Sábado de Pasión lleno de contrastes

Este año no teníamos grandes muestras de devoción en forma de procesiones por los barrios, tampoco traslados previos a la Semana Santa, pero la ilusión y las ganas se mantenían intactas y renovadas, una vez, más cerca de los titulares el Sábado de Pasión

La ansiada espera llegaba a su fin y todas las corporaciones del Sábado de Pasión se congregaban en torno a sus titulares para rezar y, por supuesto, para recibir la bendición que refleja la sencillez de una mirada. No sería el primero ni el último momento de oración ante los sagrados titulares pero, sin duda, si era el más especial.

Ayer la Málaga cofrade no tuvo excusas ni impedimentos para contemplar y admirar el arduo trabajo que realizan todas y cada una de las corporaciones de vísperas para rendir culto a sus titulares. Fue un día de reencuentros, de nuevas oportunidades y, sobre todo, de redescubrir desde la cercanía a las imágenes que procesionan en la jornada.

Desde las 9:30h de la mañana, la Parroquia de la Purísima albergaba una doble veneración bajo sus naves. Allí se encontraban Nuestra Purísima Madre del Buen Camino, dolorosa del Grupo Parroquial de Ntra. Purísima Madre del Buen Camino y Sta. Cándida María de Jesús (Gamarra) así como María Santísima de la Encarnación y Amor Divino, titular del Grupo Parroquial de «Las Lanzas». 

La apertura de las puertas del templo fue anunciada por el escuadrón de clarines de la Banda Santa María de la Victoria y, de repente, un ligero aroma a incienso se apoderó de todo el entorno. Sin duda, la ilusión de adentrarse en aquel templo era indescriptible, y el inicio de la jornada no podía haber sido de mejor modo.

En esta espléndida mañana se produciría un antes y un después. No me cabe duda de que, para muchas personas, era la primera vez que se situaban frente a la Virgen del Buen Camino. Esta imagen sobrecoge, te invita a reflexionar, y su cercanía en el templo de La Purísima daba una gran oportunidad para vivenciarlo. Allí, sencillamente dispuesta, se mostraba ataviada con saya blanca y manto azul oscuro, así como una cinturilla. Su rostro lo cubría una mantilla que caía levemente sobre sus hombros y espalda. El halo plateado de la imagen y su corazón traspasado, completaban el conjunto. 

Atónito y tras un esfuerzo al no ser capaz de retirar la mirada esta impactante imagen, me dirigí al lado contrario del altar. Allí, María Santísima de la Encarnación y Amor Divino también deslumbraba con su dolorosa estética. Coincidieron los tonos oscuros y el plateado que previamente se habían visto en Buen Camino. La imagen lucía corona plateada y corazón traspasado. También se podía ver una corona de espinas entre sus manos. Fue entonces cuando, en un momento de recogimiento, sonaron los acordes del «Ave María» de Caccini interpretado por un trompeta solista. Estas melodías resonaron en el templo e hicieron que los presentes fuéramos conscientes de la realidad. Era Sábado.

Juntos y en convivencia, los hermanos de Gamarra y Las Lanzas compartieron templo y oración. Se vivieron íntimos momentos de rezo, de ilusión, de devoción y fe. Ambas imágenes marianas, situadas a cada lado del altar mayor, se presentaron impactantes.

Tras contemplar esta doble estampa, aguardaba una visita especial; era el momento de desplazarse hasta la Barriada de los Corazones, barrio donde crece la devoción hacia Nuestra Señora de los Desamparados, obra del artista Juan Vega que deja atónito a cualquiera que se pose ante ella y se permita el lujo de admirar su dulce y doloroso rostro.

La imagen se presentaba, por primera vez desde su llegada, en la nave central del templo. Las puertas principales del mismo se encontraban abiertas de par en par y, allí, al final del camino, se alzaba la portentosa talla sobre una peana de madera, iluminada por su nueva candelería y reluciendo como nunca con su nuevo manto bordado. Cabe destacar que también pudieron contemplarse los nuevos estandartes del Vía-Crucis.

La Parroquia de Goretti llama siempre la atención por su estética y su diferencia, pero de igual modo lo hace la imagen de Desamparados, que como bien decía, no pasa desapercibida por su impactante rostro y su natural expresión. La dolorosa lucía soberbia, ataviada con sus bordados pero sencilla. Aquella parte central del templo, ante el altar mayor, parecía ser el trono en el cual ella camina cada año acompañada por los acordes de piezas de corte solemne y fúnebre. Estas obras pudieron escucharse mientras, desde un banco y en silencio, devotos realizaban sus plegarias. 

En otras circunstancias y ante un sábado de pasión que todos tenemos grabados en la retina, habríamos acudido en masa a acompañar a Jesús Cautivo y su bendita madre de la Trinidad para, posteriormente, desplazarnos de nuevo a los distintos barrios de la ciudad. En esta ocasión y ante la imposibilidad de revivir esta cita, se presentaba una oportunidad para deleitarnos y vivir con calma la devoción de un barrio

A las 16.00h de la tarde tenía prevista su Salida Procesional la Asociación Parroquial del Santísimo Cristo, Luz del Mundo, María Santísima del Mar, Nuestro Padre Jesús de los Niños y San Andrés Apóstol. Coincidiendo con esta hora, la corporación celebraba su último día de triduo en la Parroquia Virgen del Camino y San Andrés para, posteriormente, trasladar a sus titulares a su capilla callejera, lugar donde los hermanos y devotos podrán rendirles culto durante toda la Semana Santa.

