Sanguis Christi

Año del Señor de 1507, se funda la Pontificia, Real, Muy Ilustre y Venerable Archicofradía del Santísimo Cristo de la Sangre, María Santísima de Consolación y Lágrimas, y del Santo Sudario en la ciudad de Málaga Más de 500 años han pasado desde que la Sangre de Cristo fuera derramada en las costas malagueñas, aunando tradición y leyenda. Una leyenda que aun tañe en los albores del tiempo como truenan los relámpagos en mitad de la tormenta.

Era una oscura y fría tarde de tormenta, la borrasca lo había oscurecido todo, el mar de Alborán  rugía con inmensas olas que hacían temer lo peor para los honrados pescadores que se habían echado a la mar sin ser conscientes de la tormenta que les esperaba.

Pese a los intentos del experimentado capitán por enderezar el rumbo no había forma de controlar la embarcación. Aquella sencilla y humilde jábega estaba a punto de convertirse en tumba y desenlace para la vida de aquellos pobres hombres de la mar.

Desconsolados y doloridos perdieron toda esperanza de luchar por mantenerse a flote. Aunaron sus últimas fuerzas en rezar y pedir a Dios por sus almas. Todo se había consumado. Inesperadamente, como si de un faro se tratara vislumbraron un halo de luz en el cielo que se dirigía hacía un punto concreto en el revuelto mar. Los pescadores clavaron sus llorosos ojos en aquel lugar del mar y comprobaron cómo sobre las olas flotaba un crucificado.

Remaron con todo su afán hasta llegar al Cristo y como si de un náufrago se tratara lo subieron a la jábega. De la llaga del Cristo manaban finos hilos de sangre que se precipitaban sobre las aguas.

 La tormenta remitió, las olas calmaron su desafiante rugido y el sol lo inundo todo con su calma y su calor.  Como cuando los apóstoles se hicieron a la mar y les pillo una tormenta siendo Pedro salvado de las aguas por Cristo, así mismo fueron ellos salvados por aquel Cristo crucificado.

Al ver a la embarcación llegar a la costa, la tranquilidad se apodero de los familiares y vecinos de los pescadores que se habían acercado a la playa temiendo lo peor. Al ver al crucificado pensaron que traían consigo a un herido de la tormenta pero descubrieron con estupefacción  que se trataba de una imagen de Nuestro Señor, los malagueños se arrodillaron piadosamente en la arena al comprobar que de la llaga de la lanzada manaba abundante sangre.

Y es que como si de una bella metáfora se tratara, el Cristo de la Sangre lleva más de 500 años siendo faro y salvación de sus archicofrades y devotos.

“Por aguas profundas nadaré, por mares revueltos mi alma se hundirá, la oscuridad de la fría noche ahogara mi corazón en miedos y temores. Pero si te tengo a ti, mi Cristo de la Sangre, nada me faltará.”

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Fotografía archivo Temboury Santísimo cristo de la sangre, obra anónima granadina de finales del XVI, principios del XVII. Destruida en 1931 en la parroquia de la Merced
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