Santísimo Cristo de la Hermandad y Caridad y Nuestra Señora de los Dolores.
Viernes de Dolores. 21:30 horas. Dolores
Los “Dolores” de María ha sido una advocación a la que siempre me he sentido vinculado. Especialmente en el caso de la Virgen de los Dolores del Puerto de la Torre, mi devoción viene de tiempo atrás, cuando descubro ese pequeño rinconcito en el corazón de Málaga y donde, cada vez que he podido, he acudido para dejar mis súplicas y compartir mis sentimientos más puros…
Este año, porque así ha tenido que ser, nuestros caminos se han cruzado y nuestras miradas han sido testigos de una conversación que, puedo afirmar, no olvidaré. Llamémosle casualidad o causalidad, pero ante la fachada de su Casa Hermandad y a sones de “Dolores”, de José Bazalo, todo cobró sentido en la tarde-noche del Viernes de Dolores. Allí la Virgen me abrazó con más fuerza que nunca y sentí que, sin lugar a duda, mi abuela estaba junto a mí.
El silencio del público congregado y las dulces melodías de la marcha que se interpretaba fueron acompañadas por el tintineo de su palio. La noche había caído y el viento apagó la candelería, pero como si de un faro se tratase, el rostro de Ntra. Señora de los Dolores era ese punto al que toda mirada se dirigía.
Allí se inauguró mi Semana Santa, junto a mi familia, junto a amigos. Allí viví lo nunca vivido y disfruté de la esencia pura de barrio, de la devoción desbordada y del buen sabor de boca. La vida es un constante azar, un ir y venir sin rumbo fijo y donde, en muchas ocasiones, no hay explicación racional a lo que sucede. En este caso, y quizás peque al decirlo, creo que la clave de todo es el destino.
A veces, no es casualidad ni causalidad, son DIOSIDADES lo que nos ocurre.
Gracias por tu pequeño relato, es la vida misma.