El altar extraordinario montado por la corporación era muy elegante. En él, multitud de estrenos donde destacaban el techo de palio de la dolorosa y, además, la propia restauración de la imagen. La elegancia de los pequeños detalles se personificaba en San Andrés. Paso a paso y de forma contundente, la Hermandad avanza en sus metas.

La dolorosa lucía de blanco y azul, un color que se repetía en esta jornada. Su tocado de hojilla dejaba apreciar su rostro tras la restauración y permitía contemplar contrastes en los tonos. Sus manos, invitaban a acogernos y el timón que colgaba de su brazo, a dar orientación a nuestras vidas. Tras ella y en una posición alta, el Santísimo Cristo, Luz del Mundo, lucía túnica lisa con un cíngulo bien anudado. Su expresivo rostro tampoco pasa desapercibido en esta jornada. 

Ayer se vivían los últimos momentos en el templo, pues las imágenes volverían a su capilla callejera, a esa «concha marina» que a todos nos envuelve y transporta y en la que sus hermanos podrán dejar sus plegarias a lo largo de toda la Semana Santa.

Poco tiempo más tarde y desde el barrio de Carranque, dos altares andantes se levantaban por primera vez sobre las naves de la Parroquia San José obrero. La corporación estaba de enhorabuena y es que, tras erigirse como Grupo Parroquial y rendir culto a sus titulares en la propia Parroquia, así como bendecir a su nueva titular mariana, celebraban que era la primera vez que los tronos de ambos titulares se encontraban en el interior del templo, pues siempre procesionan desde un tinglado contiguo al templo.

El Señor de la Verdad lucía de burdeos, con túnica bordada, conjunto que contrastaba con el blanco del mantolín. El trono procesional mostraba la escena ante Caifás y nos permitía contemplar el discurso iconográfico en cerámica de las cartelas del cajillo, ya completas. Por su parte, la recién bendecida imagen de María Santísima del Sagrario se alzaba sobre su palio, el cual mostraba su crestería y morilleras finalizadas, algo que en su última salida procesional pudo dejar con mal sabor de boca. El exorno floral era contundente, dando color y olor al templo de Carranque y la imagen de la virgen a la luz de la candelería, dejaba una estampa insólita. 

Lo cierto es que desde su apertura de puertas, algo más tarde de las 17.15h, el templo recibió la visita de una gran cantidad de fieles y devotos, también de cofrades en general que se mostraban curiosos ante la insólita estampa y que quisieron acompañar a la corporación. No seré quién discuta sobre la necesidad y/o adecuación del montaje de tronos para esta Semana Santa pero, sin lugar a dudas, contemplar esta escena como si se fuese a producir la Salida Procesional en esa jornada ha producido un gran impacto en mí.

Concluía este Sábado de Pasión en la Calzada de la Trinidad, sede donde cada año procesiona un Nazareno bajo palio, el de la Llaga en el Hombro. Su madre, María Santísima de la Buena Fe, aguarda cada año en el templo el regreso de su hijo, sin embargo, este año no tuvo que ser así y se pudo contemplar una estampa especial e íntima de ambos dos en el día grande de la corporación.

Sobrecogedora estética la de Jesús Nazareno de la Llaga en el hombro, el cual lucía su nueva túnica morada con bordado en plata. Una escena que recuerda a lo añejo, una caída que, acompañando al movimiento propio de la postura del señor, hacían que pareciese que allí y en ese preciso momento, Jesús caminaría con la cruz a cuestas. Se disponía sobre un sencillo monte de corcho. San Juan y María Magdalena lo escoltaban. Todo el conjunto se remataba con cera y flores.

Por su parte, María Santísima de la Buena Fe se presentaba ataviada con los estrenos de su coronación litúrgica. Saya y mantos bordados, corona en oro y puñal a juego con la misma. Muy despejado su tocado, algo inusual en general en ella, lo que hacía admirar mejor su rostro. A un lado, Jesús portaba majestuoso su cruz a cuestas, al otro, María dolorosa llora por la Pasión de su hijo. Sin duda, una estampa muy bella que quedará en la retina de los hermanos de la confraternidad.

Concluía un nuevo Sábado de Pasión, día que se iniciaba junto a Jesús Cautivo y la Virgen de la Trinidad en la tradicional misa del alba y que permitía recorrer los distintos enclaves de la ciudad para conocer de cerca la gran labor y el gran coraje que tienen las Hermandades, Asociaciones, Grupos Parroquiales y demás corporaciones para rendir culto a sus titulares, más aún si cabe en esta situación extraordinaria.

Ahora sí… abran los ojos, porque las palmas lo inundan todo, resuenan los sones de «Entrando en Jerusalén» y «María Santísima del Amparo». El palio tintinea en nuestros oídos, el redoble del tambor retumba en nuestro corazón. «La procesión va por dentro», y, aunque no en la calle, este año celebramos la posibilidad de reunirnos en torno a nuestros sagrados titulares, pues nada ni nadie podrá privarnos de ello.

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