La Hermandad de la Mediadora se consolida en el Miércoles Santo malagueño, siendo imprescindible su presencia para entender la jornada

Salió de casa apresurada, con dudas, y finalmente no lo hizo, aunque no le faltaron palabras de cariño hacia sus padres que la vieron partir con su túnica y capirote negros y capa, botonadura y guantes blancos hacia la Parroquia del Santo Ángel de la Guarda, en la calle Ayala. Allí todos la reconocieron, se fundieron en abrazos para desearse una buena Estación de Penitencia teniendo muy presentes a Nuestro Padre Jesús Nazareno Redentor del Mundo y Nuestra Señora Mediadora de la Salvación, que aguardaban excelsos sobre sus tronos procesionales en el ‘tinglao’. Todo comenzaba un año más. Y es que ya no se concibe un Miércoles Santo en Málaga sin la corporación del Ave María recorriendo con sumo gusto las calles de la ciudad.

Ella pasó por delante de su Nazareno, del que abraza la cruz para redimirnos. La fuerza que transmite su bello rostro contrarresta con la dulzura de su gesto. La joven nazarena se vio reflejada en esa cruz, y sintió el abrazo de su Señor. El Sagrado Titular llevó este Miércoles Santo en su cordón, a modo de pasador, una nueva joya que representaba su Sagrado Corazón, símbolo de su amor divino, rematado con la corona real como Rey del Universo, un atributo diseñado por Salvador de los Reyes y ejecutado por Juan Jesús González Hidalgo.

Banda de Cornetas y Tambores de los Gitanos.

La Banda de Cornetas y Tambores de los Gitanos comenzó a enlazar marchas clásicas para el Nazareno Redentor del Mundo. La indiscutible elegancia del Sagrado Titular embelesaba a su paso, y la joven nazarena continuaba girándose en cada parada para encontrar en esa mirada cabizbaja el abrazo que necesitaba ella, el que no dio al salir de casa por diversos motivos y que ahora deseaba y necesitaba dar. Ahora se sentía protegida por el Señor.

El color azul pavo real de los nazarenos de la sección de la Virgen Mediadora de la Salvación iba inundado la calle Ayala. Con mimo las bambalinas de su palio de cajón acariciaban las barras de palio. El viento azotaba, pero Ella mantuvo fuerte en su mano izquierda la jábega, faro y guía de tantos hermanos de esta corporación nazarena, y que representa a la Santa Iglesia como Nave de Salvación que navega hacia el cielo. “Preciosa”, le proclamaba los vecinos a su bendita Madre del Ave María. La Hermandad de la Mediadora sabe cómo andar en procesión, sabe mantener ese perfecto rictus a pesar de la distancia que le separa del centro histórico, y ha conseguido calar en jóvenes y mayores, teniendo ese fraterno abrazo de unión como el mayor patrimonio que atesora esta Hermandad que aún tiene tanto que ofrecer y que enseñar a su ciudad. Y no hablamos exclusivamente del patrimonio material. La calidad humana de todos esos ojos cubiertos por los capirotes y que se cierran bajo los varales mostraron una vez más la fe más pura y sencilla.

Nazarenos del Redentor del Mundo por la calle Ancha del Carmen.

El barrio de las Delicias se hizo Perchel. Las corporaciones de la Misericordia y el Carmen Coronada esperaban a la Hermandad de la Mediadora a las puertas del perchelero y marinero templo. Abrazo entre hermandades, abrazo entre la Pasión y la Gloria. Nuestro Padre Jesús Nazareno Redentor del Mundo estrenó en procesión una túnica morada de tisú de oro, que ya portó en sus cultos, realizada por Amalia Vilar e Isabel Cisneros, con la que se simbolizaba la luminosidad del Señor en su Transfiguración, haciendo referencia a la lectura del Evangelio del II domingo de Cuaresma. La nazarena se detuvo en calle Ancha del Carmen, observaba en silencio a su Señor, mientras se deleitaba en la recién estrenada talla del frontal del trono, realizada por el tallista sevillano Francis Verdugo.

