Málaga revive alzada en forma de cruz
Unión, fraternidad, oración, corazón, amor, sentimiento, vida, consagración… Y con todo esto, se volvió a detener el tiempo.
‘’No hay nadie que viva sin su cruz y el que huya de una, encontrará otra mayor’’ (Santa Ángela de la Cruz).
Todo está consumado, la espera ha merecido la pena, ya es Miércoles de Ceniza en la ciudad de Málaga, vuelve a recaer el sentimiento más puro que nos mantiene vivos a todos los cofrades que, en un sólo corazón vuelven a compartir todo su interior.
Han corrido las horas y ya no hay vuelta atrás, ya solo quedan nuestras voces internas que solo unidas pueden hablar.
Es momento de celebrar, compartir ilusiones, estrechas lazos y mantenernos vivos. Momento de celebrar el amor, el amor fraterno, la amistad, proyectar nuestros deseos y anhelos, orar, acompañar, de ser acompañado y agradecer.
Jesús muere en la cruz de la Salvación por amor y nos enseña a que hay que amar y ser amado. Desde el corazón donde reside nuestra Excelsa Patrona, el vecino más antiguo junto a su bendita madre a los pies nos enseñan a que en estos 40 días hay que amar al prójimo, a que nos tenemos que abrazar, nos tenemos que cuidar, tenemos que agradecer, tenemos que compartir
Nos preparamos para ser otra vez nazarenos en un recorrido inspirador donde nuestros corazones se forman, se nutren de oración y gratitud, de llevar con nosotros todo lo que queremos expresar.
Paseamos por nuestras calles y observamos multitud de personas con capirotes en mano, con la ilusión puesta otra vez en los preparativos de nuestras cofradías, en los tallajes, en las convivencias, en repartir túnicas de nazareno, de compartir la ilusión con los nuestros, de mantenernos vivos. Solo los cofrades entendemos lo que significa todo aquel escalofrío que nos inunda en todo el cuerpo.
Qué decir de nuestras maravillosas vírgenes ataviadas de hebrea esperando la Pascua de la resurrección, cómo explicar la sensación de bajar nuestra tan conocida calle Victoria y contemplar a nuestra protectora de calle Agua, nuestra virgen de Gracia, que con su mirada nos guía en todo nuestro camino y nos rescata de todo aquello que nos hace mal. Qué decir de nuestra alegre y tierna Virgen del Amparo, que acompañada de San Juan, nos sonríe en este camino y nos recuerda que tenemos que ser felices y afortunados pese a todo tipo de adversidades.
Siguiendo hacia nuestro casco histórico, un eco de esperanza vibra en la Iglesia del Santo Cristo, donde en un altar efímero, nuestro Señor Coronado de espinas es la diana de todas nuestras miradas y nos transporta a nuestra buena madre que nos transmite que la esperanza es vida. Desde la Iglesia de la Divina Providencia, el tan imponente nazareno y con la cruz al hombro, con su túnica de terciopelo burdeos, en definitiva, el Señor de Carretería nos mira y conversa con cada uno de nosotros y nos enseña el camino a seguir estos días de preparación. de Al otro lado del puente, recorremos un trayecto espiritual que nos encuentra con la guardesa del Perchel, con la del otro lado de la ciudad, la que siempre está mirando al río durante todo el año, la que siempre estará ahí, nuestra Virgen de los Dolores del Puente, con sus manos juntas, su simpleza, su sobriedad, Ella todo lo puede.
No podemos olvidarnos nunca de lo mejor que tiene nuestra ciudad, nuestros barrios, nuestras parcelas de vida donde crecemos como humanos y cofrades. Qué labor tan buena hacen nuestras hermandades en los barrios, desde tan pequeños nos adentramos de lleno en la labor de nuestras cofradías, que nos acercan cada día a nuestros titulares y nos hacen cada vez amar más siendo parte de nuestra personalidad intrínseca. La Victoria, El Perchel, Cruz de Humilladero, Nueva Málaga, Capuchinos, El Molinillo, Las Delicias, nuestro casco histórico… En cada punto de nuestra ciudad se respiran cofradías. En el Perchel, permanece la Esperanza y la Soledad, en la Victoria permanecen la Humildad, el Amor y la Caridad, en Capuchinos, el Dulce Nombre de María, en el Molinillo, la Piedad de nuestra bendita madre, en las Delicias, nuestro padre redentor del mundo. Cada barrio aúna valores que son base en nuestro día a día.
En un simple paseo, escuchamos el sonido de una campana y nos llevamos la sorpresa de que los que portan a nuestras sagradas imágenes están ensayando para que cada mecida sea una experiencia vital. La satisfacción de todo el trabajo que hacemos los cofrades para que todo salga adelante planificando, cuadrando hasta el último momento es reflejo de que queremos lo mejor para ellos, que se lo merecen, que merecen bendecir la ciudad con el último nombre de cada hermano guardado en lo más profundo de su corazón.
Que suerte tenemos de poder celebrar la cuaresma en familia, con nuestros amigos, rodeado de buenas personas, personas llenas de amor, en estos 40 días se potencia la familia, nuestro núcleo vital.
Este 22 de febrero, inicio de nuestra cuaresma, empezamos fuerte cargados de novedad, barrio e ilusión con la primera y salida histórica de la nueva imagen del Santísimo Cristo de Humildad y Paciencia, bien allegada en el barrio de Cruz de Humilladero donde los devotos y vecinos del barrio podrán contemplar tan magnífica obra por las calles de su barrio hasta el centro histórico para presidir el Vía Crucis de la Agrupación de Cofradías, momento crucial y de encuentro para todos los cofrades ya que es el inicio de algo grande. Sonarán esas campanas de la iglesia de San Vicente de Paúl anunciado el encuentro de nuestro señor Jesucristo con todos los malagueños, que a sones de la Banda de música de Cruz del Humilladero mecerán al Padre en su primer recorrido espiritual por las calles de la ciudad. En un largo recorrido, dejará constancia de una catequesis pública de reencuentro y hermanamiento que nos dejará sin aliento.
Nadie nos va a quitar nuestra famosa semana de traslados, que, a diferencia de otras ciudades, nuestras imágenes recorren las calles de la ciudad antes de la semana mayor para poder llegar a donde están guardados los altares donde saldrán en los días de Pasión, nuestros tronos catedralicios. Empezando por un Viernes de Traslados cargados de barrio y ganas de comenzar hasta el Sábado de Pasión, con los últimos resquicios de aquellas cofradías que descuentan un día para lo que es la »Gloria de la Salvación».
No quedan palabras para describir todo lo que vamos a sentir, solo queda cerrar los ojos, pedir todos los deseos posibles y en amar continuamente porque a partir de ahora es el turno de nuestro corazón, que es es el que late y manda. Con la procesión por dentro, volveremos a ser otra vez nazarenos, hombres y mujeres de trono, componentes de bandas de música, acólitos… Y todo eso lleva un largo recorrido interno del que disfrutaremos al máximo porque nunca nos faltará la esperanza si estamos unidos en un sólo corazón.
»Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor» (1 Corintios 13:13)