La Hermandad de Nueva Esperanza apenas pudo recorrer unos metros de su barrio antes de resguardarse en su Casa Hermandad por la lluvia

Soñar con el día grande de Nueva Málaga es deslumbrarse con el sol que acaricia los edificios del barrio en la mañana del Martes Santo. Los balcones estaban engalanados, los comercios locales de la zona tenían sus respectivos carteles pegados en las puertas y escaparates. El sentimiento morado y verde hacia Jesús Nazareno del Perdón y María Santísima de Nueva Esperanza estaba más vivo que nunca en las horas previas a la salida procesional de los Sagrados Titulares.

Una procesión que se antojaba complicada debido a los partes meteorológicos previstos, pero dicen que la Esperanza es lo último que se pierde, y los vecinos y fieles de esta Hermandad bien saben renovar esta emoción cada año. Tras una reunión previa y una mañana ajetreada, anunciando cambios en los horarios e itinerarios para evitar esa lluvia que se preveía a primera hora de la tarde, se anunciaron los cambios pertinentes por parte de la corporación y del resto de hermandades y cofradías del Martes Santo. Encuentros y llamadas rápidas y fugaces para el buen entendimiento y arreglo de esta jornada de la Semana Santa. Esto fue hermandad. Se buscó una solución colectiva para que todas las corporaciones pudieran realizar sus procesiones sin encontrarse con el temido elemento líquido que cae del cielo en primavera (el otro líquido industrial y prefabricado que se vierte al inicio de cada procesión ojalá desaparezca de forma fugaz, de la misma manera que se introdujo).

Balcón engalanado para la salida procesional de la Hermandad de Nueva Esperanza.

A los nervios típicos de la espera que ya se acortaba se sumó ese afecto entre Rocío, Penas, Nueva Esperanza, Humillación, Rescate y Sentencia. Ese Martes Santo se pondría en la calle una única procesión con miles de hermanos, aunque se contara con seis cruces guía provenientes desde Nueva Málaga, el centro histórico, El Perchel o la Victoria. El sentido de unidad tomó verdadero sentido cuando esta Hermandad de Nueva Esperanza hizo público un sentido agradecimiento a través de sus redes sociales por el acuerdo, la comunicación y la buena sintonía existente entre hermanos, porque al fin y al cabo, todos rezamos a Jesús y María, sin importar su advocación. Unidad que a veces es tan fugaz en este ámbito cofrade malagueño y que tan necesaria es. Qué bonito es ser cofrade, y qué bien lo saben todas aquellas personas que rezan y trabajan por Jesús Nazareno del Perdón y la Virgen de Nueva Esperanza.

Llegó la hora. Las filas nazarenas estaban dispuestas, el Nazareno del Perdón miraba a sus hermanos mientras en la calle gritaban: “¡Viva el Rey de Nueva Málaga!”. María Santísima de Nueva Esperanza, entronizada de forma excelsa, lució sus mejores galas para volver a pasar por debajo de esos balcones que tanto la necesitan y la han necesitado en estos duros años. Y la emoción se desbordó cuando las puertas de la Casa Hermandad se abrieron y comenzó a caminar la fe por Camino de los Castillejos.

Jesús Nazareno del Perdón.

Apenas ascendió unos metros el Nazareno del Perdón en la suave subida que se produjo aún en las dependencias de la Hermandad, pero pareció que el remate de su cruz tocó el cielo para intentar despejar esas nubes que amenazaban la tarde de un barrio que se hace centro obrando casi un milagro cada año. Pero es la Hermandad de Nueva Esperanza, y lo que parece difícil se hace sencillo tan solo con ver el cariño del patrimonio humano que atesora la corporación con sede en la Parroquia de San Joaquín y Santa Ana. Con la mecida muy suave, ya pisaba el Nazareno del Perdón su calle, acompañado por la Agrupación Musical Ecce Mater de Cádiz.

Con la claridad de la tarde se pudieron contemplar los estrenos que presentó el Sagrado Titular en el Martes Santo. Su broche de plata sobredorada y los gemelos de plata, obras de Manuel Fenoll, contrastaron con su túnica morada bordada en oro. A su vez, el cíngulo se movía a compás para dulcificar las pisadas de este Nazareno que contó con unos nuevos arbotantes laterales en su trono, realizados por Manuel Toledano. Todo esto sirvió para enaltecer aún más la fuerza del rostro de este Nazareno, que camina de forma única. Así lo han conseguido unos portadores y un equipo de trono, dotando de personalidad y estética un andar elegante y acompasado. La clave es esa potenciación del equipo, porque son los corazones los que laten al mismo ritmo durante unas horas, y no solamente bajo varal, sino también los cubiertos por esas túnicas nazarenas y capirotes, aguantando horas y horas, y un extenso y exigente recorrido.

