sus palabras e incluso no daban crédito a la manera en la que Él anunciaba que moriría.
Jn 12, 31-36
31 Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.
32 Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.
33 Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir.
34 Le respondió la gente: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre?
35 Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va.
36 Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz.