Humildad rendida al balcón de una Málaga multitudinaria
La Antigua Hermandad y Real Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Humildad en su Presentación al Pueblo (Ecce-Homo), Nuestra Madre y Señora de la Merced y San Juan Evangelista celebraba este pasado fin de semana el culmen de su 325 Aniversario Fundacional con diversos actos en torno a la Sagrada Imagen del Señor de la Humildad.
Humilde Humildad
Málaga. Viernes, 4 de octubre. Las puertas del Real Santuario victoriano se abrían con el sol de media tarde bañando los jóvenes naranjos de la plaza.
Entre las personas allí congregadas se abrió paso la impasible y serena, a la par que imponente, imagen del Señor humilde que, sin nada más que el liso terciopelo burdeos y sobre alfombra de claveles rojos, parecía caminar por entre la gente.
Los sones del maestro Artola irrumpieron y las notas de Cristo de la Humildad rayaron la armoniosa tarde de octubre.
El Señor de la Humildad, recorrió las hondas calles de su barrio y, fue de repente que se avistó al Dios más humilde, honrada su advocación. Las paredes desconchadas y arañadas del castizo entorno contrastaban con las heridas descubiertas de su desnudo torso.
Llegaba el Señor al latente corazón de la ciudad. Con el sol ya escondido se abría la temprana noche. Resonaba el tambor ronco entre la multitud, mientras que el Señor avanzaba imperturbable y apacible. El suave zarandeo de su túnica narraba, sobre la marcha, cada uno de sus pasos dados.
Entre las hojas de naranjo del patio catedralicio las notas de Artola volvían a bailar. El Señor de la Humildad se aproximaba al interior del primer templo de la ciudad. De repente, el silencio se hizo oscuro como la noche y el único sonido de un tambor anunciaba a la Málaga cofrade que el Santísimo Cristo de la Humildad iba a ser presentado, juzgado y sentenciado. Se cerraban las puertas.
Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre!
Málaga. Sábado, 5 de octubre. Se volvían a abrir las puertas de la Encarnación.
El brazo de Poncio Pilato dirigía firme la mirada al derrotado y tierno semblante de Jesús, al balcón asomado. «¡He aquí el hombre!». Quedaba entonces Jesús presentado ante una Málaga que no condena, sino que derrama y prodiga clamores al humilde Señor victoriano.
Réquiem; los primeros sones con los que el Señor fue mecido sobre el trono que le alza de entre el refulgente dorado. Un balcón posicionado ante la figura de Cristo aportaba un guiño a la historia de aquel al que llamaban «El Señor del Balcón». Sobre su hombro, una preciosa nueva clámide de grana que descubre su esculpida anatomía en posición de heroica majestuosidad, adelantado sobre su pierna izquierda.
Y avanzó, entre aplausos y expectación, por el neurálgico y frenético casco histórico de la capital del Sol, que se transformaba para convertirse en escenario de la Pasión anunciada del Señor.
Por delante, una procesión de nueve horas, desde que comenzara a salir el cortejo del interior de la Catedral a las seis de la tarde, hasta casi las tres de la madrugada que se encerrara en el templo de la Victoria.
La cálida tarde de octubre hizo delicias en la jornada procesionista, que abrazó con agradable temperatura todo el desfile, incluso en la ya entrada madrugada.
Los deleitosos sones de la Banda de Cornetas y Tambores del Paso y la Esperanza cautivaron con maestría el oído de todo presente en un acompasado binomio banda-trono. Humildad, Pasión y Agonía para el caminar del Señor.
La Málaga cofrade -y la que no- fue testigo de la historia que aquel día quedó escrita en los retales del otoño, porque el Señor sin darnos cuenta nos la contó.
Nos contó que se puede rezar solo con la mirada, que se puede rendir con la música alabanzas, que no importa que seas mujer u hombre para portar a Dios, que -como a La Aguadora goyesca nos viniera a recordar- las jóvenes chicas también aguan, atendiendo a sus hermanos por igual… Una historia constante de humildad que veneraron al Señor en su procesionar.
[Fotografías: @ProyectoLazaro_]
Extraordinaria Procesión
Así, asistimos a la celebración de una Extraordinaria más que sumar a estos convulsos tiempos cofrades, a veces tan hastiados. Una Extraordinaria, no de las más esperadas por el público general, pero con agradecido recibimiento en las calles.
A lo largo del discurrir de la Procesión Triunfal, que partió puntual desde el interior de la Catedral, no faltó en ninguna de las calles público concentrado en los distintos puntos del itinerario, tanto malagueños como cuantiosos foráneos, siendo visiblemente el lugar mas transitado la céntrica Plaza de la Constitución.
Transitó así la Cofradía de la Humildad por sus tres históricas sedes: la Iglesia de Santiago, el desaparecido Convento de la Merced, y la Basílica y Real Santuario de la Victoria y de la Merced, su actual sede, en honor de sus más de tres siglos de historia.
Acierto por parte de la victoriana hermandad el discurrir de la procesión por las calles de Huerto del Conde y Coto de Doñana para alcanzar el barrio, antojadas aún más estrechas con el paso del trono del Señor. Maniobras muy complicadas las que se debieron ejecutar a lo largo de la noche, contempladas por los presentes con gran embeleso.
Llegando a casa, una bandera cruzaba la calle central dando vítor al Barrio de la Victoria. El Señor de calle Agua, aguardaba en su capilla bajo el dintel de la misma, ataviado para la ocasión; la victoriana Hermandad del Rescate recibía así al Cristo de la Humildad.
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Al llegar a la Casa Hermandad del Rocío se produjeron uno de los momentos más hermosos de la noche, cuando la Banda Escuela de la Hermandad del Martes Santo interpretó para el Señor Cristo de la Humildad de Artola. Una delicia disfrutar por unos minutos del grupo escultórico al completo mecido a los sones de banda de música, además de destacar la notoria ilusión y constante mejora con la que estos niños -orgulloso futuro- interpretaron las notas escritas.
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Fue después de completar este primer tramo por el Barrio cuando la corporación discurrió por otras calles secundarias y menos transitadas; así completó Puerto Parejo, Manrique, Gordón, Isabel la Católica y San Patricio hasta aproximarse a la Plaza del Santuario; unas últimas vueltas que pudieron resultar en exceso.
Durante la noche, intervinieron la solista Itzíar Jimena y el violinista Ignacio Roldán; además del histórico artista malagueño de la copla y el flamenco, Emi Bonilla, quien cantó al Señor de la Humildad una saeta por seguirillas.
A destacar, el sendo cortejo que acompañó el desfile procesional, con corporaciones de las cofradías agrupadas y de fuera de Málaga, llamando especial atención la elegante representación italiana del Ecce Homo de Trapani (Sicilia).
Culminó la Procesión en el Real Santuario rozando las tres de la madrugada. Continuamos así el Tiempo Ordinario inmersos en el mes del Rosario dentro de este agitado mundo cofrade, tan para bien como para mal, pero que nunca deja de latir.