Portadores de ambos tronos en la Casa Hermandad.

Tras Él, se alzó la embajadora del verde Esperanza del barrio. María Santísima de Nueva Esperanza inundó de alegría y gozo a familias enteras. La Banda de Música de Zamarrilla comenzó a interpretar sus primeros sones, ansiando ese sentido encuentro con su Virgen de la Amargura en la calle Mármoles, y poder vivir esa fugaz escena en la que la rosa roja de su pecho se colorease con tintes verdes que se reflejarían en las paredes y fachada de la Casa Hermandad de la corporación del Jueves Santo. Los alhelíes y rosas blancas de las ánforas del trono ofrecieron un dulce aroma que se mimetizó con el incienso que formaba otra densa nube a su paso.

Esa nube ascendía al cielo, pero las nubes del cielo decidieron descargar, y con fuerza, a los pocos metros de ponerse todo el cortejo procesional en la calle. Tras unos minutos, la Hermandad decidió dar marcha atrás y poner rumbo a casa de nuevo. Entre aplausos, lágrimas, momentos en tensión e incomprensión, ahora era el Hijo el que seguía a la Madre, ambos con ritmos acelerados. El tiempo se detuvo, y como un fugaz parpadeo, la escena era la misma, o casi la misma, que una hora antes con el cortejo procesional al completo en el interior de la Casa Hermandad, aunque había una diferencia, y es que llovía en Nueva Málaga.

María Santísima de Nueva Esperanza marcha atrás de vuelta a la Casa Hermandad.

La tristeza pareció inundar aquel espacio en el que el Nazareno del Perdón y la Virgen de Nueva Esperanza volvieron a estar juntos en paralelo. Es curioso, pero pareció que los Sagrados Titulares no quisieron alejarse de sus vecinos ni dejarlos solos. Tuvo que ser así. Se intentó, pero Ellos no quisieron. Unos buscaban razones, otros miraban en silencio al cielo, a los hermanos, al Nazareno del Perdón y a la Virgen de Nueva Esperanza. Una salida fugaz para un regreso fugaz. Pero si alguien pensaba que ahí se quedaría la historia para esta Hermandad de Nueva Esperanza en este Martes Santo de 2022 es porque no conoce aún el poder y la fuerza del Nazareno y de la Virgen.

Es Nueva Esperanza, lo difícil parece fácil, y aun con los corazones rotos, se consiguió despertar alguna risa alentadora entre los varales, quizás imaginando un Martes Santo de 2023. La unidad en ese momento la tuvo Málaga con Nueva Esperanza, apoyando a los hermanos en una situación que nadie quiere que se produzca nunca, aunque este año dolió un poquito más.

Entonces fue cuando el recuerdo de esa escena reavivó la ilusión, y es que el Nazareno siempre abraza. Así lo demostró el pasado 5 de marzo en el Vía Crucis Extraordinario por el centenario de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga. El Señor es capaz de cargar con su cruz y aun así abrazar a su Madre, que con sus manos en actitud orante, lloraba. Ese abrazo fue a toda la ciudad. Un abrazo que se percibió en esa noche ya pesada, provocando un escalofrío fugaz. El Nazareno cargaba con su cruz, pero abrazó y abrazará a sus hermanos. La Virgen tendió sus manos, aunque su pañuelo y sus rosarios ya no se movían, para colmar de Nueva Esperanza a todos sin excepción ni condición.

Sentido abrazo entre hermanos.

Una Nueva Esperanza que se acrecentará hasta llegar a ese día en el que sí se podrá completar en tiempo y forma la salida procesional del Martes Santo. Una Nueva Esperanza que debe permanecer en nosotros en cada uno de esos momentos fugaces que viviremos hasta una nueva primavera. Una Nueva Esperanza que siempre espera en los encuentros fugaces en el interior del templo. Fue Martes Santo, y a pesar de todo, la jornada culminó con una Nueva Esperanza, como no podía ser de otra manera, junto a la Virgen.

Fotografías: Salva Fernández.

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