Entrega III. Los primeros días de la última semana terrenal de Jesús

Jesús ya ha entrado en Jerusalén. Según el evangelista Marcos, tras bajarse del pollino, entra en el templo y echa un vistazo.  Al llegar la noche se trasladará a Betania, ciudad cercana a Jerusalén. Desarrollamos en esta entrega los hechos acaecidos el lunes, martes y miércoles de la última semana pública de Jesús.

Lunes

Expulsión de los mercaderes

Los evangelios sinópticos sitúan este episodio el día después de la entrada de Jesús en Jerusalén. Juan, sin embargo, lo hace al principio del ministerio público de Jesús.

Expulsión de los mercaderes del templo. Pintura obra de ‘El Greco’ (1570-1576)
Mc 11, 15-19

15 Vinieron, pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;

16 y no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno.

17 Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.

18 Y lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban cómo matarle; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina.

19 Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad.

Es la única vez en los evangelios en los que se muestra a Jesús actuando por la fuerza. La degeneración religiosa a la que había llegado la práctica religiosa indignó a Jesús. Se hacía negocio en el Templo, que más que un lugar de oración se habría convertido en un lugar donde “sacar” el dinero a la gente vendiendo animales para su sacrificio expiatorio. No era el modelo religioso ni de relación con Dios que Jesús revelaba.

Las autoridades del Templo, además, habían caído en las prácticas corruptas en cuanto a la administración del mismo. Juan relata este episodio en la visita de Jesús a Jerusalén en el primer año de su ministerio público. Hay quienes opinan que Juan adelanta este episodio por una cuestión teológica y otros consideran que se tratan de dos expulsiones diferentes, una al principio y otra al final de su ministerio.

¿Aceleró este acto el arresto de Jesús? – Por lo que leemos en los evangelios parece que si, al cometer una acción de ese tipo en el mismo Templo de Jerusalén, centro religioso del judaísmo, las autoridades debieron percibirlo como una clara provocación.

¿Por qué no fue arrestado de inmediato? – De este texto de Lucas se deduce que por el miedo a un tumulto no se decidieron. La forma de conseguir capturarlo es bien conocida: a través de Judas Iscariote.

Lc 18, 47-48

 47 Y enseñaba cada día en el templo; pero los principales sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo procuraban matarle.

48 Y no hallaban nada que pudieran hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole.

Jesús y las autoridades judías

A partir de este momento, las autoridades religiosas dedicarán sus esfuerzos a intentar que Jesús cometa algún error dialéctico para poder acusarlo.

Le preguntarán sobre la licitud de pagar tributo al César, a lo que Jesús responder: «Devolved a César lo que es de César y dad a Dios lo que es de Dios”. Les indica pues que devuelvan o renuncien a los privilegios y favores que han obtenido por medio de Roma.

Los saduceos lo probaran con una pregunta sobre la resurrección (este partido religioso no creía en ella) y Jesús les recriminará no haber entendido las escrituras. También, para tener de que acusarle, será cuestionado sobre cuál es, según él, el mayor mandamiento. Jesús responderá que la Ley se resume en dos mandamientos: Ama a Dios con toda tu alma y mente y a tu prójimo como a ti mismo. 

Las autoridades quien saber, en definitiva, con qué autoridad hace Jesús lo que hace.

Mt 21, 23-27

23 Cuando vino al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿y quién te dio esta autoridad?

24 Respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os haré una pregunta, y si me la contestáis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.

25 El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres? Ellos entonces discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?

26 Y si decimos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta.

27 Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.

Jesús mediante la famosa parábola de los labradores homicidas les reprochará a las autoridades ser responsables de la muerte de los profetas que lo antecedieron de la suya misma. La conclusión de Jesús será:

Mt 21, 42- 46

   42 Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:
    La piedra que desecharon los edificadores,
    Ha venido a ser cabeza del ángulo.
    El Señor ha hecho esto,
    Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?

43 Por tanto os digo, que el reino de Dios se os quitará , y será dado a gente que produzca los frutos de él.

44 Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.

45 Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos.