Los aplausos se sucedieron en el discurrir de la Virgen Mediadora de la Salvación en su camino de ida al Recorrido Oficial. Daba igual que sus bambalinas frontal y trasera se engancharan a su sobretecho de palio. El viento seguía sin perdonar, dificultando el caminar de los hermanos nazarenos, así veían a su Madre bajo el cielo malagueño, que parecía que con el paso de las horas buscaba esa propia tonalidad azul pavo para fundirse en un eterno abrazo con la Hermandad de la Mediadora.

Nuestra Señora Mediadora de la Salvación.

Con la ‘Marcha fúnebre’ de Chopin, interpretada por la Banda de Música Villa del Río, apareció por la Plaza de la Constitución la Virgen, que procesionó con un repertorio cuidado, en el que se escucharon desde marchas melódicas, hasta auténticas piezas maestras o más jubilosas. La música fue ese sonoro abrazo volvió por primavera. Música que se hizo marcha gracias a las formaciones musicales, y cántico en la Santa Iglesia Catedral. La soprano Julia Menéndez se encargó de endulzar una Estación de Penitencia llena de sentido y oración.

Ahora eran los capirotes negros los que se fundían con la noche en el camino de vuelta a casa. Los cuatro faroles, realizados por el orfebre Emilio Méndez, iluminaron el semblante del Nazareno Redentor del Mundo. Seguían sucediéndose entre hermanos ese gesto que el Señor enseña de manera perpetua. Los mayordomos se abrazaban dándose ánimos y fuerzas para el camino que aún quedaba por recorrer, el ánimo no decaía, habían esperado este día con ansias y estaban saboreando cada calle, cada esquina, y cada reencuentro callado con el Nazareno y su bendita Madre. En cada parada, los portadores también se abrazaban, de forma discreta, sin querer molestarse ni interrumpir esas conversaciones con aquello que sentimos que nos abraza de forma divina.

Portadores de Nuestra Señora Mediadora de la Salvación.

Llegó ‘La Madrugá’, tanto en música como en forma. Los dulces compases de esta marcha sirvieron para que la Virgen Mediadora de la Salvación mirase a sus devotos antes de los últimos toques de campana, los que marcaban el final de un día de ensueño, o tal vez el principio de un nuevo año, de unos nuevos proyectos vitales e ilusiones. Porque el abrazo de María, que es Madre, siempre se siente, a pesar de las lágrimas que derramó por las calles Vendeja, Jacinto Verdaguer o Ayala.

La joven no se quitó el capirote. Ella también lloraba, sus motivos tendría. Casi ni habló. Sus hermanos se acercaron a abrazarla antes de partir a casa. Al llegar, se rompió, y entendió muchas cosas en esas 10 horas que se revistió con los colores que le abrazan y le acercan a Cristo. Salió de casa apresurada, con dudas, y finalmente no lo hizo. Pero en las primeras horas del ya Jueves Santo se fundió en un eterno abrazo con su padre, aquel que la ama sin condición. Un eterno abrazo de amor y de unión que se materializa en las manos del Nazareno Redentor del Mundo, y que debemos encarnar diariamente en esas personas que amamos y que necesitan de tan preciado gesto. Málaga ya siempre abrazará a la Hermandad de la Mediadora, la siente como suya. El Nazareno y la Virgen hacen lo propio cada día del año en su sede canónica con los que se acercan a la Parroquia de Santa María de la Encarnación (Ave María).

Málaga salió al encuentro con la Hermandad de la Mediadora.

La joven cumple 25 años, al igual que Nuestra Señora Mediadora de la Salvación, y ya se marca una nueva meta: el 1 de octubre de 2022. Ese día, caminará de forma extraordinaria junto a su Madre, la que custodia la jábega de su vida en la mano derecha, y la que desde el cielo siempre le sonríe y le abraza. Mediadora es una discreta sencillez que esconde la verdadera esencia de una Semana Santa que a veces se pierde en lo estético. Mediadora es ese eterno abrazo con lo auténtico.

Fotografías: José Moreno

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