Sensaciones recuperadas

La Cofradía de los Dolores del Puente puso la nota sobria al Lunes Santo procesionando por las calles del Perchel por la tarde

Una gran humareda de incienso voló desde el interior de la parroquia de Santo Domingo de Guzmán hacia la Plaza de Fray Alonso de Santo Tomás cuando las puertas se abrieron para que el cortejo de la Cofradía de los Dolores del Puente comenzara a vivir en la calle un Lunes Santo de sensaciones recuperadas. Por fin se completó el ciclo, y a las 17:15 horas de la tarde se pudo decir que ya todas las cofradías habían puesto en la calle al menos a uno de sus Sagrados Titulares. La corporación del Lunes Santo fue la única que no participó en ninguno de los actos extraordinario de culto externo con motivo de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga. Sus Sagrados Titulares no habían palpado la calle desde un 2019 en el que las cosas eran muy diferentes, aunque muchos sintieron que parte de esa emoción y esa sensación volvió.

El murmullo ya era menor cuando los nazarenos de túnica negra ya formaban sus dos filas para preceder al Santo Cristo del Perdón, la Virgen de la Encarnación, San Juan Evangelista y los dos ladrones. Un tambor ronco se dejó sentir en las naves del templo, y muy despacio el conjunto iba recibiendo los rayos de sol. Sobre un monte de claveles rojos y esquinas con lirios morados, la escena pareció tomar vida propia. Gestas dirigía la mirada a los malagueños que vieron en su rostro la codicia y el desprecio. Dimas, con expresión más dulce, observaba a Cristo, y Cristo le devolvía la mirada. Un hilo imaginario los unió durante todo el recorrido en una conversación sincera de arrepentimiento. Cuántas conversaciones se producen en nuestra Semana Santa, viendo pasar los nazarenos con cinturón de esparto, caminando para buscar a la cofradía por otro enclave, o desplazándonos a otro lugar de la ciudad para vivir esos maravillosos contrastes que puede ofrecer una misma jornada.

Santo Cristo del Perdón, Virgen de la Encarnación, San Juan Evangelista, San Dimas y Gestas.

La cera color tiniebla desprendía una tímida llama. Con su mano derecha clavada en el pecho, y la izquierda abierta para acoger el dolor de María, San Juan Evangelista salió al encuentro de los jóvenes, y de esos que ya no lo son tanto desde el lejano 15 de abril de 2019, fecha en la que procesionó por última vez. Poco a poco se recuperaban las sensaciones y la Cofradía iba tomándole el pulso a la ciudad, y San Juan alentó a vivir siempre con ese espíritu juvenil. Aunque para belleza, siempre quedará el inconmensurable rostro de la Virgen de la Encarnación. Una auténtica delicia que tantos devotos, fieles y malagueños añoraron en el altar dispuesto por la corporación en la pasa Semana Santa estática del 2021 en el interior de las iglesias y parroquias. Un tocado blanco de tul moldeó su figura alineándola con la bordada toca de sobremanto. La cinturilla do paso a la saya roja bordada que portó, y sobre su cabeza, un resplandor rematado con una cruz, esa misma sobre la que estaba clavada su Hijo a su izquierda. De rostro dolorido pero dulce, de enigmática mirada cabizbaja, con un gran rosario de cuentas nacaradas balanceándose al son de las marchas interpretadas por la Banda de Música Maestro Eloy García de la Archicofradía de la Expiración.

Y tras Ellos, la eterna guardiana del Puente de los Alemanes. La Dolorosa de manos entrelazadas ya miraba a sus fieles de tú a Tú, sin un cristal que reflejara el rostro cansado del hermano que acude en busca de un poco de paz en la estresante rutina. Su corazón dorado fue atravesado por el puñal del dolor, las innumerables joyas y rosarios negros que decoraron su pecherín no restaron un ápice de protagonismo a su presencia. Hacía falta tener a la Virgen de los Dolores en la calle, hacía falta sentir cómo esta talla, chiquita en tamaño, se hace grande sobre su trono de estilo antequerano y palio de cajón. Decenas de devotos calcularon el tiempo que les separaba de sus domicilios a esa capilla callejera, durante los meses de la desescalada, para poder acercarse a ese mágico lugar por unos instantes antes del toque de queda. Este Lunes Santo el reloj no importó demasiado, la Virgen estaría junto a los malagueños el tiempo que necesitaran, y así lo quisieron todos los que siguieron a la Dolorosa en el callejeo por el barrio del Perchel.

