¿Amor propio o mejor una Extraordinaria?
Una vez más las Cofradías estuvieron a la altura, una vez más la ciudad respondió a la llamada de sus hermandades y una vez más Málaga demostró religiosidad popular.
Málaga supo dar la talla pero parece que somos los cofrades los que no hemos sabido estar a la altura a la hora de alabar y aplaudir el gran evento acontecido, lo orgullosos que podemos estar del trabajo de nuestras Cofradías y, por tanto, del ser cofrades en nuestra ciudad.
La Agrupación organizó un acto necesario y llevado a la perfección para clausurar este Año de la Misericordia de forma solemne y magna. ¿El resultado? Templos repletos de fieles, devotos, cofrades y visitantes que alzaron la mirada y besaron los pies o las manos de Dios. Pero esto ocurrió en las iglesias, ¿que voz sonó fuera de ellas? los cofrades callamos después de presenciar tal acto, con pruebas más que evidentes del éxito que supuso, aunque sinceramente no me resulta extraño. Hoy en día podemos ver como las redes sociales se infestan de cuentas cofrades anónimas y críticas para desaliento de nuestras hermandades y, en consecuencia, cada vez menos que aplaudan lo que se hace bien. Y es que no puedo evitar sorprenderme al observar las reacciones negativas cuando la determinación de una Cofradía no es demasiado correcta y el resultado no es el esperado; es entonces cuando todos los cofrades alzamos la voz para criticarlo con descaro, en cambio; cuando se ejecutan las cosas de manera extraordinaria, pocos son los que se preocupan en anunciarlo y alabarlo, ya sea por redes sociales o en cualquier tipo de medio.
Un ejemplo claro lo encontramos si echamos la vista atrás hacia la última Semana Santa donde todos recordaremos las decisiones, no demasiado acertadas, de algunas de nuestras Cofradías debido a las inclemencias meteorológicas. El resultado fue una gran cantidad de tuits, comentarios o mensajes negativos generados al momento, con eficacia y rapidez, en cambio, clausuramos el año con el Rostro de la Misericordia y miles de malagueños visitando nuestras iglesias e imágenes en pleno noviembre y, al menos yo, aún espero una respuesta masiva similar. Claramente tendré que seguir esperando.
Otro necesario tema a tratar: ¿aprenderemos de este fin de semana?, ¿ha sido algo extraordinario y extraordinario se queda? o por el contrario ¿seremos capaces de exprimirlo, tomar ideas y aprender de lo que este evento nos ha aportado? Hace unos días leí un artículo publicado por el compañero cofrade Alejandro Cerezo el cual cuestionaba si lo recientemente vivido se quedará en un espejismo o si realmente servirá de algo. En primer lugar, esta clausura del Misericordiae Vultus debe enseñar a las Cofradías algo pendiente por muchas de ellas; y es que acercar sus Sagrados Titulares a los fieles no debe hacerse en ocasiones extraordinarias, sino que debe convertirse en algo extraordinariamente ordinario; y luchar así por conseguir una expectación como la de este fin de semana en sus respectivos Besamanos o Besapiés. No es una lucha fácil ni algo que se consiga en el corto periodo de un año para otro pero sí algo que poco a poco se convierta en un hecho factible en lugar de utópico. Las Cofradías también deben extraer de estas jornadas que los cultos a sus titulares deben ser cosas de todo un día, o incluso varios, para incentivar la posibilidad de que todo el mundo ajuste su horario a estas importantes citas y disfrutar de ellas con acto de presencia. Y es que debe dejar de realizarse besamanos o besapiés en horario único después de las misas; las hermandades deben estar a la disposición de sus hermanos y cofrades en general, y no de la forma contraria como muchas parecen creer.
Otra institución que debería aprender de este acto es la propia diócesis malagueña. Me llama la atención ver como en ocasiones la Iglesia no trata con buenos ojos a los cofrades; algunos piensan que el público cofrade, así como sus personalidades, solo servimos para poner tronos en la calle, vestir «santos» y sacar dinero a nuestro mero beneficio, pero es la propia Iglesia la que deja cuentas pendientes a saldar como la iniciativa por aportar ayuda suficiente a la hora de crear o fomentar cursos de formación organizados por las Cofradías o la misma Agrupación. En consecuencia, desearía que durante este pasado fin de semana magno muchos de los sacerdotes se detuvieran a reflexionar acerca del lleno en todos los templos, planteándose así trabajar codo con codo con las Cofradías y recordar que ser cofrades implica también ser cristianos, guste o no.
Pero, quizás, quienes más debiéramos aprender de todo lo acontecido seamos nosotros mismos, pues como comentaba al inicio me da pena que los cofrades –máximos responsables y propulsores de nuestras Cofradías y del mundo cofrade malagueño en general– no tengamos ese amor propio que nos llene hablando de nuestras hermandades. O quizás, sí lo tengamos, pero no lo demostramos. Y es que, ¿de qué nos sirve serlo si no lo decimos? En muchas ocasiones los cofrades malagueños vemos otros lugares perfectos y probablemente lo nuestro no tenga nada que envidiarle a ningún otro lugar, al fin y al cabo, nosotros no necesitamos ninguna extraordinaria porque las calles ya sabemos llenarlas.
Este fin de semana hemos aprendido que las iglesias también las llenamos, pero quizás preferimos criticar una vez más en lugar de aplaudir y alabar que hemos podido mirar al Señor a través de sus ojos de Misericordia, ojos que han observado con emoción y fe como toda Málaga ha besado a Dios durante este gran fin de semana, algo que muchos, por qué no decirlo, tampoco esperaban.
Fotografía de portada: Cofradía del Cautivo.