Y yo más
Andalucía tiene un patrimonio cofrade extraordinario, y mantener el reto es mantener la pureza y autenticidad de cada Semana Santa
Medinaceli saliendo de la Catedral y el barrio de la Plaza de Toros desplazándose hacia el Paseo de Almería con su Sentencia y Macarena. Verdad. El Abuelo visitando a todos los jienenses meciéndose con su marcha ‘Nuestro Padre Jesús’, de Emilio Cebrián. Autenticidad. Las horquillas chocando en el suelo mientras el Despojado atraviesa Puerta de Tierra llegar hasta la gaditana Plaza del Palillero. Sabor. La judería cordobesa impregnándose de la esencia nazarena de las Penas de Santiago. Pureza. Triana, el Tiro de Línea, el Porvenir y el Cerro del Águila caminando tras sus devociones para llegar a la Catedral de Sevilla. Raza. Los Judíos de San Mateo y la Virgen de la Victoria regresando a sus templos con los vítores de los onubenses que se postran durante todo el año a sus plantas. Fe. La siempre pionera Jerez de la Frontera afrontando una nueva Coronación Canónica para continuar escribiendo su historia con letras de oro. Futuro.
Nada que envidiar y mucho que admirar de cada rincón. Y Granada lo demostró el pasado fin de semana en su procesión magna y traslados previos que tuvieron lugar con motivo del 34º Encuentro Nacional de Hermandades y Cofradías. La Carrera del Darro se iluminó con la belleza de la Virgen gitana del Sacromonte, el Albayzín volvió a ser testigo del milagro del paso de María Santísima de la Aurora por sus calles. Granada hizo historia, y lo más importante, lo hizo sin complejos.
Quizás ahí reside la grandeza de todo esto, en mostrar la esencia que ha permitido que la Semana Santa andaluza crezca tanto, y de qué manera. Ese es el reto: cuidar nuestra mañana de Domingo de Ramos, nuestros cruces, nuestras filas nazarenas y nuestros tronos, nuestras raíces que nos identifican y nos hacen únicos. Porque Málaga es mucha Málaga, pero no más (ni menos) que las otras, ni incluso de los pueblos que son el máximo exponente de esa realidad.
Y es que tal vez simplemente hay que cambiar la mentalidad del “y yo más” por el “y nosotros también”, y sumar todo el potencial malagueño aún más si cabe al carro de la autenticidad.