Nuestra Señora de los Dolores.

“¡Vamos con el Perchelero bonito!”, resonó desde uno de los balcones de la calle Zurradores. Esas casas del entorno volvieron a recuperar sensaciones de antaño, volvieron a tener vida en unos tiempos en los que parece que la ciudad mira hacia la otra orilla del río, olvidando parte de sus barrios y de su esencia más pura. Por una tarde sintieron de nuevo el olor del fuerte incienso, la música que penetraba de las calles al interior de los hogares, y no al contrario. Aunque ya el simple hecho de ver decenas de personas transitar por la calle Polvorista en una tarde de primavera ya era digno de reseñar. Los sones sobrios acompañaban el lento pero firme discurrir del Cristo del Perdón, que sorteaba los cables bajos de la zona a la perfección.

Nazarenos de la Cofradía de los Dolores del Puente.

Nuestra Señora de los Dolores irradió elegante perchelería en su forma de caminar, en su recargada saya, y hasta en su música cuando sonaban los ecos del ‘Himno de Coronación de la Virgen de los Dolores’ de la Archicofradía de la Expiración, por parte de la Banda de Música de la Archicofradía del Paso y la Esperanza, para adentrarse en el Llano de Doña Trinidad. Las azucenas prendidas a sus plantas se mecían, las flores recobraron toda su pureza. Sin hacer excesivo ruido, la Cofradía marchaba, lenta, precediendo el paso por la calle Mármoles y el Puente de la Aurora a los ilustres trinitarios del Lunes Santo.

Ya caía la noche, el frío calaba, y los abonados del Recorrido Oficial se llenaron con un nuevo contrapunto tras la algarabía calé. Los que se ubicaban a un lado de la calle Larios se quejaban por no estar en la dirección en la que dirige su mirada el Cristo del Perdón, pero se aliviaban al tener de frente a la Virgen de la Encarnación. Por el contrario, el otro lado opinaba completamente distinto, encontrándose con el pacificador semblante del Crucificado, pero observando solamente el perfil de la Madre al pie de la cruz. Hasta esas simples y anecdóticas sensaciones se recuperaron. No obstante, el encanto de este cortejo se elevó a su máximo exponente en la rampa para acceder a la Santa Iglesia Catedral. Sonó el ‘Ofertorio (de la misa del Cristo del Perdón)’, las sombras se proyectaban sobre la rampa y la Catedral, los ladrones se mecían casi queriendo evitar el trágico final. ‘La Madrugá’ llegó en forma de melodía para el grupo escultórico a la Plaza de Félix Sáenz ya camino a casa. Y con ‘Tus Dolores son mis Penas’ marchaba la Dolorosa del Puente con sus arbotantes completamente encendidos y las altas piñas de flores blancas aromatizando cada puntada de su recortado manto.

Nuestra Señora de los Dolores.

Sensaciones recuperadas. La luna marcaba el rumbo de los nazarenos, la luz de los cirios señalaba la senda a los Sagrados Titulares. Ese abuelo le recordó a su nieta que no hace mucho tiempo la cofradía procesionaba con un único trono, tan solo con el Cristo del Perdón y la Virgen de los Dolores. Otros hablaban sobre la histórica Coronación de la Señora. Del recuerdo se alimenta el hombre, pero contemplando un presente mejorado y adecuado en su justa medida. Se recuperó el pulso, se recuperaron lugares especiales y se recuperaron las miradas cómplices, muchas veces son la clave de todo esto que llamamos la Semana Santa.

Fotografías: Miguel Fernández.

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