46 Pero al buscar cómo echarle mano, temían al pueblo, porque éste le tenía por profeta.

Jesús les ha dicho en la cara que, por sus actos se les quitará la potestad de administrar el Reino de Dios y será dado a quien de frutos, es decir,  a quien si ha creído en su palabra.

Martes

Discurso contra las autoridades religiosas

El Evangelio de Mateo recoge la demoledora crítica que Jesús hace de las autoridades religiosas, en especial de los fariseos, partido religioso especialmente obsesionado en el cumplimiento de los ritos de la ley.   

Escena película Jesús de Nazaret (1977) dirigida por Franco Zeffirelli

Este discurso se conoce como los “Ayes a escribas y fariseos” por comenzar muchas de  sus sentencias con un ¡Ay!

23 Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo:

En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos.

Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.

Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.

Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos;

y ocupan  los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas,

y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí.

Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.

Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos.

10 Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo.

11 El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo.

12 Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

13 Mas ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando.

14 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación.

15 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.

16 ¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Si alguno jura por el templo, no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo, es deudor.

17 ¡Insensatos y ciegos! porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro?

18 También decís: Si alguno jura por el altar, no es nada; pero si alguno jura por la ofrenda que está sobre él, es deudor.

19 ¡Necios y ciegos! porque ¿cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?

20 Pues el que jura por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él;

21 y el que jura por el templo, jura por él, y por el que lo habita;

22 y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por aquel que está sentado en él.

23 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.

24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!

25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia.

26 ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.

27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.

28 Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.

29 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos,

30 y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas.

31 Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas.

32 ¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres!

33 ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?

34 Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad;

35 para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar.

36 De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación.

Como puede comprobarse, las acusaciones y los reproches son durísimos. El principal la hipocresía: decir y no hacer. Por eso Jesús insiste en que atan cargas pesadas al pueblo, el cumplimiento de una ortodoxia religiosa alejada de lo que Dios realmente busca.

Dos eran los partidos religiosos que hostigaban a Jesús: fariseos, de clases populares con una gran atención en las normas y los saduceos, la casta sacerdotal, a la que pertenecían los sumos sacerdotes que sentenciaron a Jesús. Fariseos y  saduceos se detestaban entre sí, por mantener posiciones teológicas diferentes, pero ambos cooperarán en la eliminación de Jesús, al suponer una amenaza para las prácticas religiosas de ambos.

Se piensa que la dureza de Jesús con los fariseos es mayor en tanto que estos estaban mejor insertados en la sociedad y su doctrina tenía más seguidores que la saducea.

 La unción en Betania

La unción en Betania (1618) de Paul. Rubens y Anthony van Dyck

Jesús cuando viajaba a Jerusalén se hospedaba en Betania, posiblemente en la casa de los hermanos Lázaro (A quien Jesús resucitó) Marta y María.

La noche del martes al miércoles, durante la cena, una mujer que el evangelista Juan identifica como María, la hermana de Lázaro y Marta, unge el cabello de Jesús con un perfume muy caro. No obstante Marcos y Mateo narran este acontecimiento ubicándolo en casa de un tal Simón el llepros y no identifican a la mujer que unge a Jesús.

Juan, por su parte lo ubica el sábado, día anterior a la entrada  de Jesús en Jerusalén. Lo que es común en el relato es el rechazo que causa esa acción en los discípulos (Juan señala a Judas) por considerarlo un desperdicio de dinero. Jesús, no obstante, aprueba el gesto de la mujer al considerarlo un acto de amor.

Miércoles

Judas Iscariote pacta la entrega de Jesús

Judas Iscariote a quien Juan describe como un ladrón, se ha decidido a traicionar a Jesús. Nada se dice en el texto evangélico acerca de cuál era su motivación. El motivo repetido en películas y libros, que la causa fue la negativa de Jesús a usar medios violentos para ejercer de mesías anti romano, no está reflejado.

Mt 26, 14-16

14 Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes,

15 y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata.

16 Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.

Lucas si indica un motivo: que Satanás entro en él, lo cual es más indicativo de un reproche moral del evangelista que una causa cierta.

Durante estos días, Jesús también habló sobre la destrucción de Jerusalén y el “fin de los tiempos” en lo que se conoce como pequeño apocalipsis que vendrá a ser un adelanto de las señales que se detallan en el libro del Apocalipsis .

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