Martes Santo vivaz
La tarde del Martes Santo que comenzaba a las tres desde la Victoria puso su punto y final a las cinco de la madrugada en el barrio de Nueva Málaga, en una jornada plena en la que se pudo disfrutar del desfile procesional de seis Cofradías.
La tarde se había vestido de azul cielo claro y los nazarenos de capirotes blancos y morados enfilaban el barrio victoriano. Eran las tres en punto y un amplio público aguardaba a las puertas de la Casa Hermandad. Daba comienzo la jornada del Martes Santo.
La Cofradía del Rocío, que desde hace años viene abriendo la jornada del Martes, desfiló con orden por las calles de la ciudad. Sus sendas filas nazarenas eran ordenadas, con especial abundancia en la sección de la Virgen. De la primera Cofradía victoriana de la tarde pudimos ver brillar las nuevas y ricas potencias que el Señor, Nazareno de los Pasos en el Monte Calvario, estrenaba; diseño de Eloy Téllez sobre Casielles. Además de esto, la limpieza y policromía del Nazareno hizo lucir su semblante mejor que nunca, ganando protagonismo su expresión; un acierto de restauración que finalizara Naranjo Beltrán a inicios de Cuaresma.
Por otro lado, vimos desfilar a la Novia de Málaga, con unas cuidadas esquinas florales que tradicionalmente exornan su trono de plata y al que fueron añadidas rosas blancas. Sin embargo, y para el pesar de la gran mayoría, es la Novia de Málaga menos novia y ello volvió a ser evidente y quedar reflejado este Martes Santo, en una corriente estética que desde hace unos años viene cambiando la personalidad de la Virgen de blanco.
Siguiendo con la tarde, encontramos el desfile procesional de la Hermandad de la Sentencia, hermana en calle Frailes de Gitanos. La Hermandad desfiló con un exquisito e inédito exorno floral en ambos tronos, cuanto menos, llamativos. El Señor desfiló con su tradicional túnica y volvió a hacerlo a sones de banda de música. Subía Cárcer con «Pasa la Soledad»; un acompañamiento musical cuestionado en el que parece no encajar todas las piezas. La Virgen del Rosario, por su parte, ataviada con mucho gusto, volvió a deslumbrar en calle Cárcer con la gran petalá a las que han acostumbrado al público malagueño, siendo probablemente de las mejores que puedan verse. El trono avanzó durante su recorrido notoriamente mejor que el del Señor, acompañado con plenitud por la Banda musical de La Paz.
En calle San Agustín el público se agolpaba en multitud para disfrutar del paso de la Hermandad de las Penas. Los tronos de ambos titulares discurrieron al excelente paso al que acostumbran, con especial complicación debido a la estrechez. La Agonía avanzó en su último tramo con la marcha «Y nunca perderte, Esperanza», estreno musical de esta Cuaresma en la Banda de Cornetas de la Esperanza, y que a nadie pudo dejar indiferente tras una majestuosa interpretación, volviendo a demostrar el perfecto binomio entre la banda perchelera y el crucificado de Buiza. La Virgen de las Penas avanzó a sones de «Amarguras» y lució una joya por manto de flores en el que destacó la presencia de la Patrona, Santa María de la Victoria, en un relieve en negativo de flores blancas. Sobresalían rosas blancas y rosas que conformaban el símbolo del Ave María. A cada lado podía apreciarse, en números romanos, 150 y 75, en referencia a los años de Patronazgo y Coronación Canónica de la Patrona malagueña.
La segunda Cofradía victoriana de la tarde hizo delicias en calle Casapalma. Es meritorio de reconocimiento el paso de esta Cofradía que mucho ha mejorado en sus últimos años. El trono del Señor del Rescate subió Casapalma enlazada con Cárcer de forma admirable, marcando un año más otro perfecto binomio entre éste y la Agrupación Musical de los correonistas, San Lorenzo Mártir. Siete marchas sonaron; cinco en Casapalma y dos en Cárcer; donde el trono andó al compás, se mantuvo recto y se envolvió en mecidas. Cabe a destacar el gran estreno de «Al compás de calle Agua», dedicado a esta Cofradía victoriana, ejecutado con virtuosismo. La Virgen de Gracia, por su parte, avanzó a los sones de la Banda de Música de Zamarrilla, con apreciable cansancio, algo mayor. Este año, el espléndido conjunto neogótico de la Virgen se veía completado por las cabezas de varal y arco de campana -diseño de Curro Claros– que estrenaba el trono; sin embargo, poco vinieron a aportar estos estrenos que, sin cumplir el adecuado estilismo gótico, no consiguen acompañar, sino desvirtuar, la completa estética neogótica del trono y palio que hasta ahora han cubierto con gracia a la Virgen de calle Agua.
La Cofradía de la Estrella, por su parte, avanzó por las calles del Llano, por las que estuvo constantemente acompañada. El Señor lució el clásico monte de claveles rojos, mientras que María Stma. de la Estrella lució elegante exorno floral de rosas color rosa. La Virgen perchelera estrenaba, además, saya donada por un grupo de hermanos de color blanco que, abandonando el azul oscuro, hizo resaltar su semblante de dolorosa y destacar su posición en el trono. El trono del Señor avanzó en su tramo final con un cansancio considerablemente mayor que el de la Señora; no obstante, se hizo destacable la forma en que ambos fueron cuidadosamente mecidos a la par con «El arrepentimiento de Dimas», durante una muy buena interpretación por parte de la Banda de Cornetas y Tambores de la Victoria. Seguido de ello, una Plazuela de la Concepción llena rompió en aplausos y comenzó la tradicional malagueña.
Si la jornada había comenzado desde bien temprano en el barrio victoriano, era turno en la madrugada de seguir los pasos hasta el barrio de Nueva Málaga. Admirable la forma en que esta Cofradía hacía la llegada a su barrio; más aún, cómo realizaron su encierro. Sin duda, el gran broche de oro a una jornada plena. Con elegancia y cuidada ejecución, ambos tronos fueron mecidos en perfecta compenetración a los sones de «Mi Amargura», realizando algunos de sus propios pasos como el «Santa Ana» y elevados por última vez al cielo en brazos alzados con suavidad. María Stma. de Nueva Esperanza fue encerrada a sones de «Pasan los Campanilleros», mientras que el Nazareno del Perdón lo hizo con «Cirineo para ti, Señor». Destacó el exorno floral que conformaba el monte de corcho del Nazareno. La Hermandad produjo con puntualidad su encierro y demostró, una vez más, su buen hacer durante trece horas en la calle y su sentido de barrio, que ojalá nunca sea desvirtuado desde el seno interno de la misma, y siga los pasos firmes y de hermandad que siempre ha dado y por lo que tanto nos gusta.