El vuelo de ensueño de la Paloma

María Santísima de la Paloma recorrió las principales calles del centro histórico por su 50 aniversario

El cielo pintó un sábado de octubre con una paleta de colores con el azul Paloma como protagonista. Las banderolas que rezaban ‘Paloma de nuestras vidas. 50 Aniversario’ ondeaban sutilmente mientras el público tomaba posiciones en calle Carretería. El corazón palpitaba de forma diferente, María Santísima de la Paloma estaba a punto de salir a la calle, tres años después de su última aparición por ese callejón que desemboca en los sueños más puramente malagueños.

Aún sin saber si era sueño o realidad, la campana sonó y la Agrupación Músico-Cultural de la Santa Vera-Cruz, ‘La Pepa’, comenzó su interpretación de ‘La Virgen de la Paloma’, de Cristóbal López Gándara. La plaza rompió en aplausos. Muchos se frotaron los ojos, no podía estar pasando, demasiado hermoso para estar despierto. Los arbotantes se plegaron, las bambalinas golpearon con fuerza las barras de palio, y la Virgen superó ese callejón y se mostró a su calle Carretería con la icónica marcha ‘Malagueña Virgen de la Paloma’. La cera quedó prendida en el suelo, el olor a incienso aún perduraba, la mirada de la Señora de ojos verdes no se olvidaba. No era un sueño, era una realidad que Málaga ya anhelaba y que al fin llegó de la manera más colosal posible. Azul Paloma en su palio, en su manto, y en su fajín para celebrar sus 50 años siendo Madre y Protectora del Señor de la Puente del Cedrón y de tantos malagueños.

Valiente, con decisión, y con su característico andar, María Santísima de la Paloma subió hasta calle Álamos con ‘La Estrella Sublime’, ‘Esperanza de Triana Coronada’ y ‘María Santísima del Amparo’, marchas triunfales y alegres, porque la Virgen María llora, pero Málaga la consuela, la enjoya y la colma de cariño e inmenso amor. La candelería estaba completamente encendida, los rosarios que pendían de la parte superior de las barras de palio ofrecieron ese característico sonido y la Virgen de la Paloma estuvo, tal y como le vitorearon a su salida, guapa a rabiar.

María Santísima de la Paloma.

Incidente con el arbotante

En calle Álamos, la Virgen volvió a ganarle a las leyes de la física y pudo pasar por esa vía con sus arbotantes plegados y gracias al ímprobo esfuerzo de sus portadores. Sin embargo, a su llegada a la Plaza de la Merced, tuvieron que sujetar con unas cintas el arbotante trasero derecho, que quedó algo descolgado y se iba despegando de su posición natural a medida que avanzaba el trono. Los hermanos apagaron sus velas y lo plegaron, al igual que el otro arbotante trasero, continuando así hasta el encierro. Sin embargo, nada impidió que la Paloma continuase haciendo historia.

La Plaza de la Merced y Alcazabilla aguardaban su llegada tras un retraso sobre el horario inicialmente previsto. Pero no importaba, en los sueños el tiempo es muy relativo. Al llegar a las casas de hermandad de Estudiantes y Sepulcro volvió a sonar su himno, y la Paloma se meció, dando pequeños pasos hacia atrás, y se demostró cómo anda un palio malagueño, con esas bambalinas delanteras y traseras cimbreando con fuerza.

Entorno de la Catedral

La dulzura tomó su máxima expresión en calle Císter. Los primeros acordes de ‘La Virgen de Sevilla’ sirvieron para alzar el trono, y al romper la marcha, una inmensa lluvia de pétalos caía sobre el palio de la Virgen de la Paloma. Ver ese inmenso retablo andante, obra de los hermanos Caballero, acompasar las marchas fue único, pero la ocasión bien lo merecía. Málaga sigue necesitando aplaudir, fuerte y sin cesar. Unos prefirieron exteriorizar sus sentimientos, otros se apoyaron contra las paredes de los locales y establecimientos y apretaron sus puños, pero la Paloma alivió tensiones y calmó.

Petalada en calle Císter.

La Catedral no pudo estar mejor acompañada en esa noche de sábado otoñal. A su llegada a la Plaza del Obispo, los hermanos pudieron vivir uno de los momentos álgidos de la procesión. La Virgen entró imperial a los sones de la ‘Marcha Real’ y se encaró a la fachada del primer templo malacitano para que un coro le cantara una sentida salve. El cortejo prosiguió por Molina Lario con la interpretación, de nuevo, de la nueva marcha de López Gándara.

La intensidad no cesó en Molina Lario ni en la Plaza de la Marina, a pesar de ser espacios muy abiertos y algo desangelados. María Santísima de la Paloma supo hacerse más colosal aún, no quiso que ningún malagueño despertara del sueño valiente en ningún instante. Y entonces entró en la calle Larios, bajo unas luces de Navidad aún apagadas y en proceso de montaje. La Virgen María iba atravesando esos arcos del bosque con sus marchas propias, ‘Coronación de la Trinidad’ y el ‘Himno de Coronación de la Esperanza’. Los reposteros no estuvieron, ni falta que hicieron, las luces no supusieron demasiado impedimento para mirar el divino rostro de la Virgen de llanto contenido procesionar gloriosa en su camino ya de vuelta.

María Santísima de la Paloma por calle Larios.

Regreso a San Francisco

El exorno floral en tonos blancos y rosas se fundieron con las petaladas rojas que llovieron desde numerosos puntos de su recorrido, como fue en el caso de calle Granada. Málaga y Paloma fueron una. La calma llegó de nuevo al inicio de calle Calderería. Los acordes de ‘Mi Amargura’, de Víctor Ferrer Castillo, enmudecieron una calle que inmediatamente se desbordó en los fuertes acordes de la composición musical. La Paloma seguía haciendo de las suyas y subía despacio, con algún que otro paso atrás, casi sin querer alejarse de los que derramaron algunas lágrimas a su paso.

Y de nuevo su calle la esperaba. ‘Coronación’ de Marvizón fue la melodía escogida para realizar la maniobra de entrada a una Carretería que la recibió con más petaladas y más fervor. Los hermanos Ortigosa, acompañados de la guitarra, rezaron en forma de cántico a la Santísima Virgen, y unos piteros rocieros entonaron una versión de ‘Malagueña Virgen de la Paloma’ absolutamente sobrecogedora mientras la Paloma continuaba haciendo soñar.

Los arbotantes volvieron a plegar su vuelo en ese callejón, y el sueño alcanzó su fase REM. La Paloma volvía a casa, y lo hacía a lo grande, realizando una compleja maniobra para dar siempre la cara a sus devotos, a los que la acompañaron en su caminar, a los que estuvieron en cada uno de sus 50 años, a los que se unieron por el camino, y a los que están por venir. Culminó su salida extraordinaria, y el sueño permanecerá en la memoria de todos los que tuvieron la oportunidad de participar y vivir esta histórica salida. María, bajo palio, volvió a pasear por sus calles.

Una pena que otros solamente tengan ojos para mirar los desperfectos y palabras para desprestigiar una salida que fue mágica y que tuvo como clara protagonista a la Virgen, a la Paloma. Poco importó el portador que no cargaba debidamente, el retraso de dos horas que se produjo en su hora de encierro. Una pena que tras estos años de pandemia sigamos saliendo a la calle a buscar el fallo y a no dejarse fundir por el ambiente extraordinario. El sueño fue redondo, y ojalá nunca tuviéramos que despertar. Malagueña Virgen de la Paloma.

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