Divina Pastora: III siglos cuidando de nuestras almas

Los orígenes de la Divina Pastora de las Almas se remontan al año 1703. Fray Isidoro de Sevilla recibe una visión mística o inspiración divina, dónde concibe a la Madre de Dios como Divina Pastora de las almas de la cristiandad. Siendo la descripción de la Virgen la siguiente:

“En el centro y bajo la sombra de un árbol, la Virgen santísima sedente en una peña, irradiando de su rostro divino amor y ternura. La túnica roja, pero cubierto el busto hasta las rodillas, de blanco pellico ceñido a la cintura. Un manto azul, terciado al hombro izquierdo, envolverá el entorno de su cuerpo, y hacia el derecho en las espaldas, llevará el sombrero pastoril y junto a la diestra aparecerá el báculo de su poderío. En la mano izquierda sostendrá al Niño y posará la mano derecha sobre un cordero que se acoge a su regazo. Algunas ovejas rodearán la Virgen, formando su rebaño y todas en sus boquitas llevarán sendas rosas, simbólicas del Ave María con que la veneran…”

La necesidad de plasmar esta nueva concepción mariana se ve materializada en el óleo del pintor sevillano Alonso Miguel de Tovar, siendo esta la primera representación de la Divina Pastora. Posteriormente, Francisco Ruiz Gijón, esculpió la primera imagen tamaño natural de la Virgen. Esta imagen es llevada en su primera procesión en octubre de 1705, con gran solemnidad, hasta la Iglesia Parroquial de Santa Marina de Sevilla, que para el momento constituía la novena sede de la Primitiva Hermandad del Rebaño de María. Se constituye así pues una devoción que se comenzaría a propagar por toda la orden capuchina y por toda Andalucía.

El auge de la expansión devocional de la Divina Pastora llegó a Málaga de la mano del beato Fray Diego de Cádiz en 1773, el cual veneró a la imagen de la Divina Pastora de Málaga hasta su muerte el 24 de Marzo de 1801.

La imagen de la Divina Pastora de Capuchinos es una obra atribuida al escultor sevillano José Montes de Oca (1668-1754) y está fechada a principios del siglo XVIII.  La talla representa a la Virgen sentada en estado hierático mientras cuida del rebaño de ovejas. Con expresión dulce y serena llama al fervor y recogimiento del devoto.  Cristo aparecía en el regazo de su madre y  también representado a modo simbólico en el cordero que acaricia la mano de la Madre.

En el año 1795 Pio VI decretó una bula donde concebía a María como Madre del Buen Pastor por lo que a partir de esa fecha fue representada con su Hijo al lado en el gesto de ayudarla al cuidado del rebaño como Pastorcillo Divino.

Otro de los grandes impulsores de la devoción pastoreña  en Málaga fue el beato Marcelo Spínola y Maestre durante su etapa de obispo en la ciudad, a finales del siglo XIX. En el año 1906 se aprobaron nuevos estatutos para la Congregación de la Divina Pastora de las Almas de Málaga.

En los años 60 el primitivo niño se cayó desde el altar mayor haciéndose pedazos, una vez restaurado y repuesto al culto fue robado por lo que hubo que encargar una nueva talla del Divino Pastorcillo a D. Luis Álvarez Duarte, imagen que se bendice en 1975.

Desde entonces la Divina Pastora de las Almas ha sido la que ha señalado el camino de miles de devotos que piden amparo bajo su manto, y a la que sus corazones grita:

¡Pastora de mi tierra!

¡Pastora de mi Málaga!

¡Pastora de nuestras almas!

Bibliografía:

Archivo de la Congregación de la Divina Pastora de las Almas (2014)

Fray Isidoro de Sevilla (2012). La Pastora Coronada (Edición y estudios con nuevos datos sobre el origen de la Divina Pastora).

 

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