La Flagelación de Cristo. Iconografía de la Columna.
En Málaga son varias las hermandades que a lo largo de los últimos cuatro siglos han profesado devoción a una imagen de Cristo atado a la columna durante la flagelación. Extintas o vigentes, estas hermandades hacen visible en la vía pública una de las iconografías más importantes de la Pasión de Cristo en la Historia del Arte.
Actualmente son cuatro las corporaciones que cuentan con una representación de este momento. Por orden de antigüedad:
- Hermandad del Santo Cristo de la Salud (Fundada en 1633 en el Convento de la Santísima Trinidad. Actualmente tiene sede en la Iglesia del Santo Cristo de la Salud) Patrón de la ciudad.
- Asociación de Fieles del Santísimo Cristo de Llagas y Columna (Fundada en 1634 en la desaparecida Iglesia Conventual de la Merced. Reorganizada en 2007, con actual culto en el Barrio de Miraflores).
- Hermandad de la Columna o “Gitanos” (Fundada en 1682 en la desaparecida Iglesia Conventual de la Merced. Reorganizada en 1939 tras la Guerra Civil. Actual sede en la Parroquia de los Santos Mártires).
- Cofradía de Nuestro Padre Jesús de Azotes y Columna (Fundada en 1730 en el Convento de San Luis el Real y fusionada con otras hermandades en 1891). Actualmente Reales Cofradías Fusionadas con sede en la Parroquia de San Juan.
A lo largo de la Historia del Arte, y sobre todo a partir de la Edad Media, la representación de la Flagelación de Cristo atado a la Columna ha sido uno de los temas más tratados por los artistas, haciendo de este uno de los momentos en los que mejor podrían expresar el sufrimiento de nuestro Señor durante su Pasión. También sirvió como fuente de inspiración para numerosos literatos místicos que se recreaban en la crudeza del momento, contando incluso la cantidad de latigazos que recibió Cristo, a veces con cifras exageradas como los 5475 golpes de los que nos habla Santa Brígida. Además, esta iconografía era muy poderosa para fomentar la devoción popular, ya que el fiel se conmueve de un hombre que es azotado injustamente.
Este objetivo devocional sería potenciado por artistas como Alberto Durero, que haciendo uso de la técnica del grabado, que permitía la distribución de una imagen original a través de numerosas estampas que circularían por toda Europa y el continente americano. Este “viaje” de la imagen creada a través del grabado serviría como modelo de inspiración para los artistas a la hora de realizar pinturas y esculturas que tratasen el tema de la Flagelación.
No obstante, la imagen que los cofrades suelen tener cuando piensan en un Cristo atado a la Columna es la de la configuración que se hizo en el Barroco, pero el Renacimiento estableció un modelo un tanto distinto a los postulados que conoceremos a partir del s.XVII. Incluso en ocasiones el tema bíblico casi adquiere un papel secundario, como en la famosa tabla de La Flagelación de Piero della Francesca, en la que Cristo aparece en un segundo plano enmarcado en un ambiente clásico, mientras que los tres personajes que aparecen frente a nosotros podrían ser los comitentes de la obra.
Por otro lado, en el Renacimiento era muy habitual esta iconografía para la exaltación de la belleza del cuerpo de un hombre joven. Representar torsos humanos desnudos de personajes bíblicos sería considerado como algo indecoroso, pero ya que en este momento de la Pasión, Cristo estaba despojado de sus vestiduras, no se caería en este error. Es por ello por lo que los artistas deciden disponer a Jesús de pie, con su cuerpo totalmente erguido, muy distinto a las imágenes que nos tiene acostumbrado el Barroco.
Para conseguir esta estilización del cuerpo representado, los pintores y escultores suelen recurrir a columnas altas, con el fuste completo. De hecho, tanto en la pintura de Berruguete como en la escultura de Siloé, las columnas son de inspiración grecorromana, guiño al mundo clásico que era muy habitual en la cultura del Renacimiento, que pretendía unir la tradición clásica a la cristiana. Es curioso cómo en la imagen creada por Berruguete, Cristo aparece casi desnudo, algo que nos parecería impensable para una imagen procesional del Barroco. Pero recordemos, el interés aquí es más el de resaltar la belleza del cuerpo de Cristo que su sufrimiento, siguiendo postulados de la estatuaria clásica.
A partir del s. XVII se preferirá incidir más en los padecimientos de Cristo durante la Flagelación, por lo que la manera de representar este tema cambiará totalmente, llegando hasta los ejemplos escultóricos de la imaginería andaluza del s. XX-XXI. La iconografía barroca de la Flagelación la debemos en cierto modo a la supuesta reliquia de la Columna que se conserva en la Basílica de Santa Prassede, en Roma. El fuste tiene 63 cm de altura y fue traído a la Basílica por el Cardenal Giovanni Colonna en 1232. Al ser un fuste recortado, esta columna favorecía que los artistas se recrearan en el dolor y sufrimiento de Cristo que, fatigado por los latigazos, tiene que corvar su torso y manifestar de forma muy evidente su padecimiento. Algunas investigaciones y excavaciones arqueológicas han descubierto que este tipo de columna era el que se usaba en tiempo de los romanos para las flagelaciones, ya que dejaba la espalda en mejor posición para azotar que con el cuerpo totalmente erguido.
¿Y qué nos ha llegado a nuestros días en Málaga?
El segundo modelo. Vivimos en una ciudad eminentemente barroca, o mejor dicho, neobarroca, por lo que los postulados de Cristo en la Columna nos presentan una imagen de éste encorvado y haciendo visible su sufrimiento, muy distinto a las imágenes que conocíamos de los cristos renacentistas.
Pero en ocasiones, el Neobarroco de los siglos XX y XXI pretende ser aún más barroco que el Barroco histórico, por lo que algunas propuestas iconográficas de este tema sean aún más dramáticas que una obra del s. XVII, caso del Cristo de Llagas y Columna, obra del escultor malagueño Juan Manuel García Palomo.
Y para concluir, no podemos dejar de mencionar cómo el cine bíblico más reciente ha influido a la hora de realizar nuevas imágenes de la Flagelación. Un caso paradigmático es la cinta La Pasión de Mel Gibson, conocida por la crudeza de sus escenas. El momento de los azotes, uno de los más duros de la película, pudo haber ejercido cierta inspiración al escultor malagueño José María Ruiz Montes a la hora de tallar su Cristo Flagelado para la localidad alicantina de Torrevieja.