Entrega V – Meditaciones sobre el Santo Vía Crucis

Ya adentrados en tiempos de Cuaresma es habitual que durante esta época del año en los templos, especialmente los viernes, se haga especial mención a las estaciones del santo Vía Crucis, una antigua tradición que se ha mantenido hasta hoy.

En diversas entregas meditaremos las diferentes estaciones del Vía Crucis, en concreto las propuestas por Juan Pablo II, que tienen un carácter más ecuménico y que recoge exclusivamente pasajes aportados por los Evangelios. Estas estaciones serán además las mismas que fueron representadas el pasado sábado, 5 de marzo, en el Vía Crucis Extraordinario por el Centenario de la Agrupación de Cofradías.

 

  • XII Estación. María el pie de la cruz

Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.  Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.  Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.

(Jn 19, 25-27)

El evangelista Juan es el único que refiere que la madre de Jesús estuviera presente en el Monte Calvario. Además al contrario que el congelo de Marcos, sitúa a las personas cercanas a Jesús que contempla su crucifixión cercana a la cruz mientras que Marcos relata que se encontraban alejadas.

Salvando estas diferencias evangélicas, el relato presenta una carga emocional fuerte, pues nos relata como la madre de Jesús asiste al suplicio de su propio hijo junto a su parienta María, mujer de Cleofás (se coincide en que no era hermana sino cuñada) y del único discípulo te permaneció fiel al lado de Jesús. Este discípulo es mencionado en el Evangelio de Juan siempre de la misma manera “El discípulo a quién más amaba el Señor”, pero en ninguno versículo se aclara la identidad del mismo.

Grupo escultórico de Salesianos. Año 2019.

La tradición cristiana siempre lo ha identificado con el apóstol Juan, puesto que el terminal el Evangelio de San Juan el discípulo amado se atribuye la autoría del Evangelio, sin embargo, la teoría más plausible de la autoría de este evangelio es que fueran redad todas por una comunidad joánica posterior al propio apóstol. También se barajado la posibilidad de que el “discípulo amado” se una figura literaria utilizada para que el lector se identifique con él

En este momento de la pasión, podemos contemplar como Jesús en un gesto entrañable, entrega la protección del llamado discípulo amado, a su propia madre. No la dejo en manos de cualquiera sino de aquel con quién tenía una relación de especial afecto, fue un regalo moto para María y Juan el que a partir de ese momento sus vidas descubriesen de la mano.

 

  • XIII Estación. Jesús muere en la cruz

Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46 Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama este.  Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle.  Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.

(Mt 27 45-50)

Mucho se ha especulado con que quiso decir Jesús con la expresión ‘¿Por qué me has abandonado?’. Hay quiénes sugieren que nuestro muestra un momento de debilidad de Jesús en cuanto a su confianza en el Padre, sin embargo el hecho en que pronunciarse la frase en hebreo, (Eli Eli lama sabactani) nos da una pista de que en realidad Jesús está citando la escritura hebrea, en concreto el Salmo 22.

¿Fue necesaria la muerte tan cruel de Jesús para redimir al género humano? Algunos teóricos han sostenido que Jesús jugó el papel de cordero,  es decir, que Jesús aceptaba ese su precio en lugar nuestro cargando con nuestros pecados y Dios ejercía así una justicia sustitutoria. No obstante, y manteniendo que en efecto Jesús carga con nuestros pecados, la tendencia general entiende que la muerte de Jesús fue inevitable por la dureza del corazón del ser humano, y no tanto como una exigencia impuesta por Dios.

Santísimo Cristo de la Expiración. Año 2019
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