Mercado de bandas
Los cambios en los acompañamientos musicales centran la atención del mundo cofrade, pero no olvidemos que las cofradías y las formaciones están compuestas por personas
Como si de un mercado de fichajes se tratara, hemos asistido en los últimos meses a un movimiento constante de diversos cambios en lo que a los acompañamientos musicales en distintas corporaciones de nuestra Semana Santa se refiere, provocando todo tipo de opiniones. Algunas opciones han gustado más y otras han gustado menos. Lo que no nos podemos permitir es perder la medida del sentido común y del respeto hacia ambas partes: cofradías y bandas.
La ola masiva de comunicados oficiales en redes sociales anunciando las rescisiones y finalizaciones de contrato de las bandas con sus respectivas cofradías, con los motivos explícitos redactados, poco están ayudando a un ambiente calmado y a una transición natural de un acompañamiento musical a otro. Es normal que se produzca este movimiento, siempre ha existido. A lo largo de la historia los Sagrados Titulares han modificado hasta sus estilos a la hora de procesionar, y los binomios inquebrantables lo son hasta que dejan de existir. Las cofradías y las formaciones musicales están compuestas por personas, cambian sus directivas cada cierto periodo de tiempo, evolucionan en muchos sentidos, y las necesidades y los gustos musicales también pueden cambiar.
Lo que no es negociable son los reproches públicos en los perfiles oficiales, ambas entidades serán conocedoras de los motivos que les llevan a tomar las decisiones y los cofrades debemos apoyar tales determinaciones. Las modas, modas son, y hay amantes de las modas. Totalmente respetable. Como también lo son las hermandades y cofradías que apuestan en su procesión por un estilo propio, marcado e identificativo, alejado de los ‘hits’ que levantan aplausos desde la primera nota musical.
De lo que sí debemos preocuparnos es de disfrutar más esas melodías tras nuestros Sagrados Titulares; de guardar el debido respeto y silencio cuando se interpretan las marchas procesionales; de no cruzar ni molestar a los integrantes de las formaciones musicales, que están todo un año trabajando y ensayando para que todo salga a la perfección; de no juzgar a la ligera los cambios producidos, porque tras ellos hay una nueva banda que ocupará el puesto con su banderín tras el trono, y sus músicos mirarán al cielo con la mayor de sus ilusiones por tocar tras ese Cristo o esa Virgen en Málaga. Rememos todos a favor y alejemos estas relaciones de bandas-cofradías de la política, la economía y los caprichos individuales. Tratemos a todos esos músicos como hermanos, que lo son, porque participan de la misma manera que cualquier integrante en una procesión, y cuidemos y fortalezcamos estas relaciones. Saldremos ganando con todo esto.