La Cuaresma íntima en Málaga (VII): La palabra de Dios
Faltan los besos depositados sobre las veneradas imágenes en la festividad de Medinaceli, pero Málaga se postró ante una devoción universal
Qué rápido pasa el tiempo en Cuaresma. Y es que poco a poco se van tachando los días en el calendario y la Semana Santa cada vez está más cerca. Los viernes siempre son días especiales en la Hermandad del Monte Calvario y en la Venerable Orden Tercera de Servitas, corporaciones que continúan celebrando sus septenarios.
Durante el pasado fin de semana también tuvieron lugar varios pregones y exaltaciones, entre los que destacaron el ofrecido en la Hermandad de Zamarrilla para presentar su cartel y el II pregón de la juventud de la Hermandad de la Crucifixión, exaltado por el periodista José Luis Pérez Cerón.
Pero la cita más multitudinaria se concentró en torno a la advocación de Jesús del Medinaceli. Los fieles no faltaron a su cita anual el primer viernes de marzo, el corazón y la fe arrastraron a cientos de devotos a venerar a los Sagrados Titulares que estaban expuestos en sus respectivas sedes canónicas.
Medinaceli… mi devoción
Solemnidad, rezo y oración. Los malagueños aguardaban en la calle Santiago impacientes por ese reencuentro siempre especial y emotivo con Jesús de Medinaceli en el día de su festividad. En esta ocasión, debido a la pandemia, el Señor se ubicó bajo el coro de la Iglesia de Santiago Apóstol para que todos los fieles transitaran por un recorrido completamente acotado. De esta manera, la entrada se realizó por la puerta sur y la salida por la norte.
La luz que irradiaba por la vidriera del templo alumbraba el dosel rojo que se dispuso tras el Medinaceli, que lució túnica bordada y escapulario trinitario. Una peana dorada sobre una gran alfombra dotaba al Señor, que miraba directamente al altar mayor, de gran prestancia. La emoción se hizo presente a pesar de la previa toma de temperatura, el lavado de manos con gel hidroalcohólico y las marcas en el suelo para asegurar la distancia interpersonal.
Fran Gil capturó ese sentimiento, esas miradas furtivas hacia Jesús de Medinaceli. Una devoción universal que encuentra en Málaga. ‘Medinaceli… mi devoción’, el refugio de muchos, el consuelo de otros, la confortación de todos. Los cuatro hachones dorados de la Hermandad de la Sentencia aportaron la verticalidad necesaria al conjunto sencillo y elegante para un Medinaceli poderoso.
Cristo de Medinaceli
El barrio de Martiricos amaneció vestido de morado, morado Medinaceli, morado Candelaria. Y es que la Parroquia de Santo Tomás de Aquino recibió a todos los vecinos que se quisieron postrar ante unos Sagrados Titulares que siempre están cerca de los más necesitados. La dulce talla de Jesús de Medinaceli apareció con sus manos atadas por cuatro vueltas de su cíngulo.
Dos pequeños faroles de plata y seis cirios morados escoltaban a un ‘Cristo de Medinaceli’ dulce. Su corona de espinas dorada y sus potencias divinizaron la talla que portó un broche con su advocación en el pecho. La Virgen de la Candelaria, coronada por un halo de estrellas, parecía inclinar la cabeza para contemplar la espalda de su Hijo y ver de cerca la cara de los fieles que tanta salud pidieron de nuevo.
La sencillez puede ser igualmente solemne y exquisita, y en este caso todos los elementos que componían el altar hicieron que la atención se centrara en los Sagrados Titulares. Un gran centro de flores rojas y moradas se colocó a los pies del Señor. Fran Gil sintió ese vínculo especial del encuentro de los feligreses con Jesús de Medinaceli y la Virgen de la Candelaria. Una visita íntima en un viernes de Cuaresma muy especial.
A Jesús del Rescate
La capilla de calle Agua abrió sus puertas durante toda la jornada para venerar a Nuestro Padre Jesús del Rescate en el primer día de su solemne Triduo. Sus cultos finalizaron en el Santuario de la Victoria con la presentación del cartel oficial de la Hermandad del Rescate protagonizado por una fotografía, obra de Javier Díaz, de María Santísima de Gracia.
Muchos malagueños contemplaron ‘A Jesús del Rescate’ al pasar por esa esquina de la calle Victoria. El Señor se presentó imponente con su túnica bordada bajo la Virgen de Gracia. La talla de Jesús del Rescate celebró esta festividad por primera vez tras la restauración ejecutada por Enrique Gutiérrez Carrasquilla. Con el paso de las horas, las velas rojas que los devotos encendieron iban iluminando al Señor.
Y es que la capilla tiene algo especial. Fran Gil contempló a las veneradas Imágenes de cerca, con Santa María de la Victoria siempre presente. De nuevo estuvieron presentes los centros florales variados en tonalidades rojas y moradas. Nuestro Padre Jesús del Rescate clavó su mirada en los corazones de todos los que lo contemplaron un año más.
Salud del Soberano
El esplendor del culto se hizo presente en la Parroquia de San Dámaso. Nuestro Padre Jesús de la Salud presidió su solemne Triduo en un altar cuidado y elaborado con sumo gusto. El Señor portó una túnica elegante y finamente bordada que le otorgaba gran prestancia a la talla. A su izquierda, María Santísima del Amor y Esperanza estuvo radiante con un gran corazón de plata sobre el tocado traspasado por un puñal.
Tras el Señor de la Salud se colocó una cruz desnuda, y a sus pies unas flores donadas por la Hermandad de la Piedad. Los pequeños espejos ubicados sobre el dosel burdeos reflejaban la luz que desprendían las velas. Nuestro Padre Jesús de la Salud, sobre la peana de plata, resplandecía gracias a la correcta iluminación que recibía, nada excesiva, y que hacía que su sombra se proyectase tras Él.
Pedro Duarte rezó ante la ‘Salud del Soberano’. Málaga esconde muchas joyas, y en la Parroquia de San Dámaso se encuentran dos de ellas, el Señor de la Salud y la Virgen del Amor y la Esperanza. El fotógrafo jugó con la disposición de los elementos para crear sus instantáneas, fijándose en las distintas alturas de los cirios, en el contraste de los elementos plateados y dorados, y en el rostro amoratado del Señor de la Salud de gesto compasivo.
Jornadas especiales de Cuaresma en las que la devoción de Medinaceli, ya sea en Santiago o en Santo Tomás de Aquino, nos acerca a ‘La palabra de Dios’. Y es que Él, siempre acudirá a nuestro Rescate y nos colmará de Salud.