Hoy Quiero Algo Bonito
Escribo estas líneas en este particular Domingo de Pasión, y con el difícil objetivo de querer que de ellas salga algo bello. Busco en esta columna un componente sanador como el paciente que se tumba en el diván del terapeuta para una sesión catártica.
¿Cómo escribir algo que pueda llenar de sensibilidad los ásperos momentos que nos ha tocado vivir, cuando la dureza de los datos se empeña en amargar cada día de confinamiento? Si nos alejamos de la frialdad de las cifras y descendemos al terreno, nos encontramos con historias tristísimas que tienen nombres y apellidos. Lamentablemente cuando acabe esta epidemia, todos habremos tenido a algún familiar o amigo que ha necesitado asistencia médica, y en algunos casos, lloraremos su muerte. Ante esto, al creyente solo nos queda mantener la fe en que la nueva vida que se le presenta al que marcha, sea la esperada por todos.
Aquí estamos, Málaga, los que vivimos entre tus huesos, con temblores de miedo y el silencio, aún blando, derramado sobre tus calles. ¿Qué aroma perfuma ahora tu latido que no puedo olerlo? ¿Es azahar, quizás, lo que los naranjos bendicen?
Aquí estamos, Málaga, los herederos de los que vieron durante milenios cómo los vientos han tatuado en tu memoria lo que eres. Siempre bulliciosa y viva, ahora la luna se esconde temerosa en los postigos de las casas, y no nos iluminará, llena, el Jueves Santo.
Aquí estamos, Málaga, los que predicamos tu evangelio en este Domingo de Traslados. ¿Con qué fuerza te levantas si te faltan tus hombres de trono? ¿Quién soportará tu pasión al no tener nazarenos? ¿Quién al verte te murmulla que le duelen tus cadenas? ¿Quién hará redoblar las campanas de tu Manquita?
Aquí estamos, Málaga, todos deseando poder acompañarte. Hemos memorizado tus espacios para salir a pasearte las calles y ocupar tus plazas.
Aquí estamos, Málaga, un Domingo de Pasión distinto, enrarecido y esperanzado de que nos puedas perdonar y acoger al sol de la primavera. Todos queremos un Domingo de Traslados bonito.
Muy bonitas palabras Enrique. Para los malagueños que aman la Semana Santa, la memoria es ahora buena aliada para volver a vivirla.
Saldremos de ésta.